Profesional de enseñanza primaria. Docente en contextos de encierro. Representante docente JCyD. Directora jubilada.

 

La literatura es un formato comunicacional que propaga cultura y conocimientos con suma efectividad desde épocas pasadas y trasciende muchas veces a la historia misma.

Actúa como fuente de entretenimiento, erudición y multiplicador de los saberes. Nos permite desarrollar nuestra personalidad y expandir nuestro pensamiento, pone en acción nuestro cerebro y nos informa del entorno que envuelve a la sociedad a la que pertenecemos y el resto de ellas.

Muchos textos nos pueden remitir a recuerdos infantiles, nuestro primer libro leído dentro de la escuela o del hogar. Ese elemento casi mágico cobraba vida cuando lo sentíamos como propio, lo leíamos completo, lo cambiabamos, lo retomábamos como un gesto de pasión pura e incontrolable.

La exigua lista que aparece a continuación pueda aplicar para cualquier época de la vida. Algunos son textos más conocidos y otros tal vez ignorados. Esta recopilación se encuentra determinada con la base puesta en autores de siglo XX, muchos de ellos premio Nobel, otros no, pero que sin duda han revolucionado el mundo de las letras.

  • “El libro negro” de Orhan Pamuk. Cuenta como Galip, un abogado quien vive en Estambul, desea encontrar a Rüya, su prima y esposa. Él atesora sospechas que se ha ido con otro hombre (concretamente su hermanastro, Celá, periodista quien también ha desaparecido). En esta novela policial Galip toma la identidad de Celá y lo esperan grandes riesgos.

Orhan Pamuk recibió en el año 2002 varios premios por su libro “Me llamo Rojo” y  así su proyección mundial fue en ascenso. En 2005 se lo enjuició en Turquía, ya que fue acusado de injurias al Estado por declaraciones realizadas en un diario suizo. En el mismo señaló que negar la muerte de un millón de armenios y alrededor de treinta mil kurdos constituía para la sociedad turca una herida abierta y un tabú injustificable. Posteriormente fue absuelto gracias a la presión de la prensa occidental. Obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 2006. Este licenciado en periodismo entrama las diferentes perspectivas y voces que hacen que las referencias históricas y culturales se muevan con total comodidad en espacios reconocidos de Estambul, apelando a la ironía y la intriga.

  • “El nombre de la rosa” de Umberto Eco. La historia cuenta los asesinatos que ocurren en un monasterio de Italia. Guillermo de Baskerville un franciscano, antiguo inquisidor y su joven pupilo Adso de Melk se ven envueltos en esa trama como visitantes del lugar. Ambos deben descifrar el camino laberíntico para llegar a los libros más custodiados de la biblioteca.

La división que atravesaba la Iglesia, la inquisición,las herejías y la doble moral dan importancia y profundidad a los personajes.Las únicas verdades que sirven, dice Eco al final del libro, son los instrumentos que luego hay que tirar.Sin desperdicio y para leer desde diversas visiones.

  • “La insoportable levedad del ser” de Milan Kundera. Su autor nació en 1929 en República Checa, estudió en la Academia de Praga y enseñó historia del cine por una década. En 1975 emigró a Francia ya que sus obras habían sido prohibidas luego de la invasión rusa a su país. Escribió “La insoportable levedad del ser” en 1984, sin embargo recién se editó en 2006. Siempre se mostró como un fuerte crítico al socialismo y su obra plasma lo que él vivió en Europa del este durante el período de la guerra fría. Dicho esto el autor cuenta la relación amorosa de dos parejas (Tomás y Teresa; Sabina y Franz) los cuales conviven con la represión del comunismo soviético luego de la invasión de Praga. Aborda desde una óptica diferente temas como el amor, la infidelidad, la sexualidad y la política. Los toques filosóficos e irónicos pasean de la mano de las experiencias amorosas vividas dentro de un clima ofensivo.
  • “Mujeres” de Charles Bukowski. Un auténtico Bukowski comienza así: “Tenía cincuenta años y no me había acostado con una mujer desde hacía cuatro. No tenía amigas. Las miraba cuando me cruzaba con ellas en la calle o dondequiera que las viese, pero las miraba sin ningún anhelo y con una sensación de inutilidad.” Henry Chinaski, el escritor y protagonista ve como cambia su suerte y se siente desbordado por la presencia femenina que lo lleva a una carrera desenfrenada de encuentros sexuales. Esta breve reseña desencadenará, como toda la trayectoria literaria de Bukowski, odios y amores, certezas y dudas. En verdad dice aquello que no todos se atreven a escuchar sobre las relaciones amorosas pero no solo habla de borracheras y sexo, sino que afronta más profundamente el sufrimiento, la soledad y el desencanto.

 

  • “La mujer comestible” de Margaret Atwood.Antes del famoso y distópico “El cuento de la criada”, Margaret Atwood escribió en 1969 “La mujer comestible” donde cuenta la historia de Marian en el Canadá de los sesenta donde las mujeres solteras mantenían su ritmo profesional. Su novio Peter no se ve rodeado de buenas experiencias a la hora de contraer matrimonio, pero pese a las reservas de ambos, deciden casarse igual. Desde entonces, Marian ya no podrá comer alimentos que hubieran tenido vida antes. Su cuerpo se desintegra y con él su ego también.

 

  • “Demasiada felicidad” de Alice Munro. Este libro consta de diez cuentos escritos por la pluma de Alice Munro, lo cual deja implicita la delicadeza y la ferocidad al mismo tiempo de la autora y sus relatos. El último cuento es el que da nombre a este texto y cuenta la historia de Sofía Kovalevski (1850-1891) matemática y novelista que recorrió Europa en busca de una universidad que admitiera mujeres como profesoras y su lucha ante un amor contradictorio.

Diez cuentos que asemejan ser novelas completas por su contenido, pero independientes entre si; conectadas por hechos cotidianos que abrazan historias de vida.

El ser humano se contruyó como ser social desde los tiempos más distantes y el principal elemento de esa sociabilidad es la palabra.Si nos apropiamos mejor del uso de esta unidad lingüistíca dotada de sentido seremos más completos, más útiles, más excelsos.

El lenguaje nos impregna y ello tiene como vehículo a la lectura.Aquella misma que estimula la imaginación, la participación y el espíritu crítico.

Valerse de este hábito no solo para incorporar conocimientos sino para ocupar ratos de ocio creará mundos.

“La eternidad es una de las raras virtudes de la literatura” (Adolfo Bioy Casares,nació en Buenos Aires el 15 de septiembre de 1914 y falleció el 8 de mayo de 1999 en Buenos Aires).

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