Licenciado en Economía UBA.

El 2017 quedó atrás y sus resultados comerciales abren nuevos interrogantes con respecto a la matriz productiva de nuestro país. La balanza comercial registró el mayor déficit de su historia, U$S 8.471 millones. Las importaciones de 2017 fueron de U$S 66.899 millones, un 20% más que en 2016, mientras que las exportaciones alcanzaron los U$S 58.428 millones, apenas un 0,9% más que el año anterior.

Esta gran diferencia lleva a preguntarnos las razones de dicho comportamiento, si existe un boom importador y cuál debe ser nuestro entramado productivo que posibilite el desarrollo y no solamente el crecimiento económico. ¿Dónde debemos poner nuestro esfuerzo productivo? ¿Es necesario seguir produciendo bienes finales mano de obra intensivos, donde la competencia de los países asiáticos es muy fuerte por razones poblacionales, 40 millones de argentinos vs. 3,5 mil millones de asiáticos? ¿O debemos transformar nuestro entramado productivo con un enfoque hacia los productos alimenticios, maquinaria, innovación tecnológica y servicios relacionados a estos, y, principalmente, tecnologías de educación intensiva?

Como se observa en el siguiente gráfico, existe evidencia empírica de que las importaciones muestran una relación procíclica respecto al PIB, mientras que con las exportaciones esto no ocurre, o lo hace en menor medida. Las importaciones se mueven en la misma dirección que el ciclo económico. De este modo, si nos encontramos en una etapa de crecimiento económico, las importaciones aumentarán, pero si nos hallamos en una etapa de recesión, las importaciones disminuirán. Cuando la economía evoluciona de forma positiva, aumenta la producción, por lo que es necesario incorporar más bienes al proceso productivo, lo que implica un aumento de las importaciones.

Fuente: Elaboración propia en base a datos de INDEC

Con las exportaciones, lo anterior no ocurre. De hecho, no se puede determinar de forma clara si son procíclicas o contracíclicas, no hay evidencia empírica clara que relacionen las exportaciones con el PIB. Evolucionan y se comportan de manera distinta en cada etapa del ciclo, sin mostrar un patrón tan claro como el de las importaciones. Una de las causas de este hecho es que las exportaciones no siempre tienen la misma función, es decir, algunas veces funcionan como dinamizadoras del crecimiento y en otras ocasiones su rol es diferente.
Las importaciones dependen de distintas variables, como la competitividad de la producción interna con respecto a la producción externa. El tipo de cambio y la inflación son factores fundamentales. Devaluar la moneda, llevar el dólar de $15 a $20, genera que se encarezcan las importaciones y se faciliten las exportaciones. Con la inflación ocurre un hecho similar. Los bienes locales se encarecen año a año, con respecto a los internacionales, lo que deriva en un aumento de las importaciones, ya que es más barato comprar fuera que dentro del propio país, al mismo tiempo que es más difícil venderle al exterior.
En nuestro país, una depreciación del peso genera en una primera instancia, el aumento de las exportaciones y la disminución de las importaciones. Pero al trasladar la variación del tipo de cambio a los precios locales, se acelera el proceso inflacionario, generando el efecto contrario. Tanto la inflación, como la depreciación de la moneda implican una reducción del poder adquisitivo de la población local con respecto a la internacional.

¿Por qué importar?
La importación de un producto ocurre tanto si la producción local no es suficiente para abastecer su demanda total, como cuando producir el producto en el propio país es menos competitivo y tiene un coste relativamente mayor que en el resto de los países, por lo que es más barato importarlo que producirlo, o en el propio país ese producto se produce, pero posee una calidad más baja de la necesaria.
En la teoría, a mediano-largo plazo, las importaciones fomentan el crecimiento, obligando a los productores domésticos a ser más eficientes y productivos. La interacción de la población local con productos de otros países eleva los requerimientos exigidos a las empresas nacionales. Estas intentan sustituir las importaciones, invirtiendo en innovación y reestructurándose para así poder competir con los rivales, aumentando su eficiencia productiva. Los productores menos eficientes desaparecen, dejando en el mercado las empresas más competitivas, lo que a su vez mejora la competitividad internacional: al ser más competitivo, incrementa sus exportaciones hacia otros países.
Al resultar más competitivas dichas empresas, tienen una mayor capacidad para acceder a economías de escala y mercados más grandes. En el proceso, la población atraviesa los cambios productivos, con las consecuentes discusiones salariales, perdidas de empleo y dificultades socioeconómicas y políticas.

