La historia de los debates presidenciales en la Argentina, si bien es breve, ha sido una temática de profundo análisis en las tres ediciones que se ha realizado. Comenzó allá por 2015, donde Mauricio Macri y Daniel Scioli se presentaron en varias ocasiones en una lucha codo a codo por la presidencia, dejando tanto frases como fotos que han sido intentadas replicar en sus otras iteraciones.
Un poco más adelante, el debate presidencial de 2019 terminó de cimentar a una locomotora política que traía a Alberto Fernández a la cabeza, dando como resultado una abultada victoria en primera vuelta, a pesar de un crecimiento más que interesante entre PASO y generales del por entonces presidente Mauricio Macri.
2023 no fue la excepción: con la presencia de los candidatos Milei, Massa, Bullrich, Schiaretti y Bregman, las y los argentinos comenzaron a escuchar las propuestas que cada espacio traía a la mesa, los acuerdos y desacuerdos entre partidos y las posibles alianzas que se vislumbraban para un eventual balotaje.
Este domingo, en su última presentación de cara a estos comicios, el ministro de Economía Sergio Massa y el diputado nacional Javier Milei volvieron a verse las caras, tratando de acercar a la audiencia sus futuros planes de gobierno en caso de ser coronados ganadores este 19 próximo.
A diferencia de las instancias anteriores, hoy quizás más que nunca el debate puede tener un impacto real en las urnas: las y los indecisos son un porcentaje considerable en todas las encuestas, y todo parecería indicar que uno o dos puntos podrían ser la diferencia entre sentarse en el famoso sillón de Rivadavia y pasar 4 años preguntándose qué se podría haber hecho de otra forma.
Ante un escenario tan ilustre como la Universidad de Buenos Aires, los discursos de ambos candidatos quedó limitado poco en el ámbito de las propuestas, con estrategias abocadas más a marcar la diferencia con el otro que a explayarse en medidas concretas de cara al futuro de la Argentina.
Si tuviésemos que diseccionar el debate, diríamos que hubo dos partes considerables. La primera, abarcada por el bloque de Economía, Relaciones Internacionales, Educación y Salud mientras que la otra incluyó como temáticas principales Producción, Trabajo, Seguridad, Derechos Humanos y el cierre de cada candidato.
En la primera parte, al menos desde el apartado discursivo y la lógica política, Sergio Massa se llevó la victoria por puntos. El ya ministro de Economía hace algo más de un año tomó control en el primer bloque a través de un esquema de preguntas hacia Milei, logrando no tener que rendir cuentas sobre la situación económica del país. Prácticamente, no se mencionaron número de inflación, desempleo y pobreza: todos puntos que afligen a una Argentina que atraviesa una profunda crisis. Massa, en cambio, aprovechó sus minutos para indagar a Milei sobre sus planes de dolarización, posible quita de subsidios al transporte y tarifas y qué pasará con el Banco Central. Cuando le tocó expresarse sobre su plan, continuó la idea de toda la campaña: más producción, más trabajo y exportaciones que derivarían en equilibrar las cuentas.
La realidad es que resultó extraño que Javier Milei, en lo que uno estimaría su punto más fuerte desde lo discursivo, haya tomado una posición más pasiva y quedar a la defensa cuando su rival tiene control y responsabilidad, en mayor o menor según cómo interpretemos el rol real de Alberto Fernández en el gobierno, sobre la “botonera” del Estado.
Quizás por su falta de experiencia o por su proceder más verborrágico, algo que ha tratado de limitar en el tenor de sus declaraciones en estas instancias, Milei terminó dando explicaciones sobre propuestas de las que ha hablado largo y tendido. Economía es el tema que maneja y esta era su oportunidad de oro para sumar puntos con el electorado indeciso, llevando a Massa a un terreno más incódomo de dar explicaciones ante la falta de resultados.
El bloque de Relaciones Internacionales siguió esta misma línea: Massa preguntando sobre cómo será una eventual presidencia de Javier Milei y sus declaraciones sobre Lula, a quién tildó de comunista y declaró que no se juntaría, la no relación Estado-Estado con la República Popular China y, eventualmente, sus declaraciones sobre el Papa, algo que luego sería retomado en los bloques posteriores. Aquí lo más relevante fueron la vuelta sobre las declaraciones de Milei sobre Margaret Thatcher, a lo que el economista esgrimió una extraña comparación con jugadores de fútbol, tratando de alegar que una figura no sólo se define por su relación con un país puntual. Si bien resaltó que continuará trabajando “para agotar las instancias diplomáticas” para que las islas vuelvan a ser argentinas, aludiendo a un “nacionalismo barato” de parte del espacio político de Massa, la idea no quedó clara del todo y ya provocó el repudio de Veteranos y Ex-Combatientes.
El economista liberal volvió a jugar a la defensa, haciendo que la dinámica pase de un debate a una indagación de parte de un candidato al otro. Aquí la experiencia del candidato de Unión por la Patria y el trabajo de su equipo rindió frutos. Mientras Massa pareció en control durante sus exposiciones y preguntas, dejando hablar a Milei y aprovechando sus minutos finales sin posibilidad a una repregunta o acotación, el candidato de La Libertad Avanza parecía apremiado por el tiempo y con un mensaje más espontáneo, casi rozando lo no trabajado.
