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La famosa Riviera italiana, ubicada en Liguria, una de las veinte regiones que conforman Italia, se encuentra localizada en la parte noroccidental del país y tiene por capital portuaria Génova. Es una de las regiones más pequeñas de Italia y se caracteriza por sus populares playas, pintorescos pueblos y por supuesto, muy buena comida. Limita estratégicamente al norte con Piamonte y Emilia-Romana, al sur con el mar de Liguria, al este con la Toscana y al oeste con Francia, más que nada para tener una idea geográfica. El clima es básicamente mediterráneo con alguna variante por la presencia de montañas. Mucho calor en verano pero algo húmedo y el invierno moderado. Recomiendo ir en primavera u otoño para aprovechar mejor el viaje.

Luego de una breve introducción, les cuento que llegué al destino en tren desde La Spezzia, otra ciudad que también pertenece a Liguria. El pueblo elegido para hacer base fue Rapallo, desde allí recorrimos esta famosa Riviera, glamorosa como ninguna. Nos alojamos en un palacete de época convertido en hotel 4 estrellas, llamado Europa, entre la estación de tren y la marina, la verdad que su ubicación era inmejorable, tranquilo pero con mucha onda y en verdad lo que más  pude disfrutar fue, sin dudas,  su desayuno en el medio del jardín con vista al Yatch.

Claramente nuestro principal objetivo era conocer Portofino, el día que llegamos nos amigamos con el lugar recorriéndolo a full y averiguando algunas cuestiones logísticas para los días venideros. Recuerdo un paseo marítimo lleno de restaurantes y heladerías, no podía esperar a probar los platos típicos de la zona, así como también el famoso gelatto italiano. Fuimos a tomar un cafecito al Hotel Excelsior, lugar de lujo ubicado en la mejor zona de la ciudad, a lo alto, con vista a la marina, imperdible.

Este primer día, desayunamos con un solazo, y partimos al puerto para tomar una lancha que nos llevaría a la Abadía de San Fructuoso y Portofino, día glamoroso si lo hubo. Luego de un recorrido de 30 minutos aproximadamente, arribamos a esta pequeña bahía, donde  se aconseja acceder vía marítima, la llegada fue increíble ya que venías navegando y de repente ves toda la construcción en tonalidades blancas que contrastan con el celeste del mar y la vegetación que la rodea, una postal para fotografiar. Según la leyenda los constructores del monasterio fueron cinco monjes españoles que huían de la Tarragona invadida por los árabes. Los monjes, después de un largo viaje, trajeron a este lugar encantado las reliquias del obispo San Fructuoso.  Y ahí comenzó la Abadia alojando religiosos. Si querés podes hacer playa, almorzar y/o visitar la Abadía, lo recomiendo 100%. Una vez recorrida la zona, tomamos la lancha de regreso para continuar hacia Portofino, el Saint Tropez Italiano, fueron 15 minutos de trayecto. Esta pequeña Villa de apenas 530 habitantes se encuentra dentro del Parque Natural Regional de Portofino.  A pesar de ser un pueblo pesquero, uno pensaría en austeridad, pero la verdad es todo lo contrario, es el lujo en cada pisada sobre sus calles adoquinadas, comenzando al llegar, el puerto lleno de Yates de lujo, al bajar, tenes las mejores tiendas de marcas mundiales, me hizo acordar mucho a Saint Tropez, los bares tienen sus mesas en las veradas con vista directamente a la marina, sus casas coloridas pasteles hacen que el lugar sea magnifico. Destino elegido por celebrities internacionales, hoteles de ultralujo con vistas privilegiadas, el glamour se respira por todos lados, tal es así que  hay una alfombra colorada por todo el camino peatonal al salir o entrar del pueblo. Ese día, recuerdo haberme encontrado con mi mamá que justamente estaba también en Italia, y coordinamos con sus amigos para tomar un aperitivo ahí en la marina, todo el encuentro fue muy chic. Recorrimos la villa, fuimos a la zona del castillo para contemplar el mejor atardecer, esa imagen la tengo grabada en mi retina, imposible de borrar. Anoten viajeros: Atardecer en Portofino.

Acceso peatonal a Portofino

 

Abadía de San Fructuoso
Vistas de Portofino

Otro día ha llegado, luego de disfrutar el preciado desayuno al aire libre,  decidimos hacer día de playa, tomamos un bus y volvimos para la zona de Portofino, dato importante, para acceder a estas playas, si o si, tenes que ir a un parador donde debes que pagar por el acceso y servicio, no es barato pero esta bueno para hacerlo una vez en tu vida. Te dan reposera y algunos hasta toallas. El agua es tranquila, transparente y el fondo lleno de piedritas, por tal motivo recomiendo llevar una especie de zapatillitas de goma para no lastimarnos los pies. Estuvimos casi todo el día, volvimos al hotel para arreglarnos un poquito  y asi esperar el atardecer tomando unos Aperols en Santa Margherite de Ligure.  Es una ciudad de cara al mar, con un paseo marítimo impresionante, lo caminamos de punta a punta, lleno de bares, heladerías y tiendas que hacen el combo perfecto. Decidimos quedarnos en uno de ellos tomando y viendo el atardecer, mientras chusmeabamos la gente del lugar, nunca había visto tantas motos de alta gama, ni hablar de Ferraris y  Porsches. Lo lindo del lugar es que podes recorrerlo a pie,  cenamos ahí comida de la región y volvimos en tren a Rapallo.  Fueron unos días hermosos, con mucha onda, mucha comida italiana que amo profundamente, muchos Aperols y especialmente de gelattos cioccolato fondente (chocolate amargo) todos los días fui probando uno de cada heladería que cruzaba en mi camino. Esta región está buena para combinar con la zona Cinqueterre ya que se conectan entre si por tren.  Sin dudas volveré por mas atardeceres que tanto enamoran  en la  amada riviera italiana.

Rapallo Marina

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