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Hoy viajaremos a la joya mas deseada de toda la Costa Azul, les seguro que hay muy pocos lugares con tanta categoría, glamour, estilo y más. Situada a 100 km de distancia de Niza en el sur de Francia en Provenza-Alpes-Costa Azul. Posee una población de tan solo 5000 habitantes, el francés su idioma oficial aunque la mayoría hablan inglés debido a su status internacional dando como resultado  gran numero de visitantes extranjeros. Quería contarles un poco de su origen, recibió su nombre de un mártir cristiano, Saint Torpes. Cuenta la leyenda que el emperador romano Nerón ordenó su ejecución, fue decapitado, y su cuerpo fue colocado en un bote con un gallo y un perro, arrojado en el Río Arno en la Toscana Italia, y parece ser que llegó el cuerpo intacto a las costas de la actual Saint Tropez, se suponía que el cuerpo tenia que alimentar al gallo y al perro, pero llegó impoluto, los lugareños nombraron la aldea en su honor, convirtiéndose en el Patrono de los marineros. 

En la antigüedad, este pueblo pesquero,  ocupó un lugar  militar estratégico, construido entre 1590-1607 para defender la costa contra los piratas y otros invasores, la Ciudadela todavía vigila a los aldeanos  y el mar, aquí encontramos 3 torres medievales que protegen el puerto. Esta localidad es de visita obligada en cualquier época del año para los amantes del mar y los aficionados a la historia y al arte. Su intensa agenda cultural, que incluye actos y actuaciones del máximo nivel, contribuye a su fama de destino único y perfecto tanto para familias como para los mas jóvenes que disfrutan de la noche. Vale decir, que a pesar de haber sido un pueblo pesquero, se ha hecho famoso gracias a la actriz Briggitte Bardot. En verano Saint-Tropez se convierte en un balneario de moda donde se encuentra la jet-set de todo el mundo. Y los turistas pueden disfrutar paseando por el puerto y contemplando veleros y yates, uno mas lujoso que el otro. Durante este período hay mucha movida continuamente, de día y de noche, y el centro del pueblo nunca se queda vacío gracias a sus restaurantes, tiendas de creadores, cafés y discotecas. Pero Saint-Tropez no sólo tiene este lado glamuroso y festivo. Fuera del período estival la tranquilidad y la autenticidad reinan en este pintoresco pueblo provenzal. Y es el mejor momento para descubrir todos sus encantos. 

El destino en sí es caro, desde una bebida sin alcohol hasta dormir tiene un alto precio, yo fui a pasar el día, el tema fundamental es su accesibilidad, poco práctica ya que las estaciones de tren de alta velocidad (TGV), verdadera esencia de Francia, se sitúan, justamente, en Toulon y St Raphael, a varias decenas de kilómetros. La ruta principal que une Marsella y Niza, tampoco pasa por la costa lo que hace que la llegada a St-Tropez no sea cómoda. Quizás sea eso lo que ha impedido un crecimiento vertiginoso y más descontrolado de la zona. Sin embargo, esto no impide que los precios de los cafés y los helados  sean más caros que en Champs Elysees de París. Tampoco evita que las marcas más prestigiosas y caras de ropa y complementos y los vehículos más poderosos y exagerados circulen por las callecitas y estén estacionados ahí para ser admirados. En este punto mucho me hizo acordar a Mónaco, donde el parque automotor es 11 puntos, nunca había visto tantos autos de alta gama juntos.

En mi caso particular, me senté en un cafecito, frente  al puerto viejo, a pleno de colores pasteles, muy característico de toda la Costa Azul, lleno de yates y  donde tomé una coca light con hielo y limón, la más cara de toda mi historia de viajera, pero valió la pena, disfruté ese paisaje, ese momento a pleno.

En sí, el destino es un pueblito muy pequeño con murallas, ciudadela y calles muy angostas que recomiendo recorrer a pie y dependiendo la época del año, usar un sombrero porque el sol pega directo. Es muy simple recorrer la zona de playa, a la entrada de la ciudad nos encontramos con la playa de arena fina de La Bouillabaisse. En el mismo viejo barrio de la Ponche, entre la Torre del Portalet y la Torre Vieja se encuentra la playa del mismo nombre. En pleno corazón de la ciudad. Esta playa fue un puerto de pescadores, después puerto principal de comercio del XVII al XVIII. Les Canebiers (Cañaveral), una de las más grandes y anchas, discurre junto a la ruta de Salins. Es la playa por excelencia de St-Tropez y la playa de Les Salins tiene un color rosáceo derivado de los fragmentos de coral que se encuentran entre la arena. El paseo de las playas es un recorrido que a pie puede durar unas tres horas para recorrer los 12 kilómetros que hay entre St-Tropez, la playa de Tahití, pasando por la antes mencionada Bahía de Canoubiers. Fuera del mar, encontramos la Ciudadela, es el monumento preeminente de la ciudad, por su envergadura y situación. Las necesidades defensivas de la ciudad, constantemente objeto de ataques de piratas, corsarios y turcos, como les había mencionado anteriormente,  provocaron la construcción de un fortín desde la Edad Media, aquí mismo se localiza el Museo de la Historia Marítima, muy interesante a la hora de entender la cronología del lugar.

El centro neurálgico del pueblo, esta dado por las calles que albergan las grandes marcas, como Dios, Hermes, Dolce Gabbana, Chloé, Gucci, Valentino, me encantó su arquitectura, porque están mimetizadas con el entorno, son pequeñas pero no dejan de lado el lujo que las caracterizan.  Tenemos también la Plaza des Lices, plaza principal, donde los martes y sábados  esta el mercado callejero, le cuento que venden de todo, para comer, souvenirs, ropa, esta buenísima.

En sí, es un lugar con muchísimo glamour, hasta uno se siente importante, es como soñar despierta, amé haber tenido la oportunidad de conocerlo, de vivirlo y disfrutarlo, gracias Saint Tropez por tanto brillo. Volveré!

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