Profesional de enseñanza primaria. Docente en contextos de encierro. Representante docente JCyD. Directora jubilada.

La infidelidad se ha retratado desde la época clásica con textos característicos como “La Iliada” de Homero cuando Helena es la causa de una guerra por serle infiel al rey Menelao con el príncipe Paris.

Pero si realizamos un repaso rápido por los clásicos veremos que la mujer siempre aparece como protagonista de la infidelidad y el adulterio (notablemente no ocurre lo mismo con el hombre). Quizás algunas de las razones para ser dueñas de tal protagonismo literario radique en las penas sociales muy leves para el adulterio ejercido por el hombre en comparación con la mujer (ella era la pecadora y él el honorable caballero).

Otro argumento podría ser que la infidelidad era pensada como una consecuencia del aburrimiento dentro del matrimonio burgués, pero el precio a pagar era alto si se descubría; ya que la moral religiosa se imponía como verdadera justicia divina.

El sujeto en el que se depositaba el amor prohibido por lo general era un hombre influyente. La deslealtad, por lo general, apuntaba a un sacerdote, un militar o un noble.

“La dama de las camelias” de Alexandre Dumas (h) se cree que está inspirado en hechos reales. El autor vivió un romance con una cortesana allá por el año 1847. En este texto aborda el tema de la prostitución, personificado en Margarita Gautier. El padre de su enamorado (Armando Duval) le pide que lo abandone por el bien de su familia.

Alexander Dumas (h) acomoda convenientemente a una escritura impecable, una historia creativa, personajes con amores exagerados y negativos, para desatar un final impredecible.

“Como agua para chocolate” de Laura Esquivel cuenta la historia de amor imposible de Tita (la hija menor de Mamá Elena) quien es criada por Nacha, la cocinera de la casa. La muchacha está predestinada a la soltería, en cambio su hermana Rosaura será ofrecida en matrimonio a Pedro. Pero él ama a Tita.

El amor prohibido, el amor eterno, lo conveniente, lo creativo, los aromas de la cocina, la esencia de la infidelidad modelan una historia espinosa.

“La letra escarlata” de Nathaniel Hawthorne describe la Inglaterra del siglo XVII, pudorosa, en la cual Hester Pryne desarrolla sus artes amatorias. En este contexto es acusada de adulterio, se enfrenta a la humillación pública, es torturada (marcada con una letra A en el canesú de su vestido).

El reverendo Arthur Dimmesdale es probablemente el padre de la hija de Hester. Ella nunca dirá la verdad por lo cual Hester cargará con toda la responsabilidad. El pecado y la culpa serán solo suyos.

En aquella época, las mujeres se casaban y pasaban a ser propiedad del hombre. Los derechos y obligaciones eran diferentes según el género, sin embargo el vínculo legal y religioso que los unía era idénticos.

Estos autores cuentan historias reales de su tiempo. Los finales tristes y despiadados eran frecuentes. 

Sin duda el ser hombre presentaba argumentos sobre sus actos con una realidad sesgada y antojadiza. En favor de ellos deberíamos advertir que no era un tema de fácil abordaje dada la autoridad de la Iglesia, el poder y la justicia. Perder sus contactos sociales o negocios era lo único importante.

El adulterio de las mujeres era juzgado, castigado y ejecutado con crudeza. Solo ellas (fuertes pero subyugadas por la tradición y la formación religiosa) podían atentar contra la estructura patriarcal. 

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