Director del Observatorio de Políticas para la Economía Nacional (OPEN). Fueguino

En línea con los datos de la semana pasada en torno a la inflación (2,8%), el Indec presentó esta semana la evolución del costo de la canasta básica alimentaria y la canasta básica total. El valor de la primera se incrementó en un 3,4%, mientras que en el segundo caso escaló un 3,8%.

De esta forma, estos valores se ubican por encima de la variación del nivel general de precios generando preocupación en lo que respecta al creciente costo de vida en una situación general de recesión económica. 

Pasando en limpio, una familia de 3 integrantes debe ganar más de $15.469 para no caer en la indigencia y $37.589 para no estar debajo de la línea de pobreza. Si son 4 miembros estos valores pasan a $19.430 y $47.216, respectivamente. 

Por otra parte, si tenemos en cuenta la variación interanual podemos observar que la Canasta Básica Alimentaria creció en un 39,6% en los últimos 12 meses mientras que la Canasta Básica Total aumentó en un 35,7%. Una de cal y una de arena, dado que la inflación para el mismo periodo de análisis ronda un 36,6%, por lo cual está por encima de la canasta total, pero por debajo de la alimentaria.

¿En que radica la preocupación? En que la dinámica de precios en los alimentos de primera necesidad tiene una aceleración mayor al promedio, impactando de forma asimétrica en la población, con foco en las clases sociales más vulnerables. A su vez, este fenómeno no sucedía desde mayo, por lo cual parecía haber un control sobre esta cuestión.

Por lo general, esta situación se da en contextos en los que los procesos inflacionarios son empujados por devaluaciones. Esto fue una constante en los últimos dos años del gobierno anterior en donde la evolución del precio de los alimentos fue mayor al nivel general. 

En el caso actual, si bien no ha habido saltos importantes en el tipo de cambio oficial (el que usan los importadores), existen algunas cuestiones que podrían dar luz sobre esto. 

Desde el Observatorio de Políticas para la Economía Nacional realizamos un monitor referido a la competitividad del tipo de cambio real. Dicho monitor busca explicar si la cotización oficial del dólar es competitiva teniendo en cuenta la evolución del precio de la divisa norteamericana, de la inflación y del valor de los principales bienes de exportación vinculados al agro.

Los resultados muestran que si bien el tipo de cambio real perdió competitividad con respecto a la inflación (variación del 2,6% en septiembre contra 2,8% del Índice de Precios al Consumidor) en un 0,2%, la evolución del precio internacional del maíz, harina y aceite de soja, y el trigo vienen en un alza importante. 

Esto configura un escenario en donde hay una evidente mejora en la competitividad, creciendo la misma en un 11,4% respecto al mes anterior, ubicándose un 3,8% por encima en relación a septiembre del año pasado y acumulando en el año un aumento del 2%. 

La pregunta es, ¿Cómo impacta esto al crecimiento de precios de la canasta básica? Al haber mejoras en las ganancias de los bienes exportables, por un alza en los valores, estos pueden tener un correlato en el crecimiento de los precios de los alimentos a nivel interno, dado que se busca equiparar la rentabilidad externa con la que se obtiene por comercializar dichos bienes dentro de nuestro país.

En este sentido, es necesaria una política en materia alimentaria que evite que los shocks externos tanto positivos como negativos, afecten el acceso a los alimentos, sobre todo para que menos gente caiga en la pobreza.

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