Licenciado en Estudios Orientales. Posgrado en Negocios y Comercio de Asia Pacífico e India. Política Internacional; extremismo religioso.

 

La ola nacionalista, o de extrema derecha, que arrasa Europa finalmente llegó a España. Ya habíamos visto casos en Alemania, Austria, Francia, Holanda y hasta Suecia, pero ahora llegó el turno de los ibéricos.

Vox, el nombre de esta nueva propuesta, ganó votantes entre la derecha clásica y los disconformes con las medidas de la izquierda. Con casi 400.000 votos se llevó de sorpresa 12 escaños en el Parlamento de Andalucía. A diferencia de un partido regional, la propuesta que hace Vox aplica para toda España.

100 medidas para la España viva

Vox nos propone un plan de 100 medidas o propuestas, algunas más sencillas que otras, con las cuales España entraría en una bonanza (El Make America Great Again de Trump a la española). Como primer medida el partido de derecha propone la disolución de los estados autonómicos (Cataluña), generando un gran gobierno unitario del cual dependan todos. Para ello, será necesario resignar carteras como educación, salud, seguridad y justicia de vuelta a este ejecutivo central (hoy las regiones autónomas tienen esta potestad), así como un solo poder legislativo. Asimismo sería necesario un nuevo plan de educación integral que “refuerce los aportes de España a la civilización y a la historia universal, haciendo foco en los héroes nacionales, así como la identidad nacional”.

Una ley controversial que deberá ser removida según Vox es la de violencia de género. El partido propone su derogación dado que la misma genera divisiones y discriminación entre sexos. Su contrapropuesta es una ley de violencia intrafamiliar. Además, figura la disolución de los partidos radicales feministas y persecusión de las denuncias falsas. Todo esto quedaría bajo un nuevo ministerio: el de Familia. El objetivo sería la protección de la familia natural.

Dos proyectos que van de la mano son la limitación a la inmigración y la lucha contra el fundamentalismo islámico. Allí figuran medidas para deportar a los inmigrantes ilegales, o la imposibilidad de legalizar su situación (haciendo imposible que participe en la vida política). En esta situación habría cuotas que privilegien la integración del inmigrante: nacionalidad, idioma y cultura serían determinantes. En esta línea cae la restricción a mezquitas: detención y restricción de los extremistas y la no entrada de Turquía a la UE (lo que limitaría fuertemente la entrada de turcos al país). Propone además Vox misiones en combate al yihadismo (no queda claro que tipo de intervenciones serían). Acá una que todos escuchamos: levantar un muro infranqueable en Ceuta y Melilla (la parte de España en África). La influencia Trump es palpable a lo largo de todo el documento.

Otros proyectos van desde la lucha contra la corrupción, la reducción al mínimo de los impuestos, leyes de educación que no enseñen “valores éticos, sociales, cívico morales o sexuales” y el recorte a las clases políticas en las subvenciones que reciben.

Vox apunta además de al votante clásico de la derecha extrema, al que está descontento con el funcionamiento del estado y la política en sí. Aquellos cansados de la corrupción o la burocracia se ven seducidos por esta postura anti estructura de los estados más de izquierda o de bienestar. Los impuestos siempre tienen una correlación con los planes sociales o subsidios; hay cierto imaginario en el votante de clase media que el subsidio es algo que él no usufructúa pero si paga. Las posiciones de estado más liberalizadas (donde las funciones del mismo son las mínimas) suelen proponer que ese incremento que uno recibe al no pagar impuestos lo destina a las prácticas de los subsidios de la manera que ve correcta.

El voto miedo es otro punto fuerte: aunque hoy mermada, la amenaza del terrorismo religioso deja su marca en Europa, que no hace tanto vivió asediada por yihadistas y hoy cuenta con medidas de seguridad en prácticamente todos los ámbitos públicos: desde los bancos y aeropuertos hasta los mercados en las calles.

Del programa que hemos leído hay otra infinidad de puntos dignos de un profundo análisis, pero identificamos dos claras influencias: el fascismo europeo y el liberalismo americano de Trump. Podemos decir sin miedo a equivocarnos que las propuestas de Vox son racistas, xenófobas, misóginas e intuir un dejo de homofobia. Lo cierto es que el desencanto con las clases políticas tradicionales ha llevado a la creación de nuevos extremos, principalmente en la derecha, que proponen un cambio de paradigma y un combate ante las principales dificultades a las que se enfrenta diariamente el europeo promedio. Aquel europeo que ve su sueldo reducirse, un cambio en la composición de su comunidad y la aparición de nuevos grupos como agentes de poder. Es cierto que hoy Vox sólo presenta una participación en un parlamento regional, pero si hemos aprendido algo con el resto de los casos europeos es que la reproducción de ideas nacionalistas tienden a ser virulentas, introduciéndose de forma abrupta en el escenario político de un día para el otro

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