Director del Observatorio de Políticas para la Economía Nacional (OPEN). Fueguino

Las vísperas de fin de año suelen servir para balancear el año y hacer un poco de introspección. En el plano de la economía, esta tarea se ve complejizada por los inesperados 12 meses que tuvimos en materia sanitaria.

El gobierno nacional asumió el 10 de diciembre de 2019, con la premisa de poner a la “Argentina de Pie”. Las principales primeras medidas estuvieron vinculadas a contener la explosiva trayectoria del tipo de cambio. Una de ellas fue la continuidad del cupo de 200 dólares para la compra (conocido como el cepo) llevado adelante por la anterior gestión de Mauricio Macri, poco después de perder las elecciones primarias (primero con un cupo de 10 mil dólares y luego reforzado al monto actualmente vigente). La otra fue el impuesto PAIS, el cual consistió en un recargo del 30% en el valor de compra de dólares y gastos en la divisa norteamericana.

Por otro lado, se buscó resolver lo más importante: reactivar la economía alicaída desde hacía años. Si bien los primeros meses del año parecían promisorios, rápidamente se vino todo abajo con el surgimiento de la pandemia y la necesidad de reducir la circulación de personas. Es de esta forma que la economía entró en una (otra más) espiral descendente en la actividad económica. El acumulado anual, hasta octubre inclusive (último dato disponible), muestra una caída en un 11,3%.

Esta situación tuvo repercusión sobre el empleo. La tasa de desempleo para el tercer trimestre del 2020 se ubicó en un 11,7%, dos puntos porcentuales más que en 2019. Hubo un correlato claro con respecto a la pobreza. Según el Observatorio de Deuda Social de la UCA, la pobreza se ubica en 44,2% para el tercer trimestre del año. La marca más alta de la década. Posiblemente el cuarto y último trimestre del año se ubique en un numero incluso mayor, dependiendo del devenir de la actividad económica en general respecto al trimestre anterior y el impacto de las ayudas económicas brindadas por el Estado a los sectores más golpeados por la crisis.

Estos números pudieron haber sido peores. Sin los programas lanzados por el gobierno nacional a inicios de la pandemia, la pobreza se hubiera ubicado en un 53,1%, casi 9 puntos porcentuales por encima del obtenido, según el mismo observatorio. Sin duda, el IFE, ATP, Tarjeta Alimentar, bonos extraordinarios de la AUH, y demás asistencias estatales fueron un importante acierto a la hora de combatir la debacle en las condiciones de vida de nuestra sociedad.

Por otro lado, el gran logro del gobierno fue la exitosa renegociación de la deuda a cargo del Ministro Guzmán. La tarea de encarar una reestructuración de los compromisos que teníamos con acreedores externos no era tarea nada sencilla, sobre todo en un año tan particular como este. Sin embargo, luego de arduos meses se logró conseguir un acuerdo que alivia los montos a desembolsar en los próximos años, lo cual permitirá destinar ese dinero a la reactivación de la economía. Sin este acuerdo era realmente muy difícil que el gobierno actual y el próximo (sea cual sea el signo político) tengan margen para incidir en el rumbo económico, dada la asfixia en las cuentas públicas.

Por último, y algo de lo que se habló durante todo el año fue de la cotización del dólar. La combinación de cepo más impuestos a la compra de la divisa norteamericana puso un piso a la brecha cambiaria entre el dólar oficial y el resto de las cotizaciones (blue, mep y ccl). Esto fue todo un problema a lo largo del correr de los meses dado que la trayectoria de la cotización tuvo un sendero divergente y fogoneó expectativas devaluatorias, acrecentando la fuga de divisas y complicando, de este modo, la disponibilidad de dólares para orientarlos al sector productivo. En los últimos meses esta trayectoria volátil parece haberse disipado y estar bajo control. Sin embargo, es preocupante la intensa fuga de dólares que existió este año, lo cual complica el futuro inmediato en el aspecto productivo. Con esto no quiero decir que hay que liberalizar el mercado cambiario, dado que tuvo consecuencias muy negativas en el pasado reciente, pero si considero que hay que rever la estrategia para contener este problema.

En definitiva, en un año complejo y difícil para el mundo en general, con una economía nacional que venía de dos años de caída consecutiva, el resultado en general, obviamente, no fue positivo. Con tasas de pobreza, desempleo y caída del pbi en un nivel inaceptable, pero con aciertos como la política de asistencia social y renegociación de la deuda, el gobierno tendrá en 2021 el enorme desafío de generar las condiciones propicias para que exista crecimiento económico con una mejora en la vida de la población. Esta tarea no viene sola, el dólar, la inflación, la caída del poder de compra y una balanza comercial delicada, complejizarán el difícil pero fundamental camino de la recuperación. Por este motivo, es necesaria la construcción de un plan integral que marque un sendero claro, de mínima, para resolver los problemas que aquejan el despegue en el corto plazo.

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