Profesional de enseñanza primaria. Docente en contextos de encierro. Representante docente JCyD. Directora jubilada.

“Instrucciones para llorar” de Julio Cortázar en “Historias de cronopios y de famas”, Buenos Aires, Alfaguara, 1998.

“Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingresa en el escándalo ni que insulte a la sonrisa con una paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente.

Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en lo que no entra nadie, nunca.

Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma de la mano hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto.

Duración media del llanto, tres minutos”

Quien mejor que él, Julio Cortázar, para darnos los pasos y las formas de lograr los diferentes tipos de llantos. Nosotros, como lectores ideales, tal cual nos imaginó; comprenderemos la importancia de la conexión con los sentimientos, la sensibilidad y acataremos “las instrucciones para llorar”.

“La llave de Sarah” de Tatiana de Rosnay (Francia-1961) es la típica historia nacida para ser éxito de ventas que posteriormente fue transformada en película. En ella se cuenta como una niña, Sarah, encierra a su hermano pequeño en un armario con el propósito de evitar que se lo lleven junto a su familia a un campo de concentración. Ella buscará regresar por Michael, ya que tiene la llave en su poder.  

La autora habla además de la colaboración francesa con las tropas nazi. El Velódromo de Invierno, cerca de la Torre Eiffel, era el inicio de una travesía hacia el horror.

“Kokoro” de Natsume Soseki (Japón 1867-1916) publicó este libro dos años antes de su muerte, lo hizo por entregas en un diario (Asaki) de Tokio. El título “Kokoro” significa corazón en japonés y cuenta las etapas de la vida y la amistad de dos personajes (al que no les colocó nombre) un hombre mayor y un joven. El de menor edad relata, imagina, anticipa, estrecha la relación con alguien al que él da en llamar Sensei.

Este autor moderno e imaginativo pone en pugna las circunstancia que acompañan la evolución espiritual del hombre en tiempos de individualidades y falta de valores. Así aprenderemos más sobre las prácticas rituales de su país.

“Los ríos profundos” de José María Arguedas (Perú 1911-1969) Una vez más Arguedas aborda la temática indigenista. La lengua quechua atraviesa toda la obra donde Ernesto y su padre abogado, llegan a la ciudad de Cuzco para buscar trabajo. La mezquindad y las penurias para ellos recién comienzan, especialmente para el niño, el cual permanecerá internado a cargo de un grupo de religiosos. Allí Ernesto tendrá contacto con los indígenas andinos y su dura realidad. El desprecio, la discriminación, el castigo, los abusos físicos y de poder serán un verdadero río profundo donde lo más importante no es lo que se ve, sino lo que subyace. Una cultura que desafía a la vida, porque vivir ya es un verdadero milagro.

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