Licenciado en Estudios Orientales. Posgrado en Negocios y Comercio de Asia Pacífico e India. Política Internacional; extremismo religioso.

La pandemia global del COVID-19 ha generado distintos tipos de respuestas en el mundo. Mientras algunos países apuntan a una cuarentena flexible como Dinamarca, otros dejan solo los servicios esenciales funcionando; como Argentina. Casos más extremos son los de Turkmenistán, donde el término Coronavirus quedó censurado.

El caso de Filipinas genera preocupación en todos los medios internacionales. Según declaraciones del presidente Rodrigo Duterte, las fuerzas armadas y policía están autorizadas a disparar a quienes violen la cuarentena en el país del sudeste asiático. Con más de 57 millones de habitantes en su isla principal (Luzón) y unos 102 millones de habitantes en total, las medidas responden, según las fuentes oficiales, a una violación de la cuarentena el miércoles en forma de protesta contra la falta de insumos y alimentos a lo largo de dos semanas.

No es la primera vez que Duterte opta por una decisión terminante ante una amenaza en la sociedad. En la guerra contra el narcotráfico de 2017 a 2019, Duterte pagó por la prueba de muerte de los narcotraficantes que tanto fuerzas armadas como civiles cazaban a lo largo y ancho del país. El año pasado, él mismo confirmó que arrojaron desde el gobierno los cuerpos de los capos de la droga del país.

En su discurso luego de la violación de la cuarentena Duterte declaró: “No voy a titubear. Mis órdenes para la policía y los militares son las mismas, si hay algún problema o violencia, dispárenles. No intenten intimidar al gobierno. No desafíen al gobierno. Van a perder”. Según la Universidad Johns Hopkins, que rastrea los casos a nivel mundial del coronavirus, Filipinas cuenta con 2.633 infectados (Nº 31 en casos totales en el mundo) y 107 muertes. A decir verdad, para el volumen del país y la cercanía al origen del virus, Filipinas se encuentra en una mejor situación que vecinos como Malasia y Tailandia, pero la falta de infraestructura y servicios básicos del país insular lo pondrían en un grave riesgo ante una escalada de infectados. 

Mientras que otros países como Corea del Sur, Singapur y Polonia utilizan tecnologías móviles para constatar la cuarentena, desde Filipinas parecen optar por la mano dura militarizada. Duterte mencionó que a los que sean detenidos violando la cuarentena y arrestados, no se les brindaría alimento. Rápidamente, como en casos anteriores, el aparato de comunicación del estado salió a explicar que el presidente “se estaba expresando con una hipérbole, para explicar la gravedad de la situación.” Según el Jefe de la Policía Nacional Archie Gamboa, los oficiales no fueron instruidos para disparar a los que violen la cuarentena.

La crisis del COVID-19 nos ha propuesto una pequeña ventana a ver el funcionamiento y tipos de medidas que aplican los gobiernos alrededor del mundo. En rara ocasión podemos comprar políticas porque no todos los países atraviesan las mismas dificultades. En el caso de Filipinas no sorprende la actitud del mandatario, que sigue en su línea de la ley o la morgue.

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