Las andanzas del concejal, Marcelo Muñoz, no son nuevas para los vecinos de Tolhuin, pero quizá desconocidas para los del resto de la provincia. Con más causas que proyectos presentados de ordenanzas, en esta ocasión Muñoz deberá responder ante la justicia por un confuso evento en un supermercado, donde habría golpeado a un joven en la ciudad de Río Grande. Con antecedentes similares en 2012 y 2017 uno se pregunta: ¿cuántas más le van a dejar pasar al concejal?.
La causa antes mencionada, tipificada como “lesiones leves dolosas” data del día 4 de septiembre de 2019, cuando en la ciudad de Río Grande, en un supermercado ubicado sobre la avenida San Martín al 1600, Muñoz habría golpeado y dejado ensangrentado a otro vecino de Tolhuin de apellido Juárez. Hoy, con las pruebas y declaraciones ya realizadas, el juez Césari Hernández decidió procesar al edil.
Si hacemos memoria esta no es la primera ni la segunda que Muñoz “se manda”. En 2017 fue denunciado públicamente por “estafa”, cuando un vecino, Roberto Villaroel, denunció que el edil le había ofrecido una “patente de taxi más dinero en efectivo” para que realice trabajos en su casa particular. No obstante, Muñoz no cumplió totalmente el trato, dejando una supuesta deuda de 350 mil pesos.
Yendo más atrás en el tiempo, está el incidente durante la jura del concejal Telmo Benites, allá por 2012. En aquel momento se terminó armando una verdadera batalla campal que terminó con denuncias cruzadas entre todas las partes involucradas. Ahora bien, si a estos tres eventos le sumamos la seguidilla de situaciones que no llegaron a la justicia, el concejal Muñoz tiene un prontuario frondoso, que nos deja con la intriga: ¿por qué no lo removieron de su cargo? ¿tendrá tanto poder Muñoz como para manejarse de forma tan impune?.
No es nuevo ver noticias policiales con el nombre del edil rondando. Que si se agarró a las piñas con tal, que si le incautaron el auto un fin de semana o hizo un acuerdo cuanto menos sospechoso para arreglar la casa. Lo curioso pasa que sigue allí, en su banca, como si nada de estos hubiese pasado.
Tolhuin hoy atraviesa un proceso de cambio, con grandes obras como el asfaltado de la bajada del lago y la construcción de su hospital modular. Ese proceso, además de ser de infraestructura, debe tener una contraparte en lo institucional. Las acciones de Muñoz son más que reprochables y no tienen lugar en un espacio de diálogo como es el Concejo Deliberante. Si la causa fuese una, quizá Muñoz podría alegar una “operación”, término tan candente en este último tiempo en la política para esquivar alguna situación, pero aquí el volumen marca un patrón: el concejal se maneja como en el barrio, sino le gusta algo lo resuelve con las manos.
Que actúe de tal forma no sólo es un desprestigio a la institución que representa, sino una afrenta a todos los vecinos y vecinas de la ciudad de Tolhuin, que buscan en sus representantes la capacidad de escuchar, acordar y poder trabajar con los que piensan distinto. No sé cuál será la explicación de Muñoz para los distintas causas que mencionamos, pero no parece casualidad que hablemos en más de una ocasión de peleas y lesiones como resultados de una disputa. Si le decimos a nuestros chicos que no arreglen las cosas a las piñas ¿por qué se las dejamos pasar a un adulto como si fuese nada?, peor aún ¿cómo esperamos que Muñoz pueda acordar algo en una ordenanza o sesión del Concejo?.
En este momento, uno esperaría un acuerdo de todo el arco político de Tolhuin para tomar una decisión de cómo se tienen que manejar sus funcionarios y decirle basta al acuerdo por izquierda y la violencia como recurso de resolución de problemas. Si Tolhuin quiere presentarse como la ciudad joven y pujante que es, deberá reevaluar a qué clase de dirigentes tiene entre sus filas para representarla. Muñoz, quien no parece adaptarse a este esquema y lo ha demostrado en varias ocasiones, hoy sigue en su cargo, lo que no lleva a uno a más que pensar…
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