¿Qué importamos?
Es creencia general que el tipo de bien importado genera diferencias importantes en la situación del país importador. Las importaciones de bienes de capital e intermedios tienen mejor publicidad, asociadas a un aumento de la productividad, dado que se adquieren las materias primas a un costo inferior al mercado local, y de esta manera, el producto final producido localmente será más competitivo. Sin embargo, no sucede lo mismo con la importación de bienes de consumo, dado que ver productos extranjeros en las góndolas de los supermercados tiene una connotación negativa mayor a la importación de la maquinaría que se utiliza para envasar el producto local.
La Balanza comercial del 2017 mostró que hubo numerosos sectores que importaron más de lo que exportaron. El sector que mayor déficit comercial registró fue el de Máquinas Mecánicos, U$S 8.842 millones, pero tan solo casi mil millones de dólares fueron de importaciones de productos terminados, tales como lavavajillas, heladeras, aire acondicionados y artículos de grifería. El segundo sector fue Material Eléctrico con U$S 8.428 millones de déficit e importaciones totales de Celulares por U$S 2,4 mil millones. Luego siguieron Vehículos y sus partes, con U$S 7.430 millones, Combustibles U$S 3.848 millones de déficit, Productos Químicos, U$S 1.854 millones; Instrumentos y aparatos de óptica y fotografía con U$S 1.683 millones, Productos Farmacéuticos U$S 1.392 millones, Plástico, Caucho y sus manufacturas, U$S 1.392 millones; Fundición de hierro y acero, U$S 1.134 millones, Caucho y sus manufacturas U$S 802 millones, entre otros. Sin embargo, las compras externas de bienes de consumo no representan más del 13,4% del total importado.

Fuente: Elaboración propia en base a datos de INDEC

Es necesario profundizar en estas creencias debido a que al importar pueden producirse distintos efectos. En primer lugar, si la producción interna es suficiente para abastecer la demanda y aun así se importan los bienes, debido a que el precio relativo de las importaciones es mucho menor, se produce un descenso en la productividad de los bienes nacionales, lo que hace disminuir el PIB per cápita y, con ello, el crecimiento económico.
Esto a su vez tiene dos consecuencias. Por una parte, al resultar más barato importar que producir un producto en el mismo país, se prescinde de la inversión en avances para mejorar la productividad, lo que provoca que el país donde fabricar dicho bien es más caro quede atrasado tecnológicamente. Por otra parte, puede suceder que el país menos productivo invierta más en desarrollo y en avances para así poder competir con los productos importados, lo cual supondrá que los productos fabricados dentro de dicho país serán más competitivos y de mejor calidad.
En segundo lugar, cabe destacar que, si la demanda es superior a la oferta doméstica, es decir, si el país no es capaz de producir suficiente producto para abastecer toda la demanda, una solución a adoptar sería recurrir a las importaciones. Si el país decide no importar, el precio del producto aumentaría, al ser mayor la demanda que la oferta, y, como consecuencia, el bien sería menos competitivo. Estas importaciones ocurren si el producto ofrecido en el exterior tiene ventajas, económicas o de calidad, con respecto a los nacionales. Así, las empresas argentinas tienen la posibilidad de destinar más capital a desarrollo e innovación, para así poder competir en el exterior y generar un aumento de la eficiencia en la producción.

Fuente: Elaboración propia en base a datos de INDEC

Las actividades de Calzado e Industria Textil generaron importaciones en 2017 por U$S 92 millones. Mientras que las importaciones de ambos sectores totalizaron U$S 1,4 mil millones. Estamos ante un caso de déficit comercial, que plantea los interrogantes y discusiones de si es necesario defender a dichos sectores en futuros acuerdos comerciales o es necesario reconvertirlos. Sin embargo, si lo comparamos con el Sector Automotriz, donde las importaciones del anterior año superaron los U$S 13 mil millones (sumando motocicletas y autopartes), o las importaciones de Teléfonos y Celulares que fueron de U$S 2,4 mil millones, sin exportar, el numero de Calzado y Textil no suena tan abultado.
La producción de bienes de capital e intermedios en áreas relacionadas al sector agropecuario, forestal, pesca, servicios de diseño y alta tecnología puede ser una opción a la hora de elegir donde poner el foco en los futuros acuerdos comerciales a negociarse, los cuales posibiliten el desarrollo productivo del país, en lugar de que dos tercios de las exportaciones sean productos agropecuarios. El comercio del mundo de productos agropecuarios representa tan solo el 3% del total, enfocarnos en los productos del campo, porque así se hacia hace 100 años, no parece ser la solución. Es necesario mutar la matriz hacia sectores más tecnológicos y con mayor necesidad de una población capacitada.
Lo cual nos lleva a repreguntarnos ¿qué debemos importar?, y más importante aún, ¿dónde debemos poner nuestro esfuerzo productivo? ¿Es necesario seguir produciendo bienes finales mano de obra intensivos, donde la competencia de los países asiáticos es muy fuerte por razones poblacionales, 40 millones de argentinos vs. 3,5 mil millones de asiáticos? ¿Es viable un país que tiene 852 mil trabajadores asalariados registrados en la industria inmobiliaria, en comparación de los 1,19 millones de la industria manufacturera? ¿O debemos transformar nuestro entramado productivo con un enfoque hacia los productos alimenticios, maquinaria, innovación tecnológica y servicios relacionados a estos, y, principalmente, tecnologías de educación intensiva?

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