Durante el domingo de Pascuas, Sri Lanka vivió el día más oscuro de su historia. La isla ubicada al sureste de la India sufrió una serie de atentados que le dejó un saldo de 359 muertos y más de 500 heridos en varias ciudades del país.
Alrededor de las 9 de la mañana, en su capital Colombo se escucharon una serie de explosiones: se realizó un ataque en el templo de San Antonio. Los hoteles Shangri-La, Cinnamon Grand y The Kingsbury también fueron apuntados. Cerca de la misma hora, en Negombo (a 50 km de la capital hacia el norte) la iglesia de San Sebastián fue objetivo de otra explosión. Batticaloa, en el extremo este de la isla, sufrió una explosión en la iglesia evangelista de Zion. En Dehiwala, un hotel ubicado enfrente del zoológico fue atacado al mediodía. En ese mismo horario, otra vez en su capital Colomo, una residencia privada fue lugar de una explosión mientras la policía hacía una redada.
Con explosiones coordinadas en 4 ciudades a lo largo del país, el Estado Islámico (quienes se adjudicaron los atentados), mantuvieron un país en vilo durante buena parte del día y dejaron un millar de afectados entre muertos y heridos. Desde el gobierno se estima que una red internacional de terrorismo fue parte para lograr tal nivel de sofisticación y coordinación.
Fuentes de la inteligencia india revelaron que durante días y hasta semanas previas al atentado se le pasó información a la pequeña isla del Océano Índico con material que vaticinaba la ola de atentados. Entre la información se apuntaba a Zahran Hashim, identificado como uno el autor intelectual y material en los videos que se recopilaron luego de los eventos. Al parecer, un vínculo entre el Estado Islámico y el NTJ (National Tawheeth Jama’ath) un grupo local islamista que hasta ahora era conocido principalmente por vandalizar estatuas budistas.
A pesar de la gran cantidad de heridos y muertos, el número de fatalidades podría haber sido peor: una bomba cerca del aeropuerto no había detonado, así también se frustró el ataque en uno de los hoteles. Ahora iniciará un proceso de reconstrucción de los hechos, para ubicar específicamente a todos los autores materiales y desmantelar las células que estos pudiesen haber generado. Queda la duda de por qué las autoridades de Sri Lanka no avanzaron sobre las advertencias indias, que contaban con la información de quién habría radicalizado al cabecilla del grupo que perpetró los atentados.
En otras declaraciones a CNN, un ex-oficial de policía mencionó que se “conocía del NTJ” hace al menos dos años, lo que da una pauta más de inoperancia que de buena planificación. Según esta fuente el grupo cuenta con cerca de 150 miembros y venía en una creciente escalada de radicalización. En las siguientes semanas iniciará un proceso legal no sólo ante los involucrados, sino a quiénes no cumplieron con su deber y fallaron en evitar uno de la serie de atentados más organizada y con más víctimas desde el 11 de septiembre.