Profesional de enseñanza primaria. Docente en contextos de encierro. Representante docente JCyD. Directora jubilada.

La obra de Octavio José Oliverio Girondo (Buenos Aires 1891- 1967), conocido como Oliverio Girondo es una de las que más se mueve entre los lectores de habla hispana, quizás las costumbres propias referencian a un sistema de vida y de estructuras que rompe con todas las reglas y se acomoda a la vanguardia. Su mejor costumbre, forzar los límites. Sus poemas, un verdadero homenaje a la incorrección y la ironía.

Su obra “Veinte poemas para leer en el tranvía” (publicada en su primera edición en el año 1922 en Francia, posteriormente se publicó en el año 1925 en Buenos Aires en la revista Martín Fierro) se caracteriza por ser progresista, allí se describen las vivencias de un hombre que atravesó varios continentes, quizás por ello el espíritu citadino perfuma su poesía. Sus ojos no miraban, observaban aguda e irreverentemente.

La vida cotidiana irrumpía en la lírica. Luego de dedicar a “La Púa” (el cual consistía en un grupo de artistas y escritores que se reunían a discutir cuestiones de carácter estético – literario alternadamente entre París y Buenos Aires) y “Cenáculo fraternal”, donde expresa:”… con certidumbre reconfortante de que en nuestra calidad de latino – americanos poseemos el mejor estómago del mundo, un estómago ecléctico, libérrimo, capaz de digerir y de digerir bien, tanto unos arenques septentrionales o un kous kous oriental, como una becasina cocinada en la llama ó uno de los chorizos épicos de Castilla.”

Sin dudas Oliverio apunta a lo común, lo corriente, dejando de lado la complejidad interpretativa de la literatura poética que solo buscaba construir símbolos. Ese “mejor estómago del mundo” acepta, digiere y modifica el mundo caótico e inexplicable de los “latino-americanos”, su pueblo. Claro está que esta obra cuenta con una entrada libre al arte plástico, algunos de los poemas se encuentran ilustrados por el propio Oliverio Girondo con fuerza, originalidad y dramatismo.

“Calcomanías” fue publicado años después en Madrid (España, 1923) así con ella busca imprimir imágenes de un fondo a otro, lo verdaderamente importante es lo que queda, eso que habrá que rasquetear para poder sacar, soltar. Así culminan sus viajes por los diferentes continentes acercándonos a las capitales más tradicionales de Europa. Claro que su poesía continuó con varias obras, entre ellas “Espantapájaros” (1932), “Persuasión de los días” (1942), “Nuestra actitud ante el desastre” (1940) esta cuenta como un escritor derrotado psíquicamente por la situación que atraviesa Europa (Oliverio la describe como:”… algo podrido y exquisito; un Camembert con ataxia locomotriz…”) llega a Buenos Aires. Lino Enea Spilimbergo (Buenos Aires, 1896- Córdoba, 1964) ilustró mágica y pavorosamente este libro.

Esa ataxia o dificultad en la coordinación de los movimientos de la que habla Girondo puede haber encerrado la apatía y la desilusión de muchos escritores de la época. Luego de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) ya no quedaban ganas para festejar las extravagancias del viejo continente.

Por lo cual, así como la de tantos caminos literarios, su poemario se dio el lujo de mutar, experimentar, observar, describir y burlarse. Creó un juego al que dieron en llamar poesía vanguardista.

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