Profesional de enseñanza primaria. Docente en contextos de encierro. Representante docente JCyD. Directora jubilada.

“No te pronunciaré jamás, verbo sagrado,

aunque me tiña las encías de color azul,

aunque ponga debajo de mi lengua una pepita de oro,

aunque derrame sobre mi corazón un caldero de estrellas

y pase por mi frente la corriente secreta de los grandes ríos”

Olga Orozco nació en 1920 en Toay, La Pampa (allí se conserva como museo su antigua casa, la cual funciona también como centro de actividades culturales) y falleció en 1999. Fue galardonada con el Premio Nacional de Poesía en 1988 y el Premio Juan Rulfo de Literatura de América Latina y el Caribe de 1998 (otorgado en Guadalajara).

Su creación poética fue mucho mas que palabra, fue sonido y música; con un ferviente arraigo dentro de la poesía de América Latina. 

Cuando recibió el galardón en México, al recibirlo afirmó que: “…los poetas creemos en las palabras como si fueran mariposas en libertad. Las palabras creen en los poetas, digo, cuando éstos vuelan en libertad.” 

Ella es esencia y consciencia.

Su primer libro “Desde lejos” fue publicado en 1946, pero además Olga Orozco ejerció también su profesión de periodista (empleando varios seudónimos), además de escribir guiones para radio, cine y televisión. Era una gran conocedora del teatro clásico español y argentino.

Su nacimiento como escritora estaba constituido por una verdadera oda a la familia, sus seres queridos.

“…Son los seres que fui los que aguardan, siendo el tiempo de la subjetividad tan inexpresable y tan inasible como la muerte” y también sus perdidas y desencuentros.

Sus obras ruedan alrededor de la soledad y la muerte. Aunque la melancolía también ejerce un fuerte papel.

Examinó el campo del tarot y ello la llevó a escribir poemas como “Cartomancia” donde dice:”…Aquí está lo que es, lo que fue, lo que vendrá, lo que puede venir./ Siete respuestas tienes para siete preguntas./ Lo atestigua tu carta que es el signo del Mundo:/ a tu derecha el Ángel,/ a tu izquierda el Demonio…” y en el poema “Para destruir a la enemiga”, la escritora emplea la literatura como instrumento para exorcizar su mal de amores:”… Hacia abajo la efigie y la inscripción:/ reina de espadas,/ dama de las desdichas,/ señora de las lágrimas:/ en el sitio en que estés con dos ojos te miro,/ con tres nudos te ato,/ la sangre te bebo/ y el corazón te parto.” Un conjuro por demás desafiante y amenazador con el que cualquiera se alejaría.

 Aunque siempre triunfaron en su arte los paisajes de la llanura pampeana y los montes cercanos a su Toay natal,  ellos fueron un buen marco para encuadrar sus poemas donde rememora la niñez junto a su abuela, donde observa la adolescencia como una época de descubrimiento pleno y da sitio a sus tesoros poéticos como brotes de la imaginación.

Afirmaba que la poesía sirve para lo extraordinario:” La poesía está entretejida con la sustancia misma de la vida, llevada hasta sus últimas consecuencias.”

Su generación, esa generación de los poetas y poetizas de la década de los 40 o la llamada también generación de la “Tercera Vanguardia” conmovió a los lectores con brisas de pasión, miedo, juego, libertad, infancia, goce, plenitud y deseo.

El arte fue algo mas para ella, fue un verdadero estilo de vida.

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