Licenciado en Estudios Orientales. Posgrado en Negocios y Comercio de Asia Pacífico e India. Política Internacional; extremismo religioso.

El ex-presidente Evo Morales está viviendo semanas muy movidas desde lo político: después de elegir Argentina como su nuevo lugar de asilo, se prepara para iniciar una campaña política que instale a un nuevo candidato del MAS en el país transandino.

Morales, luego renunciar al cargo de presidente, pasó a aceptar el asilo que se le brindó en México, pero no permaneció en el país más de un mes. López Obrador, presidente mexicano, lo aceptó en calidad de refugiado y asilado político: hasta la Ciudad de México lo distinguió como “huésped distinguido” donde fue vitoreado por los presentes. Un poco más adelante en el tiempo la reacción no fue tan positiva: el expresidente se encontraba dando un discurso en una actividad de la UNAM donde fue abucheado, pero en general fue una estadía amena donde pudo brindar gran cantidad de entrevistas y exponer su caso. ¿Por qué abandonó México? Está claro que la relación con la vicepresidente de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, y las agrupaciones políticas tuvo peso. En una primera instancia Morales declaró que pidió por asilo en Argentina pero el presidente anterior, Mauricio Macri, rechazó la misma. Con la llegada de Alberto Fernández al poder el traslado parecía claro. Según Sola, parte del acuerdo para recibir el estado de refugiado político es que no podrá interferir en la política boliviana, pero luego fue rebatido por el Jefe de Gabinete Cafiero, que declaró que «Morales tiene los mismos derechos que un ciudadano argentino».

Ahora, parece que el MAS está usando Argentina como plataforma para su campaña política en las próximas elecciones: detalló que tiene planes para volver a Bolivia y que junto con militantes y dirigentes (se esperan unos mil) evaluarán a los posibles candidatos. El 29 de este mes por la mañana en Buenos Aires, se reunirán para definir una fecha en la cual anunciar a los posibles candidatos. Aunque ya hay nombres y mediciones circulando las oficinas del MAS en la capital argentina, se esperará el ok del ex-mandatario para ungir al que entrará en la contienda por el cargo de presidente.

En una entrevista que dio el martes 24, el ex mandatario recalcó estar “absolutamente convencido” que Estados Unidos tuvo relación en el golpe de estado militar que terminó con él fuera del poder hace unos meses. ¿El objetivo? Tomar control de las reservas de litio que el país posee: un negocio multimillonario que abastece a la industria tecnológica.

Según Evo, Bolivia estaba comenzando a industrializar su producción de litio, y estaban a pocos pasos de instalar un precio del litio; tomando como referencia sus reservas de más de 16.000 kilómetros. La combinación de la reacción positiva de la política americana oficialista sobre el golpe y los posibles aliados comerciales de Bolivia en este negocio (Rusia y China) le dan un sustento a la teoría. Con una nueva coalición política de derecha y anti indigenista, parece que el gobierno de Jeanine Añez y los que buscarán el poder en las nuevas elecciones, estarán más cerca del gobierno de Donald Trump que los aliados históricos del Este.

Ahora bien, está la otra cara de la moneda: Foreign Policy (un medio americano parte del grupo Washington Post), realizó un artículo a fines de noviembre explicando que: “El litio de Bolivia no es el nuevo petróleo”. En este artículo detallan que el postulado presentando por Morales y otros tiene poca base: Estados Unidos no avalaría un golpe de Estado en Bolivia para proteger las reservas de litio. Según el medio, las diferencias principales es la concentración de litio, que son menos raras que las de petróleo en cantidad, sosteniendo que el precio del metal se encuentra en la baja. Hoy la industria del litio está en busca del bien en calidad alta, lo cual sumado a la reducción de los precios propone un panorama de baja inversión en el futuro cercano y problemas de oferta.

El problema del litio pasa más por encontrar el modo de masificar producción de baterias de gran calidad, más que el acceso al material en sí. Bolivia se encontraba desarrollando la producción con dos empresas: una China y una alemana. Unas semanas antes de renunciar, había cancelado el contrato con la firma alemana, dadas las manifestaciones en Potosí, donde la empresa se había instalado. Los locales consideraban que los beneficios económicos recaían del lado de la organización germana y no del pueblo; la firma no era una multinacional, sino una empresa pequeña que se encontraba incursionando en el rubro. No se espera que el gobierno de Añez restituya el contrato, ni que dificulte el proceso de la compañía china.

Es cierto que las reservas bolivianas son grandes (alrededor del 30% de las reservas globales). Esta es la presencia del mineral en el piso. La diferencia es la calidad: la misma “veta” que se encuentra en Bolivia abarca el norte de Argentina y de Chile, donde la concentración parece ser de mejor calidad y los recursos para la extracción ya están establecidos. Es decir, Estados Unidos ya tiene acceso a esas reservas a través de Chile, con menores costos (sea por los bajos impuestos chilenos, los acuerdos comerciales que bajan las tasas arancelarias o el mejor costo logístico). El litio argentino y chileno se extrae de superficies secas y altas, mientras que el boliviano está a menor altura, cerca del agua y con mayor concentración de magnesio, lo cual obliga a un proceso extra que encarece la extracción.

Tomando los siguientes datos presentados surge la duda: ¿Era tanta la necesidad de Estados Unidos de hacerse con los recursos mineros bolivianos?, teniendo un aliado comercial histórico en la región con un material de mayor calidad y menores costos, parece que involucrarse de forma activa presenta más riesgo que beneficio, lo cual no quita que aprovechen un golpe de estado para mejorar su influencia en la región.

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