Licenciado en Estudios Orientales. Posgrado en Negocios y Comercio de Asia Pacífico e India. Política Internacional; extremismo religioso.

 

Una ola de paquetes sospechosos invadió la casa de políticos, empresarios y famosos vinculados con la línea más liberal de la política americana en el correr de la semana. En un lapso de 72 horas 10 dispositivos explosivos fueron entregados vía correo a lo largo y ancho de los Estados Unidos; todos fueron analizados y detenidos (principalmente por la seguridad que rodea a los políticos americanos).

El primero fue George Soros, empresario ligado a los Clinton. La familia Clinton recibió también un paquete, así como el ex-presidente Obama. Un ex-procurador general de la Nación, una congresista, las oficinas de John Brennan de la CNN y por último la casa de Robert De Niro (si, el del Padrino) y el ex-vicepresidente Joe Biden. 9 paquetes de bomba de tubo y uno con “polvo blanco” que fue marcado por la posibilidad de contener algún tipo de arma química como ántrax.

Todos los paquetes fueron originados en el estado de Florida y según los expertos tienen capacidad destructiva. La construcción es bastante rudimentaria y casera; utilizando elementos que son detectables por posibles amenazas en la correspondencia. Ahora bien, la pregunta principal que nos debería surgir es: ¿Por qué ahora? La mitad de los que aparecen en la lista son privados con una inclinación política y la otra es de políticos retirados.

Las elecciones

Como sabemos, las elecciones de medio término están al caer en Estados Unidos y el país transitará unos comicios controvertids con un número inusitado de votantes (recordemos que el voto allí no tiene carácter de obligatorio). La presidencia de Donald Trump es controvertida no por lo económico sino por la posición política en cuanto a los derechos de las mujeres, los inmigrantes, la gente transgénero y cualquier minoría que podamos pensar; en una América tan diversa él gobierna para unos pocos.

Si los carpetazos ya tienen una connotación nefasta y son más comunes aún en los Estados Unidos, este año las cosas escalaron a mandarle bombas a la oposición (según los liberales americanos). Desde el mundo Trump y el ala más conservadora plantean algo que no se aleja mucho de la teorías de noticias falsas o fake news que el mandatario acuñó: las bombas enviadas a los Demócratas no es más que una operación política para desestabilizar al presidente y sus candidatos en estas elecciones de medio término.

No obstante que el presidente reconoció la amenaza que implica el recibimiento de dispositivos explosivos por parte de políticos prominentes y utilizó el término terror, sus seguidores deslizaron la teoría de bombas falsas y operativo político: los servicios de seguridad americanos y los liberales estarían trabajando en conjunto contra la presidencia.

En este clima inestable y donde todo parece relativo; hasta un atentado, no importa la baja probabilidad de efectividad del plan; sigue preocupando que haya un individuo o varios que armaron los paquetes, rastrearon las direcciones, los enviaron y pasaron una buena lista de controles con relativa facilidad.

Las votaciones en los diversos estados se irán dando a lo largo de noviembre y determinarán la composición del congreso para los próximos dos años de Trump. El bipartidismo americano hace que cada aliado que Trump pierda se convierta en un enemigo a sus proyectos de ley, presupuesto y principalmente un posible voto para su pedido de juicio político o impeachment sea por las causas de abuso, el manejo de los casos del FBI contra Clinton o algún otro escándalo como los que vienen invadiendo el ciclo de noticias hace 2 años. Como parámetro: a Clinton le iniciaron un proceso por una relación extramatrimonial, a Trump lo acusan de nexos con Rusia, pagar para silenciar a una actriz porno con la que mantuvo relaciones, una docena de casos de abuso, no declarar impuestos, etc.

El FBI ya tiene una zona y posiblemente un nombre, siendo muy probable que encuentren al o a los responsables de los dispositivos en el correr de hoy o mañana; lo que no quita que este noviembre será un mes intenso para la política americana.

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