El Banco Central dio a conocer el nuevo informe del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) para el mes de diciembre de 2019, el cual se llevó a cabo en los últimos días de dicho mes y tiene como objetivo conocer el pensamiento de distintos actores económicos -consultores, académicos, entidades financieras, entre otros-, sobre el devenir de las principales variables macro en los próximos meses.
Algunos de los ejes centrales que se evalúan son las proyecciones del sendero inflacionario, la tasa de interés, el nivel de actividad, y el saldo fiscal. Para el primer ítem, los consultados en diciembre prevén una inflación más baja para 2020 que la que pronosticaban en los meses de octubre y noviembre del año que terminó. La misma se ubica en 42,2%, más de 10 puntos porcentuales por debajo de los números de 2019. Sin embargo, aún continúan siendo niveles altos y no se ha revertido la imagen general post PASO, más allá de su leve mejora.
Como muestra el grafico, recién en 2021 retornaríamos a niveles de inflación cercanos al 30% y en 2022 al 25,5%. Quedará en manos del gobierno nacional generar herramientas que den señales positivas respecto al control de esta variable. Sin embargo, considero que la inflación no obsesiona a la actual administración sino más bien, el poder adquisitivo. Es decir, que las personas aumenten su capacidad de compra. Esto básicamente se garantiza con acuerdos salariales mayores a la inflación (cualquiera sea su nivel) o con transferencias que cubran parte de las compras. Lo que si desvela al gobierno es la competitividad externa, por lo cual obviamente tiene que tener un ojo puesto en el nivel de precios y su evolución en el tiempo.
En la proyección del tipo de cambio se da una modificación interesante. El desdoblamiento cambiario de hecho que surge producto del recargo del 30% para compras en el exterior y turismo, sumado al cepo más impuesto a la compra de divisas, evidentemente estaría funcionando como un ancla para el precio del dólar, de comportamiento violento en los últimos años. De esta forma, la divisa norteamericana cerraría el 2020 en $80,5 frente a los $85,9 previstos en noviembre del 2019, es decir una baja de $5,4. Algo para destacar es que para fines de 2021 se espera un dólar a $98,5, es decir, una variación menor al 25% respecto al 2020. Si tenemos en cuenta que la inflación esperada para 2021 es de 30,1%, entonces claramente se espera un escenario de apreciación cambiaria para los próximos años.
Para finalizar hay dos variables a tener en cuenta: el nivel de actividad y el déficit. En el primer caso, la proyección del pbi para 2020 es de caída del producto, como viene siendo desde agosto de 2019. En el presente informe se prevé una caída del 1,6%, ligeramente menor a lo registrado en octubre y septiembre.
Por otro lado, el resultado del sector público no financiero sigue evidenciando una mejoría en el déficit esperado para 2020, siendo el mismo de $164,7 miles de millones ($35,3 miles de millones menos, respecto del anterior relevamiento). El primer pronóstico para 2021 sugiere que el déficit continuaría acotándose hasta $91,6 miles de millones. En este sentido, las medidas encabezadas por el Impuesto PAIS se leen como un intento con posible efectividad en la búsqueda de sustentabilidad fiscal.
En definitiva, la mejora en las expectativas es leve producto del poco tiempo que lleva el nuevo gobierno en funciones y del funcionamiento de las variables macro en los últimos años. Se verá en los próximos meses si las políticas económicas llevadas adelante pueden fortalecer esta tendencia o se terminan diluyendo.