En los últimos días el Indec publicó una estimación del rendimiento de nuestro país en el apartado del comercio exterior en el mes de abril que, como ya sabemos, estuvo denominado enteramente por la parálisis impuesta por la crisis del coronavirus.
Como he mencionado en anteriores notas, esta situación que vivimos en la actualidad afecta de lleno el normal desenvolvimiento de la actividad económica en general, y el intercambio comercial con otros países en particular. Es de esta forma que, áreas como las que estamos analizando, tienden a reducirse. Es decir, los volúmenes comerciados tienden a achicarse. Durante el mes de abril, no hubo excepción. El intercambio comercial argentino, es decir todas las transacciones que se generan en nuestro país (exportaciones más importaciones) sería de 7.247 millones de dólares, un 23,8% menor al dato arrojado en abril de 2019.
Tanto las exportaciones como las importaciones cayeron considerablemente, siendo en este último ítem la mayor caída (30,1%, para mismo mes del año pasado). Esto termina configurando un escenario de superávit comercial de 1.411 millones de dólares, un numero interesante si se lo mira aisladamente. Para destacar es el hecho de que con nuestros 3 principales socios comerciales (China, Brasil y EEUU, en ese orden) solo tenemos superávit comercial con el gigante asiático, y además es el único de esa terna en donde nuestras exportaciones crecieron (50,6%). Es destacable el caso de Brasil en donde hay un desplome muy importante en el comercio, tanto en exportaciones como importaciones (caídas del 57,3% y 45,4%, respectivamente), veremos en este aspecto como se reconfigura la dinámica del comercio con nuestro socio principal histórico.
Es importante señalar el hecho de que no hay que confundirse por el buen resultado comercial obtenido, dado que si bien tener un buen superávit ayuda a mejorar la disponibilidad de dólares (muy necesarios para el pago de la deuda externa, por ejemplo), hacia lo interno de nuestras ventas observamos la mayor caída en las manufacturas de origen industrial (58,3%), sector que emplea mano de obra en cantidades importantes (es decir, importantes áreas generadoras de empleo). Por otro lado, y para complejizar aún más el panorama, se observa una importantísima caída en las importaciones se observa en los bienes de capital (34,9%) y en piezas y accesorios para los mismos (43,7%), mostrando así una fuerte merma en la inversión. Este ítem de la demanda agregada está determinado (entre otras variables), por las expectativas a futuro y por el rendimiento esperado del capital invertido. Es decir, cuando la inversión se reduce es porque los empresarios no ven un buen panorama en el mediano plazo, lo cual podría ser indicio de que, de mínima, la situación post pandemia va a ser difícil de repuntar.
Por estos motivos, entre muchos otros, es que, si bien siempre es bueno tener saldos a favor, la composición de lo comerciado a veces sirve para diagnosticar como puede llegar a venir la mano. Es evidente que nuestro sector industrial, golpeado por mil batallas, tendrá que enfrentar una más luego de esta pandemia, con los miles de trabajadores y trabajadores que de él dependen. Veremos en el corto plazo, como la paulatina vuelta a la normalidad en algunos países puede llegar a impactar en nuestras exportaciones. Esto dependerá de que les exportemos y que nos vendan ellos a nosotros y en que magnitud, pero a priori es hacer futurología dado que esta vuelta a la normalidad es en función de cómo evoluciona el covid-19 en los distintos territorios y luego, como es su recuperación económica.
En definitiva, abril arroja un buen resultado en términos de saldo, y otro resultado preocupante sobre el cual habrá que tomar medidas, en las áreas en las que se pueda accionar, dado que, al tratarse de comercio exterior, hay partes intervinientes sobre las cuales el gobierno no tiene control total.