Profesional de enseñanza primaria. Docente en contextos de encierro. Representante docente JCyD. Directora jubilada.

El dolor es mucho más que una sensación física. Es también emoción, percepción, señales de molestia. Empatizar con el dolor de los demás puede ser un trabajo arduo y fatigoso. Para muchas personas la escritura creativa hace más soportable el desconsuelo propio y ajeno. Así lo entendió Joan Didon (Estados Unidos 1934-2021), esa periodista y escritora que sacó de lo más profundo de su corazón, su primera novela de no ficción. “El año del pensamiento mágico” fue publicado en el año 2005, nació exactamente nueve meses y cinco días después de la muerte de su esposo, ocurrida mientras su hija se encontraba en terapia intensiva.

Nada es absoluto, todo es relativo. Certezas pocas, somos solo un largo monólogo de dudas. La vida cambió en un instante. La vida es un instante.

Joan Didon comenzó una vida nueva a partir de una cena que no fue. Su esposo simplemente se desplomó. Las primeras palabras que escribió después de este suceso fueron: Notas sobre el cambio. Su ensayo es una oda a la perdida, pero también a aquellas acciones automáticas que dilatan el duelo. Firmar papeles, realizar trámites, tomar decisiones, hablar con la casa velatoria. Pero la burocracia terminaba y ella se quedaba sola con el dolor. 

Mientras tanto su hija aún tenía un desafío enorme por delante, salir de su estado crítico, por lo cual Joan decidió no contarle hasta su recuperación plena, del fallecimiento de su padre. Ese mismo año (2005) también su hija fallecía tras una lenta agonía y escribiría “Noches azules”. 

La muerte, el duelo fueron la materia prima de su escritura. Su tristeza más honda y persistente narraba con fervor las ausencias. Ellas dejaban de lado eso que Joan definiría como “el instante normal”. Así navegaba por recuerdos que se entrecruzaban y creaba una idea infantil, un pensamiento mágico que construía momentos en los que los muertos ya no están, pero parecen estar vivos y dice: “Sé por qué intentamos mantener con vida a los muertos: intentamos mantenerlos con vida para retenerlos con nosotros” (“El año del pensamiento mágico”).

“Noches azules” trata el tema del duelo y la muerte con dureza, ahora es Quintana su única hija, la que ha fallecido. Su vida se entrelaza con la de ella, los recuerdos, la rabia, el encuentro de Quintana siendo adolescente con su familia biológica, el temor a ser nuevamente abandonada, la causa de su fallecimiento, el sobrevuelo por las adicciones, la etapa adulta de su hija, las coincidencias y las diferencias en el crecimiento de esa niña, la maternidad y la muerte.

Así decía:” Seguimos pensando que la felicidad y la salud y el amor y la suerte y los hijos hermosos son bendiciones comunes y corrientes”. (“Noches azules”). Ni tan comunes, ni tan corrientes; aunque muchas veces demos las cosas por presupuestas.

Joan tenía un aspecto físico que la hacia ver como un ser frágil, casi etéreo, sin embargo algo habitaba en su interior, algo que movilizaba su cuerpo y su espíritu, una energía que la empujaba hacia adelante, a pesar de todo porque Joan Didon fue el fruto delicado de perdidas devastadoras. Esa mujer tal vez solo anhelaba un instante normal.

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