La palabra criptografía está formada por el término griego kryptós, que significa oculto y grafía, sufijo que se refiere a la escritura.
Por ello podemos decir que la criptografía es algo así como un código encriptado, un verdadero arte de crear mensajes codificados con claves secretas.
Su fin último es proteger la información enviada así solo los verdaderos destinatarios serán los poseedores de la clave correcta.
En la antigüedad quien manejaba la mayor y mejor información era el favorito para ganar las batallas mas difíciles, así nació la necesidad de encriptar mensajes.
Su principal objetivo era cuidar la confidencialidad de los datos militares, políticos, religiosos y comerciales.
Los jeroglíficos del antiguo Egipto son tomados como lo primeros ejemplos de escritura oculta. Si bien estos no tenían un fin militar, eran de neto corte religioso.
Recordemos que fue necesaria la piedra de Rosetta para develar el contenido de estos jeroglíficos (Esta presentaba tres tipos de inscripciones: la superior contaba con los jeroglíficos del Antiguo Egipto, la central con la escritura demótica egipcia o la referencia a la última etapa del Antiguo Egipto y la inferior con el Griego Antiguo).
En la “Íliada” de Homero se hace mención al uso de mensajes cifrados, Belerofonte entrega una carta encriptada al rey Ióbates de Licia escrita por el rey Preto de Tirinto, en ella decía que el mensajero debía morir.
Los espartanos idearon un sistema criptográfico donde enrollaban un pergamino sobre una estaca que servía para ordenar las letras y por lo tanto descifrar el mensaje. El secreto radicaba en saber cuál era la posición correcta.
En tiempos modernos la criptografía colabora con la ciencia informática y sus complejos sistemas de seguridad. Una llave privada que actúa como un escudo ante el robo de datos personales.
Ya vemos que este juego de ocultamiento no queda restringido solo al mundo de los espías o las agencias de investigación. Nos rodea.
También se utilizó durante la denominada Gran Guerra o Primera Guerra Mundial y durante la Segunda Guerra Mundial, la criptografía se volvió estratégica e imprescindible.
Aquí es donde abre otro frente de batalla la máquina Enigma quien con sus mensajes ponía en conocimiento las posiciones de los buques de suministros de los aliados y así caían ante los submarinos alemanes. Esta empleaba un código de sustitución de unas letras por otras dadas por medio de un algoritmo.
Así la criptografía aun nada entre las matemáticas y el lenguaje, independientemente del idioma.
Escribir mensajes ocultos a la vista de todos, escribir cifrado y confidencialmente no es un invento del que pueda enorgullecerse nuestra era, es patrimonio de la antigüedad.
