Durante lo que va del mes de octubre, mucho se especuló respecto al valor de la inflación de septiembre. Varios analistas no dudaron en señalar que dicho numero estaría por encima de un 3%, augurando una aceleración inflacionaria para los meses que siguen. Sin embargo, el Indec reveló una cifra muy similar a la de agosto (2,7%), siendo esta de un 2,8% respecto al mes anterior.
Más allá de que este valor es bajo en relación a nuestra historia reciente, se sitúa en el primer puesto como la inflación más alta desde el inicio de la pandemia. Esto acompaña las mejoras en la actividad económica y, además, se ve fuertemente influenciado por las expectativas devaluatorias que existen en los últimos meses debido a la escasez de dólares.
Los mayores aumentos se dieron en los rubros “Prendas de vestir y calzados” con un 5,8% y “Bebidas alcohólicas y tabaco” con un 4,3%. “Alimentos y bebidas no alcohólicas” aumentó 3,0% en septiembre y fue la de mayor incidencia en el Nivel general y en todas las regiones. Se destacaron las subas en “frutas, verduras, tubérculos y legumbres” y en “carnes y derivados”, que fueron parcialmente compensadas con aumentos menores -e incluso algunas bajas- en “Productos lácteos, Aceites, grasas y manteca”, y “Bebidas no alcohólicas”.
En lo que va del año, el Índice de Precios al Consumidor creció un 22,3% y en los últimos 12 meses llevamos acumulado un 36,6% de crecimiento. Cabría esperar a fin de año un nivel menor a este último señalado, dado que los últimos meses de 2019 fueron bastante álgidos en cuanto a materia inflacionaria se refiere.
No obstante, el último Relevamiento de Expectativas de Mercado del Banco Central prevé una inflación del 36,9%, la cual si bien es menor a la que se esperaba en agosto (37,8%), sigue estando bastante por encima de la tendencia que muestra la evolución del indicador analizado. Esto no es de extrañar, dado que, en los últimos meses, las proyecciones han sido bastante más pesimistas de lo que la realidad marca, algo urgente a revertir por el gobierno nacional.
Una pregunta que cabe hacer es, ¿Por qué siguen subiendo los precios? Si bien hay una innegable tendencia decreciente en la inflación, los precios igualmente suben; menos, pero suben. En medio de una de las caídas más importantes en la actividad económica de las últimas décadas producto de la pandemia, llama la atención de mucha gente este hecho.
Una respuesta sencilla a este interrogante es que, la inflación como fenómeno se encuentra explicada por factores objetivos y subjetivos los cuales interactúan entre sí. Entre los primeros se encuentra lo medible, es decir, la evolución de la actividad económica, el tipo de cambio, la estructura productiva, la emisión monetaria, la puja salarial, entre otros. En este caso, solo cayó la actividad económica, mientras que todo lo demás tuvo una tendencia similar a la desarrollada en los últimos años.
Entre los factores subjetivos, las expectativas actuales, modeladas por la coyuntura que vivimos, se suman a la experiencia de las últimas décadas, las cuales tuvieron a este fenómeno como una constante de la dinámica económica de nuestro país. Si sumamos estas dos cuestiones podemos ver que no hay demasiados motivos para un cambio abrupto en el índice y también queda claro que esto no se resuelve de un día para el otro.
Para finalizar, si bien se exhibe una mejora respecto de los últimos años, una devaluación podría tirar por la borda estos progresos. En la etapa final del anterior gobierno, la virulencia del tipo de cambio fue la punta de lanza para explicar los violentos aumentos en los precios. Por ende, mantener claridad sobre esta cuestión va a ayudar a tener una normalización paulatina en la inflación.