Profesional de enseñanza primaria. Docente en contextos de encierro. Representante docente JCyD. Directora jubilada.

No es fácil escribir un ensayo. Sin duda aquellos, quienes lo hacen cuentan con un conjunto de habilidades que aparecen sostenidas en cómo y por qué sustentar sus ideas.

Escribir es parte del trabajo intelectual, es una herramienta de comunicación, pero también de argumentación.

La palabra ensayo proviene del latín exagium, o sea significa “acto de pesar algo”. Por lo cual, ensayar es probar, explorar, examinar, reflexionar. Así ponemos en movimiento nuestras ideas acrecentándose junto a la crítica y la polémica. Estos juicios personales nos llevarán a practicar la reflexión.

“Hay días en los que me levanto con una esperanza demencial, momentos en los que siento que las posibilidades de una vida mas humana están al alcance de nuestras manos. Este es uno de esos días”. Estas primeras líneas esperanzadoras dan inicio a un ensayo de Ernesto Sabato, “La resistencia”.

La senda que preludia este texto nos muestra un gran cartel luminoso que podría decir: cada acto, por mas mínimo que parezca, tiene sus consecuencias. Cuando el letrero se apaga nos deja en la mas profunda oscuridad, solo en compañía de los valores, la posibilidad de elección y de acción.

“Los seres humanos oscilan entre la santidad y el pecado, entre la carne y el espíritu, entre el bien y el mal. Y lo grave, lo estúpido es que desde Sócrates se ha querido proscribir su lado oscuro. Esas potencias son invencibles.” (Pág. 90)

Entre la amargura, la esperanza, el hastío y la racionalidad se delata la deshumanización social.

Sabato ese hombre necesitado de hablar, reflexionar y compartir, se bate a duelo con sus propias contradicciones. Por un lado declara enfáticamente que lo primordial es la educación. Sin embargo el proceso del cómo educamos hace que se interpele desde varios ángulos. Aclara y destaca el espíritu individualista de la institución escuela. “Creo que la educación que damos a los hijos procrea el mal porque lo enseñamos como bien: la piedra angular de nuestra educación se asienta sobre el individualismo y la competencia” (Pág. 80).

Y traba fuerte relación entre educación y poder.

“La educación no está independizada del poder, y por lo tanto, encauza su tarea hacia la formación de gente adecuada a las demandas del sistema.” (Pág. 81). Será tal vez por ello que en cada acto de campaña la educación y su sistema siempre están presentes y se caen hermosas frases de la boca de los políticos y políticas o aspirantes a serlo. Esas grandes metamorfosis que se proponen, quedan en “cambiar para que nada cambie”.

“Quienes se quedan con los sueldos de los maestros, quienes roban a las mutuales o se ponen en el bolsillo el dinero de las licitaciones no pueden ser saludados. No debemos ser asesores de la corrupción.” (Pág. 110). Ciertamente nombres y apellidos se agolpan en nuestra memoria a la espera de condena social y jurídica.

Aunque la esperanza siempre renace ante la oscuridad mas profunda. “Todo niño es un artista que canta, baila, pinta, cuenta historias y construye castillos… El arte es un don que repara el alma de los fracasos y sinsabores” (Pág. 113 y 114). Pero quizás nos debamos quedar con el escepticismo que ha logrado agitar su inquieto y rebelde espíritu de escritor.

Por ello, tal vez, la última frase del ensayo es: “El mundo nada puede contra un hombre que canta en la miseria.”

Resistir es pensar, es hacer cosas, es incluir, es emocionarse, es socializar, es mostrar, es demostrar, es caer y volver a levantarse.

Eso sí que es resistir con todo, pero fundamentalmente con esperanza.

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