Periodista de Tierra del Fuego.

Tierra del Fuego no tiene un gran historial en lo que refiere a negocios con China. Más de uno recordará, allá por 2008, las fallidas gestiones de la por entonces gobernadora Fabiana Ríos para la instalación de una planta de urea y crear “Tierra del Fuego Energía y Química S.A.”, con una inversión de más de 700 millones de dólares. La empresa adelantó un primer pago de 30 millones de dólares y no cumplió con el resto de los pagos por lo que se dio de baja el convenio y si inicio una demanda por unos 30 millones de pesos que la empresa quedo debiendo de multas por falta de pagos. Ahora, luego de un mega acuerdo entre la República Popular China y Argentina, se dieron a conocer 15 proyectos que se impulsarán en todo el país, siendo uno de ellos el Polo Logístico Antártico en Ushuaia.

Podemos hablar de números, de el crecimiento exponencial de China y, por consecuencia, de su integración en la trama productiva nacional, proveedora de aceites y granos al país con casi 1.400 millones de habitantes. Para un país como el nuestro, con poca credibilidad externa y una abultada deuda externa en camino a reestructurarse, las inversiones extranjeras directas son una bocanada de aire para las obras de infraestructura. En este acuerdo, figuran proyectos como la mega granja porcina y la central nuclear en Campana, así como el antes mencionado para la provincia.

El gobernador Melella meses atrás, bajo el decreto 1346/2020, pidió suspender los plazos procesales del juicio hasta que se solicite la reanudación de alguna de las partes en el caso que involucra a Tierra del Fuego Energía y Química S.A. Parece, que sabiendo de una posibilidad de avanzar con el Polo Logístico Antártico, optó por, como quién dice coloquialmente freezar la contienda legal con los inversores chinos. Según sus palabras, el Polo “ampliará la matriz productiva y generación de empleo sostenible en Tierra del Fuego”. Con la mejora de infraestructura, la provincia podrá proveer de variados servicios a las bases antárticas, potenciará la venta de bienes y permitirá la instalación de empresas.

Si lo vemos del otro lado, China coloca una pieza importante en el tablero, justo bajo un territorio que en la lógica debería ser de influencia norteamericana, todo por el módico precio de 30.000 millones de dólares. No es casual el acercamiento de Biden a la gestión nacional, que ya trató tanto a Rusia como China de mercantilistas, hablando de la venta de vacunas y las sendas donaciones que la marina norteamericana dejó en el país tras su paso. Desde el resto del mundo entienden que Alberto no es Cristina, por lo que deberán “ganarse” el favor del presidente argentino, que aprovecha no tener un acercamiento directo con ninguna potencia para asegurar obras y puestos de empleo.

La provincia, por su parte y sin mucho esfuerzo, recibe una obra de gran volumen que le permitirá en primer instancia paliar la caída de la construcción y poner dinero en circulación en la calle. Más a mediano plazo, el Polo le generará puestos de trabajo y un logro de gestión pensando más en lo político. La viabilidad de la obra en sí ahora depende directamente de Nación, por lo que es bastante más factible que se realice, más pensando en la necesidad china de asegurar mercados de alimentos. Si pasamos en limpio: el acuerdo es por la mega granja porcina, el Polo Logístico suma y le mete presión a los Estados Unidos en la zona, pero no es el objetivo final.

No obstante lo beneficioso de la obra para la provincia, el acuerdo tiene sus puntos de conflicto. Los ambientalistas se han mostrado en oposición a proyectos como las represas en Santa Cruz y sobre todo, la planta porcina. Alegando la contaminación en el agua y el suelo que producirán los desperdicios. Si bien se agregó una cláusula al borrador sobre “el cuidado del medioambiente” no se propone ninguna medida específica. Con las represas pasa algo parecido: estas obras podrían afectar al glaciar Perito Moreno, así como destruir sitios arqueológicos, junto con el cause del Río Santa Cruz.

Con toda gran obra viene un análisis del impacto ambiental, toda alteración del hombre sobre la tierra lo tiene, y los beneficios económicos que traerían estas nuevas iniciativas. En el caso fueguino no será tan visible como en Santa Cruz o el norte argentino con la granja porcina, pero estará presente con la mayor concentración de barcos que transiten el Canal de Beagle. Hoy la provincia vuelve a transitar un fase de romance con las inversiones chinas, más por la necesidad de la crisis, que por una solución a los conflictos previos de acuerdos truncos. Por suerte para Melella, la decisión nunca estuvo en sus manos: podrá disfrutar de los beneficios de la obra, pero no habrá consecuencias si el proyecto no prospera o tiene impactos negativos tangibles. Parece ser, que todo lo que se hace en Tierra del Fuego, es nacional. Los tiempos del territorio parecen haber vuelto, y si Nación no empuja, nada avanza.

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