El 28 de diciembre del año pasado fallecía Amos Klausner, conocido internacionalmente como Amos Oz. Fue quizás el escritor israelí más renombrado en el mundo, obtuvo el Premio Príncipe de Asturias de las Letras de España; entre una extensa variedad de premios. Fue varias veces candidato al Nobel de Literatura.
Era hijo de refugiados judíos a los que echaron de Europa con violencia. Un continente que representaba para su familia el deslumbramiento y el desengaño, el fracaso y los logros.
Su obra oscila entre esos desarraigados y los supervivientes de múltiples desventuras.
Retrató como nadie la sociedad israelí de los últimos cincuenta años. Cimentó su literatura en familias rotas, desdichadas, interpuestas, agujereadas por el pesar y el desconsuelo.
Tal vez los máximos exponentes de su obra sean “Tocar el agua, tocar el viento” y “Una historia de amor y oscuridad”.
En la primera los personajes principales son Eliseo Pomeranz y Stefa, un matrimonio de judíos polacos.
Los nazis se acercan a Polonia en 1939, Eliseo escapa hacia los bosques mientras que su esposa permanece en la ciudad. Estos cultos profesores pasarán por diferentes vivencias hasta que Stefa llegue a Rusia (formando parte del Partido y actuando como espía) y Eliseo acabe en Palestina. Pero la vida los volverá a reunir.
Este cuento largo creado con humor y sarcasmo, nunca deja de lado el tema de la paz y la eterna lucha de Amos Oz para que arriben a ello tanto Palestina como Israel. Recibió en el año 2014 la Gran Cruz de la orden del Mérito Civil por encabezar debates y difundir por medio de artículos periodísticos este tema. Fue el creador del movimiento Paz Ahora.
“Una historia de amor y oscuridad” es en realidad una autobiografía novelada, donde cuenta su infancia y parte de su adolescencia durante el período de las décadas de los años cuarenta y cincuenta en la ciudad de Jerusalén. Allí habla de sus padres y el amor a la literatura que le inculcó su madre.
Además se permite contar la guerra desarrollada durante 1948 que no solo dejó destrucción en su tierra sino gran cantidad de vidas mutiladas. Pero como siempre Amos Oz demuestra una enorme prudencia a la hora de analizar los conflictos políticos.
Relaciona la importancia de cada espacio dentro de la intimidad familiar y un pequeño departamento donde la afección por los libros se abre camino en cada porción de pared.
A pesar de todo no solo descubre la literatura sino el amor por la vida y la subsistencia milagrosa.
La mayoría de sus relatos se ubican geográficamente en Israel, pero su material literario es común al mundo: el amor, la melancolía, la ambición, la resignación y la muerte.
Él mismo se declaró como un “testigo escéptico” de su época, quizás su alto dominio del sarcasmo lo hicieron presentir la ferocidad del poder, las carencias y el agotamiento de los seres terrenales.
“Se tenía la sensación de que si las personas iban y venían, nacían y morían, los libros eran inmortales. Cuando era pequeño, quería crecer y ser libro”. (“Una historia de amor y oscuridad” de Amos Oz).