La temática de Educación transitó una lógica similar, donde Milei debió volver a explicar si la educación y la salud serán gratuitas o aranceladas. El liberal destacó que en el corto plazo la universidad sguirá siendo gratuita, dando a entender que sería una reforma posterior, pero resaltando que “nada es gratis” e insistiendo en subvencionar la demanda y no la oferta. Massa por su parte adelantó que impulsará la construcción de nuevos jardines maternales en todo el país y asignará un mayor porcentaje del PBI al área de Educación, buscando así potenciarla.
Después del corte comercial, ya con el cambio de las y los periodistas a cargo de la moderación, la cosa dió un giro de 180°. Si bien se venían chicaneando a lo largo de la primer parte, haciendo alusión al sistema de expedientes estatales GDE o al desconocimiento de cómo funcionan las relaciones internacionales, datos sobre la economía y acusaciones de mentiras de ambos lados, la mitad final del debate nos presentó un Milei que ya parecía más cómodo con el formato, lanzando algunos alegatos contra su rival, mientras que Massa cayó en una muletilla de “googléenlo”, algo que había utilizado en el primer bloque pero pasó a repetir de forma muy insistente sobre el final, quizás motivado por su equipo de campaña.
Hablando sobre chicanas, otro tema que resurgió fue el del psicotécnico. Allí Massa aludió a la necesidad de ambos de realizárselo, indicando que Milei se habría negado, algo que el candidato liberal desminitió. En el momento más bizarro de toda la noche, Massa dio a entender que a Milei no le habrían renovado una pasantía en el Banco Central allá lejos y en el tiempo por esta razón, y que eso habría derivado en un sentimiento de rechazo hacia la institución. Milei no le dedicó muchas palabras al tema, volviendo a llevar el foco hacia el vínculo con el kirchnerismo del ministro y explicando que su alianza con Macri es para “que no nos roben la elección”.
Así como por abajo de la mesa, un candidato trató de no apto al otro, y en respuesta, el otro habló de fraude electoral a boca de jarro. A esta altura el debate dejó de serlo, convirtiéndose en un cruce de panelistas al mejor estilo Intratables, donde Milei supo llegar a la notoriedad pública.
Sacando el bloque de Seguridad, donde los candidatos coincidieron en la metodología que el ex-intendente de Tigre aplicó en dicho municipio con los Centros de Comando y la seguridad inteligente con cámaras, algo que buscará replicar en todas las ciudades con más de 50.000 habitantes del país, el debate siguió en ese terreno fangoso donde uno acusaba al otro y viceversa.
Milei hizo hincapié en los delitos vinculados a la gestión actual y previas del mismo espacio político, pero recibió en la mayoría de las ocasiones como respuesta no haber denunciado los mismos, algo a lo que está obligado como funcionario público. Así también habló de los empresarios “amigos” y el rol del Estado para beneficiar a la casta. Del otro lado del escenario Massa continuó tratando de virar la conversación a los dichos del economista durante sus recorridas a los medios, aunque ahora no parecía tan cómodo como en la primer parte.
Ambos cierres, en líneas generales, vinieron a reforzar los leiv motiv de sus campañas: Milei incluyendo el concepto de cambio, algo que absorbió de su nueva sociedad política con la ex ministro de Seguridad Patricia Bullrich y el ex presidente Macri, mientras que Massa optó por continuar reforzando las propuestas que ya presentó y ofrecerse como una alternativa confiable de estirpe presidencialista a contraposición de una incógnita como sería su rival.
La calidad discursiva y de discusión de este debate fue sin dudas la más baja de las ediciones. Es más, el debate realizado por el canal TN que incluyó a los candidatos a vicepresidente Victoria Villarruel y Agustín Rossi contó con un nivel mucho más alto tanto a nivel propuestas como a nivel “picante”. Mientras que Massa y Milei no parecieron hallarse en un formato que no quedó del todo claro, o no permitió un mayor nivel de conexión con la audiencia, sus compañeros de fórmula supieron presentar un espectáculo que no fue solamente más entretenido, sino que contó con mayor sustancia en lo que refiere a las plataformas políticas de ambos bandos.
A menos de una semana para las elecciones se viene días críticos en lo comunicacional para ambas fórmulas, donde deberán ser concisos y concretos a la hora de expresarse, despejando tanto dudas como tratando de mostrarse como la opción más viable en un balotaje donde la gran mayoría elige al “menos peor”. La realidad es que independientemente de los nombres ahora presentes y que han quedado en el camino, la ciudadanía tuvo una preferencia importante durante las PASO al voto en blanco y a no presentarse, algo que si bien disminuyó en las generales nos permite inferir cierto grado de apatía política y desgaste por la situación actual.
El debate, aunque muchos crean que no tiene injerencia en el resultado de este próximo domingo, ya nos ha demostrado que puede influenciar la intención de voto: recordemos que Schiaretti duplicó su porcentual entre las PASO y las generales con dos presencias de resultado muy viral en dichos eventos. El “gringo”, en sus continuas alusiones a su Córdoba supo aprovechar sus limitados minutos, más teniendo en cuenta que no tuvo cruces o preguntas de otros candidatos. Este, a mi entender, es el arquetipo al que debían aspirar tanto Massa como Milei; un moderado que presentó una plataforma con medidas concretas. Los posibles presidentes optaron en cambio por continuar con la chicana, hacer diagnósticos más o menos acertados de la situación actual, pero más que medidas concretas expresaron ideas para sus posibles gobiernos.
Esperemos que el domingo haya sido un tema de nervios, desgaste de una campaña intensa con muchos vaivenes y no una señal de lo que serían sus eventuales modelos de gobierno. Gane quién gane, para la mayoría de los argentinos, lo más importantes es que “sea lo menos malo posible”.