Profesional de enseñanza primaria. Docente en contextos de encierro. Representante docente JCyD. Directora jubilada.

Las plagas, epidemias, pandemias, la peste, el cólera y la lepra han sido temas abordados por autores de todas las épocas, quizás por representar uno de los mayores temores anclados en el imaginario de la humanidad y que no esconde otro miedo que no sea la eliminación del ser humano como especie.

La peste como castigo divino viene ya reseñado desde la antigüedad pero una de las referencias más antiguas a la enfermedad la trae Tucídides como temática en “Historia de la Guerra del Peloponeso” (se cree que fue escrita entre el 431 a.C. y el 411 a.C.) donde narra con sumo detalle la epidemia de peste ocurrida en Atenas (se estima que se trató de tifus o dengue) y se llevó a una tercera parte de la población.

Quizás “El Decamerón” de Boccaccio sea el texto más conocido sobre la Peste Negra en Florencia (fue ambientada en 1348 y escrita en 1353). Allí siete mujeres y tres hombres, miembros de la nobleza florentina se recluyen en una casa de campo a causa de la epidemia y todas las noches animan la velada con historias (más de cien cuentos) picarescas.

Más cercanos a nuestros tiempos, la temática no se diluye sino que por el contrario se acentúa.

“La peste escarlata” de Jack London, fue escrita en 1910 pero se publicó en 1912. Este autor tal vez sea el encargado de inaugurar como distopía el género post apocalíptico inspirado en La máscara de la muerte roja, un cuento de Edgar Allan Poe del año 1842. Este clásico muestra lo delicado y débil de la civilización. Se desarrolla en el futuro (el año 2072) luego de la Muerte Roja (sesenta años después de su inicio como epidemia) y no solo cuenta la reducción de la población en número sino su nuevo primitivismo francamente desolador.

Su protagonista, James Howard Smith, sobrevive y viaja con sus dos nietos viviendo como cazadores y recolectores de un mundo solitario. Las escuelas, los laboratorios, los parques y las ciudades han sido arrasados por la enfermedad, el olvido y el tiempo. El ser que ha sobrevivido debe comenzar de cero. Un libro tan real como posible plagado de un fatal futurismo.

“Diario del año de la peste” de Daniel Defoe, es una obra clásica de la literatura inglesa escrita en 1722 que posee un formato de memorias de un sobreviviente a la epidemia de peste bubónica. Defoe relata esta ficción apoyado en la Historia ya que esta enfermedad asoló entre 1664 y 1666 la ciudad de Londres. Cabe aclarar que Defoe no vivió en esa ciudad en la época de la peste pero relata cual cronista las situaciones que ocurrieron allí. Si bien él nació en 1660 se cree que pudo haber recogido testimonios posteriormente además de sumar a ello la observación de personas y lugares de la ciudad.

Su descripción detallada muestra los comportamientos más valerosos pero también los más miserables.

“El último hombre” de Mary Shelley (escritora británica que nació en 1797 y murió en 1851) es reconocida sobre todo por ser la autora de la novela “Frankenstein” (1817). En “El último hombre”(ambientada en el año 2073) una extraña epidemia, nacida de una guerra recorre el mundo y hace perecer a la humanidad. No es un dato menor que fue escrita en 1826 y publicada en 1836, dado que allí la autora utiliza la crítica a las estructuras sociales de la época.

El protagonista Lionel Verney, se sitúa en Roma en el año 2100 donde todos sus amigos han muerto víctimas de una epidemia. Viajar hacia el Mediterráneo parece ser el mejor plan para buscar a otro sobreviviente.

“Ensayo sobre la ceguera” de José Saramago es un texto más cercano a nuestros tiempos y relata como una epidemia repentina de ceguera afecta a toda la población. Esta simbología crea una atmósfera de automatización, donde las personas no son ciegas; sino que “están ciegas”.

Así la plaga se esparce dejando internados, personas en cuarentena y peregrinos por la ciudad que buscan su supervivencia moviéndose entre lo elevado y lo mezquino.

Es una metáfora surrealista sobre la irracionalidad humana y los silencios de nuestra época.

La literatura nos acerca a la ficción, a la narración que apuesta por ser precisa a la hora de la muerte colectiva de variados modos (no solo física) y en algunas facetas deambula  por la anticipación.

Está ahí para asombrarnos,para colmarnos de terror, para estremecernos ante la enfermedad, para pensar en civilizaciones avanzadas que han desaparecido y la historia es testigo de ello.

“Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos. Ciegos que ven, ciegos que, viendo, no ven”. José Saramago (Escritor, novelista, poeta, periodista y dramaturgo portugués.En 1998 se le otorgó el Premio Nobel de Literatura. Nació en 1922 en Portugal y falleció en 2010 en España).

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