Profesional de enseñanza primaria. Docente en contextos de encierro. Representante docente JCyD. Directora jubilada.

Juan Laurentino Ortiz nació en Entre Ríos en 1896. Puerto Ruiz era por entonces un pequeño y apacible pueblo, quizás por ello se llenó de la poesía que celebraba el río, la naturaleza y el exuberante paisaje.

Si prestamos atención a sus títulos, ellos evocan la condición franca y sencilla de su espíritu: “El agua y la noche” (fue su primer poema y lo escribió a los treinta y siete años), “La rama hacia el este”,” De las raíces y del cielo”, ”En el aura del sauce”, “El alma y las colinas” solo por mencionar algunos.

En “Fui al río” crea, vive y siente un vínculo indisoluble con él, aunque no permanezca por siempre a su lado. “Fui al río, y lo sentía/ cerca de mí, enfrente de mi./ Las ramas tenían voces/ que no llegaban hasta mí./ La corriente decía/ cosas que no entendía…”

La visible realidad lo envolvía. Su escenario era “el país del sauce”, su voz así lo nombraba y la poesía argentina le otorgaría un lugar de privilegio rodeado de aquellos conocedores del campo de la lírica más exquisita.

Es verdad que su obra permaneció oculta por mucho tiempo, pero en el año 1970 una editorial de la ciudad de Rosario tomó la iniciativa y dispuso recopilar sus poemas en un libro llamado “En el aura del sauce”.

En el año 1976, tiempos de la dictadura militar, aquellos libros que no habían sido vendidos fueron quemados. Desaparecía así parte de la travesía literaria poética de nuestro país. En aquella época se consideraba que la poesía no decía nada, no enseñaba nada, mas no exponer u opinar también es un modo de hacerlo, se puede hablar aún sin palabras.

Ortiz no enseñaba, no decía, pero horadaba la piedra:”…No hay temas en poesía. Hay constantes poéticas, pero la poesía puede ser lo menos temático. Se suele creer que el tema es algo objetivo que está frente al poeta y que éste lo aborda. Pero la experiencia poética es una percepción, un sentimiento de ciertas zonas de la realidad que el conocimiento racional no abarca. La poesía es fundamentalmente descubrimiento…” (Fragmento extraído del libro “La poesía del futuro, conversaciones con Juan L. Ortiz”).

Palabras que dicen y “palabras que dicen sin decir”. Lo sensible y lo comprensible. Sus emociones hermanadas con los elementos que constituyen el mundo. Su discurso contemplador unido al poder del alma.

Su lírica circuló por dos caminos: la naturaleza y la poesía social. Así el amor al verde también lo trasladaba hasta las realidades históricas y políticas mas cercanas a las grandes urbes. Ambas cohabitaban.

El 2 de septiembre de 1978 fallecía en la ciudad de Paraná Juanele como lo conocían todos.

En el año 1996 se inició lo que se dio en llamar el re- descubrimiento de su obra. Ello coincidía con el centenario de su nacimiento. La edición de las “Obras Completas” de Juan L. Ortiz estuvieron a cargo de la Universidad del Litoral. Así se materializaba lo que había sido una mera intención y quedaba como testimonio un escrito del poeta que no necesitó de las luces de la gran ciudad para inspirarse. Se regocijó en el hombre- paisaje.

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