Licenciado en Estudios Orientales. Posgrado en Negocios y Comercio de Asia Pacífico e India. Política Internacional; extremismo religioso.

Durante la noche parisina del 26 de julio, dos individuos no identificados lanzaron cócteles incendiarios, más comúnmente conocidos como molotov, contra la Embajada de la República de Cuba ubicada en la capital de Francia. El evento, si bien no tuvo heridos y sólo afectó la fachada del edificio, se ha convertido en un evento que la cancillería cubana ha determinado como un “atentado terrorista” con vínculos a los Estados Unidos, en una clara vinculación con los atentados de los años 70’s y 80’s a las embajadas del país caribeño. ¿Es un evento aislado o hay algo detrás?.

Del hecho en sí no hay mucho para comentar. Según revelaron las fuentes francesas como las cubanas, el ilícito ocurrió entre la noche del 26 y la madrugada del 27, donde dos personas lanzaron molotovs contra la Embajada cubana en París sin dejar heridos, pero con daños a la fachada del edificio. Ante la situación, el ministro de Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez, denunció un atentado terrorista, apuntando al Gobierno de los Estados Unidos en “sus repetidas campañas” contra el pueblo cubano y su gobierno. Según Rodríguez, Estados Unidos estaría fogueando llamados a la violencia. Recordemos que Estados Unidos, hace algunos días, emitió un comunicado apuntando al conflicto entre la ciudadanía del país caribeño y el gobierno, que vimos en noticieros de todo el mundo. Este documento, que contó con el aval de Austria, Brasil, Colombia, Croacia, Chipre, República Checa, Ecuador, Estonia, Guatemala, Grecia, Honduras, Israel, Letonia, Lituania, Kosovo, Montenegro, Macedonia del Norte, Polonia, Corea del Sur y Ucrania fue desestimado por el gobierno cubano, enfocándose en la no adhesión de 184 países parte de Naciones Unidas.

El conflicto origen del incidente en la embajada no es otro que las manifestaciones populares en Cuba y la represión en consecuencia de la Brigada Especial Nacional del Ministerio del Interior. Mientras para Estados Unidos esto es un “llamado a la libertad del pueblo cubano”, la República de Cuba minimizó la situación, hablando de un país “totalmente en calma” además de una “manipulación de la información” por parte de los norteamericano. En lo que refiere a la represión en sí, el gobierno cubano, relativizó las imágenes que observamos a principios de este mes, hablando de “escenas peores” de violencia policial en Europa y América Latina. Para los funcionarios cubanos no hay estallido social, es una operación yankee al mejor estilo de la Guerra Fría.

Si bien aún no hay mayores informaciones que permitan inferir un ataque organizado contra la embajada cubana, hay una historia de incidentes violentos. El año pasado, allá por marzo, la embajada emplazada en la capital de los Estados Unidos sufrió un extraño ataque donde un hombre descendió de su auto en medio de la noche y disparó con un rifle automático contra sus puertas. Sin heridos, el ataque resultó ser de la autoría de un ciudadano cubano residente en Estados Unidos, lo curioso es que fue sólo a unas cuadras de la Casa Blanca, supuestamente uno de los lugares más seguros del mundo. Mientras Estados Unidos habló de un incidente aislado donde se capturó al agresor, Cuba criticó la no investigación de los grupos anticastristas que residen en el país vecino.

Por otro lado, tenemos la inversa: el ataque a la embajada de Estados Unidos en Cuba. Allá por 2016, se dieron una serie de ataques sónicos continuados a lo largo de meses, de los cuáles se dieron cuenta luego de ver en los empleados del recinto los síntomas de confusión, dolor de cabeza y mareos. La situación, que no pasó a mayores, fue un punto de quiebre al deshielo diplomático iniciado en la gestión de Barack Obama por 2014, teniendo de hecho una visita al país caribeño en 2016. Con el nombre de Donald Trump en la boca de todos con su sorpresiva elección a fines de 2016, comenzaron las represalias contra el mandatario, si bien aún no había tocado la Oficina Oval o siquiera hablado de Cuba. Aunque no hubo nunca acciones violentas contra los diplomáticos norteamericanos en Cuba, la gran mayoría ha denunciado a lo largo de los años acciones que parecen más planeadas por adolescentes que por miembros de un Servicio de Inteligencia. Con una vigilancia extrema, se dieron situaciones de corte de luz en las viviendas, pegamento en las cerraduras y bolsas con excrementos en la puerta de sus casas.

Hoy, no obstante de Estados Unidos contar con un nuevo presidente en Joe Biden, ex-vicepresidente en los dos mandatos de Obama y con una postura similar, la relación no parece haberse recompuesto. El remanente del castrismo se encuentra muy golpeado por la pandemia, que ante la falta de divisas para la compra de vacunas y el cierre del turismo mandó al país a quizás su peor crisis desde la caída de la Unión Soviética. Este descontento general de la población se trasladó a las calles, donde a fin de demostrar la fuerza del Estado, se reprimió dejando más de 500 detenidos y al menos un muerto, si bien se habla de diversas cantidades de números dependiendo la “orientación” del medio. Parece ser, que ante la pérdida de cohesión, el gobierno cubano volvió a la retórica del famoso “Imperio del Norte” del que tanto hablaban los difuntos Chávez y Castro como el origen de todos los males para la revolución en América Latina.

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