Licenciado en Estudios Orientales. Posgrado en Negocios y Comercio de Asia Pacífico e India. Política Internacional; extremismo religioso.

El 17 de enero un coche bomba detonó en la capital colombiana dejando 21 muertos y 68 heridos. Durante la mañana del jueves pasado José Aldemar Rojas utilizó 80 kg de explosivos en la academia de policía General Santander, chocando contra el edificio.

Colombia, y en especial Bogotá, no son ajenos a este tipo de atentados: allá por 1989 Pablo Escobar ordenó un ataque contra un cuartel de la inteligencia colombiana, dejando 52 muertos y un millar de heridos. Por 2003 las FARC atentaron contra un club privado dejando un saldo de 36 muertos. Pablo Escobar, el capo narcotraficante fallecido, hoy es una historia de series y películas. Las FARC quedaron desarmadas luego de un acuerdo de paz hace 2 años bajo la presidencia de Juan Manuel Santos.

El Ejército de Liberación Nacional colombiano es una organización de extrema izquierda, que a través de una guerrilla urbana, propone derrocar al gobierno central del país sudamericano y establecer una revolución similar a la cubana. Fue creado allá por 1964 pero siempre se vio en la sombra de su hermano mayor: la FARC. Se estima que el ELN cuenta con 2.000 guerrilleros y opera principalmente en tres zonas: Nariño (cerca de la frontera con Ecuador), Antioquia en el centro del territorio y Arauca  en el noreste.

Cuando Iván Duque asumió el cargo de presidente, suspendió las charlas de paz iniciadas por Santos, luego de no poder acordar la liberación de 17 rehenes. El atentado es un acto de peso en la lucha armada que surge como contraparte a un avance de la policía en Cauca y Catatumbo. Para algunos analistas, el Ejército de Liberación Nacional puede ser un problema mayor al de las FARC. La organización es menos estricta y sus miembros no viven aislados; lo que dificulta indentificarlos.

El ELN hoy se financia a través del secuestro y el narcotráfico, pero se sostiene que recibe apoyo logístico y protección por parte del estado venezolano. Las relaciones entre Venezuela y Colombia no han sido buenas, y la nueva etapa en la presidencia de Maduro (disputada por sus pares regionales) mantiene ese foco de fricción. La inteligencia colombiana afirma vínculos a su vez, entre la organización guerrillera y el Cártel de los Soles. Este cártel es un rejunte entre el ejército venezolano, las fuerzas bolivarianas y otros elementos del régimen de Maduro que se dedica al narcotráfico como forma de financiamiento para el estado con base en Caracas. Asimismo, se cree que hay un acuerdo para el establecimiento de campos de entrenamiento del lado venezolano de la frontera. 

A todo esto se suma el rol de Cuba: allí viven 10 miembros de la guerrilla que son parte de un equipo en negociaciones de paz. Ante el atentado, Duque solicitó a su par Díaz-Canel, presidente de Cuba, la captura y traspaso de los insurgentes. Desde La Habana sostienen que hay un protocolo en caso de no poder sostener el diálogo, dejando implícito el salvoconducto que poseen los miembros de la delegación del ELN. Colombia argumenta que el grupo tomó autoría por el atentado y el Consejo de Seguridad de la ONU ya lo calificó como acto terrorista. Para Duque el protocolo no es válido dado que él no negoció. Cuba, que actúa como garante, parece firme en seguir el protocolo y dejará que el asunto se resuelva entre las cancillerías de ambos países.

Ahora bien, la nueva irrupción del ELN plantea una serie de interrogantes: ¿Volverán a la lucha armada aquellos que negociaron paz bajo el estandarte del as FARC?¿ Tomará el gobierno colombiano un rol más agresivo en la lucha contra el terrorismo?¿Hasta dónde llega la conexión entre ELN y Venezuela?.

El gobierno de Duque se encuentra en una encrucijada. Debe identificar a un grupo de liderazgo flexible (por no decir desorganizado), con miembros establecidos en las ciudades  que cuentan con un aliado que puede ofrecer armas, inteligencia y una cosa aún más importante: un territorio soberano donde Colombia no puede actuar, siendo a riesgo de desencadenar una guerra con otro estado. Duque podrá continuar su apoyo a Juan Guaidó (electo por la Asamblea Nacional como nuevo mandatario venezolano) y escalar el conflicto o intentar alguna negociación con Venezuela que desarticule parte del ELN y le ofrezca mayor seguridad dentro de sus propias fronteras. El Ejército de Liberación Nacional está en una posición favorable desde lo táctico: ha tenido tiempo de crear una red extensa que se esparce por toda Colombia, puede pasar a la “ofensiva” contra el gobierno central y replegarse del otro lado de la frontera, donde una bomba o disparo podría llevar un conflicto interno a una guerra regional.

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