Quizás Roberto Bolaño (Chile, 1953- España, 2003) sea más conocido por su novela “Detectives salvajes”, la gran galardonada con el premio Anagrama en el año 1998 y el Premio Rómulo Gallegos, pero “Amuleto”, la sexta obra del escritor chileno, se muestra como una historia atípica (sin haberlo pretendido el autor). Algunos opinarán que se trata de un policial negro, otros no serán tan estructurados a la hora de limitar fronteras entre los diferentes géneros.
Auxilio Lacouture narra un crimen salvaje y feroz. Ella es uruguaya, está exiliada en México, estudia letras en la Universidad Nacional de México, se autoproclama madre de los poetas mexicanos. El baño de la facultad de Filosofía será el refugio donde se oculta de la policía y posteriormente el túnel que la transportará a incesantes charlas con personajes de acción política. Su ambiente protector estará decorado con un inodoro el cual será su sillón y su lecho, el frío piso de grandes baldosas. Allí permanecerá un tiempo infinito con sus días y sus noches.
Durante el encierro en el cuarto piso de la Universidad en el mes de septiembre de 1968 las fuerzas policiales entran y el caos impera.
Esa misma Facultad era la que veía a diario a Auxilio hacerse unas “changuitas” para poder ganarse el sustento. Así se enteraba de todo lo que pasaba dentro y fuera de sus paredes “…vivía en la Facultad como una hormiguita o más propiamente como una cigarra, de un lado para otro, de un cubículo a otro cubículo, al tanto de todos los chismes, de todas las infidelidades, de todos los divorcios, al tanto de todas las tragedias”.
Así comienza a volar la memoria de Auxilio (el nombre lo dice todo, casi que nos exime de describir la situación de confusión que domina la novela), la locura juega con la realidad y la travesía histórica.
Por otro lado aparece el cura Sebastián Urrutia Lacroix, miembro activo del Opus Dei, poeta y crítico literario.
Así dos miradas divergentes sobre los mismos acontecimientos se contraponen. Una es de carácter social y poético, la otra conserva la naturaleza épica, pero con un ojo hábil colocado en los beneficios que trae el amparo del poder. Aquí Bolaño logra representar dos memorias, una individual y otra colectiva.
Como en todas sus historias existe y reside un personaje héroe que se complementa con su antagonista. Además nos sitúa como lectores al borde del abismo, nos señala la llegada de un apocalipsis embalado con papel pintado con trazos de terror y violencia.
Ya desde el inicio de “Amuleto”, Auxilio Lacouture nos dice: “Esta será una historia de terror. Será una historia policíaca, un relato de serie negra y de terror. Pero no lo parecerá. No lo parecerá porque soy yo la que cuenta, soy yo la que habla y por eso no lo parecerá. Pero en el fondo es la historia de un crimen atroz”.
En realidad podríamos decir que esta novela es producto de la convergencia y el cruce de información sociológica, política, psicológica y filosófica. Un juego de repaso de la memoria con contemplaciones desiguales.
“Para escribir novelas no hace falta imaginación, dijo Bolaño. Sólo memoria. Las novelas se escriben combinando recuerdos” (Roberto Bolaño, 2001).