Profesional de enseñanza primaria. Docente en contextos de encierro. Representante docente JCyD. Directora jubilada.

Tzvetan Todorov nació en Sofía (Bulgaría) en el año 1939, pero en los años sesenta emigró a París. Dos Todorov convivieron en los setenta y ocho años que vivió (falleció el 7 de febrero de 2017). Uno llevaba en alto la bandera del estudio del lenguaje y las Ciencias Sociales donde marcó una etapa, pero ya en los años ochenta dejó de ser “francés a la fuerza” y descubrió, escribió y experimentó su condición de “desplazado” (según él mismo lo expresó).

“La Conquista de América” (1982) mostró cómo el otro puede descubrirse y transitar esa exploración desde el pasado.

Esta obra podría ser segmentada en tres partes. La primera es “El descubrimiento de América”, Todorov creía que la conquista fue motivada por el afán de encontrar nuevos mercados, apropiarse de nuevas tierras para la explotación, pero sumaba como motivación el “…servicio a Dios, la del simple regocijo de contemplar la naturaleza, y la necesidad de buscar nuevas historias que contar. Así, lo divino, lo natural y lo humano, fueron los ejes sobre los que giró la empresa del llamado Descubrimiento de América”. Consideraba que Cristóbal Colón deseaba expandir la religión católica al mundo, pero además otra motivación era la naturaleza y lo que ella aportaba. Fue un estudioso de los astros, las historias épicas y las aventuras de Marco Polo. Sus pensamientos se apoyaban en el etnocentrismo, por ello Colón creía fervientemente que todos los nativos eran iguales (“… su estatura, su desnudez y todos andan pintados igual…”). Tenía la certeza que no profesaban religión, lengua ni ley alguna.

Todorov decía que Colón descubrió “América” pero no a los americanos.

La segunda parte es “La Conquista” donde lo más común y frecuente es aceptar la preponderancia bélica de los españoles y relacionarlo con el triunfo de la conquista. Todorov lo enlaza con la convicción ideológica de superioridad que tenían los colonizadores, la capacidad de adaptarse a diferentes situaciones, la certeza de un propósito divino para el que habían sido creados y del cual ellos eran solo un mero instrumento proyectado para y por la religión. Concebían sus valores como verdaderamente importantes.

La tercera y última parte consta del “Epílogo”, aquí Todorov considera que para conquistar lo que debe prevalecer es la concepción del otro, la predominancia de las ideas, la importancia de ellas, la adaptación, la asimilación y la transformación de la cultura. En resumen toma en consideración que: “la buena información es la mejor forma de imponer poder”.

Este libro abre diferentes caminos (si bien posee una visión conquistadora eurocentrista) sobre el autoconocimiento (para Todorov este estaba en ejercicio pleno de los españoles) y el conocimiento de los otros (a cargo de los americanos). Es verdad que cada estrategia de subsistencia, cada conocimiento relacionado con la naturaleza, cada forma de organización social, cada estructura de comunicación fue aplastada `por la conquista. Quizás sí es posible que este texto nos deje una enseñanza y ella se aproxime a no calificar o juzgar las distintas culturas comparándolas con la propia.

En palabras de Todorov:” Reconocer al otro como diferente permite amarlo mejor”. Confiamos que esta máxima se encuentre, hoy, lejos del exterminio y la dominación a la que fueron sometidos los pueblos originarios.

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