Carlos Fuentes nació en Panamá, pero a los dieciséis años, su destino definitivo sería México. Sus inicios fueron periodísticos, sin embargo cultivó géneros como el ensayo y la crítica literaria. Su literatura delineó los mas finos trazos para mostrar la sociedad mexicana, su cultura y su psicología.
Como su padre era embajador, logró ilustrarse dentro de diferentes países americanos; entre ellos: Estados Unidos, Argentina, Chile, Uruguay y Brasil.
En los años sesenta fundó la “Revista Mexicana de Literatura”, pero en 1958 la crítica había reparado en él a causa de la edición de “La región transparente”.
Entre sus obras “Aura” es considerada la mejor creación de Fuentes. En ella cuenta la vida de Felipe Montero, un joven y apasionado historiador al cual se le cruza en su vida Aura. La búsqueda de un empleo mejor lleva a Felipe hasta una misteriosa casa en la ciudad de México. Consuelo es la tía influyente de Aura y dueña de la mansión donde la cotidianeidad se abre a los sucesos reales, fantásticos, a rituales mágicos cercanos a la brujería, pero también a la religión católica. Todo ello formará parte de un entrecruzamiento de acontecimientos fervorosos.
Doña Consuelo ejerce un poder hipnótico sobre su sobrina. Las palabras, los gestos, la quietud controlan a Aura. Se confunde el sueño y la vigilia. La realidad está deformada y en ese contexto el enamoramiento de Felipe, crece.
El nacimiento del amor es descripto por Fuentes con un fulgor fantasmal, los ojos verdes de Aura transmutan el reposo.
“Al fin, podrás ver esos ojos de mar que fluyen, se hacen espuma, vuelven a la calma verde, vuelven a inflamarse como una ola: tú los ves y te repites que no es cierto, que son unos hermosos ojos, verdes…Sin embargo no te engañas: esos ojos fluyen, se transforman, como si te ofrecieran un paisaje que sólo tú puedes adivinar y desear” (“Aura” publicado originalmente en el año 1962).
El segundo libro que más complació de Fuentes fue “La muerte de Artemio Cruz” (1962). Parece una historia sencilla y cerrada desde su título, pero encuentra la forma justa y original a la hora de narrar la vida del personaje Cruz y la historia de México. Este empresario y político rememora en su lecho de muerte los hechos más importantes de su vida, pero centra su memoria en la Revolución mexicana. En esa remembranza aparece la perdida de ideales, el amor de su vida, el matrimonio, su distanciamiento de la Iglesia, sus momentos épicos, pero también los miserables.
La superposición de los tiempos, los escenarios y sucesos diseñan una historia contada desde tres puntos de vista. El pasado, el presente y el futuro atraviesan el relato. Artemio Cruz agoniza y acopla sus recuerdos, el aquí y ahora y las reflexiones más íntimas. Orgullo, nostalgia, pesadumbre y miedo a la muerte.
Por ello, Fuentes es considerado uno de los cuatro fundadores esenciales del boom latinoamericano junto a Gabriel García Márquez, Julio Cortázar y Mario Vargas Llosa. Su producción literaria fue sustanciosa al igual que los premios obtenidos junto a Juan Rulfo (1983). Fue el segundo mexicano en obtener el Premio Príncipe de Asturias en 1994. Falleció en 2012 y sus restos descansan en el cementerio de Montparnasse en París.
Carlos Fuentes exhibió deliberadamente la historia y la cultura de su pueblo, dejando al descubierto con un brillo único, lo mejor y lo peor de su patria.