Los términos física y cuántica juntos nos dan la impresión de ser algo complejo en si mismo. En verdad es una rama de las ciencias duras que estudia las leyes que gobiernan el mundo de lo minúsculo, lo pequeño, las partículas y sus estructuras atómicas. Pero si además lo vemos asociado a la literatura nos preguntamos ¿en dónde convergen estos campos?, ¿qué tienen que ver?,¿poseen algún punto de encuentro?
Sintéticamente podríamos responder que, aunque ambas disciplinas son bien diferentes parecen ser entes que se tocan, verdaderas esferas que giran guiadas por procesos que se cruzan. No son dos polos opuestos.
Isaac Asimov (Rusia 1920- Estados Unidos 1992) fue un apasionado de dos campos que se corresponden en su literatura: la ciencia ficción y el conocimiento. Se recibió de Doctor en Bioquímica, luego que sus padres emigraran a Estados Unidos y él llegara con tan sólo tres años. En su libro “Grandes ideas de la ciencia” (publicado en el año 1969), Asimov analizó los aportes a las ciencias realizados por Tales, Pitágoras, Galileo, Newton hasta llegar a Darwin. Si bien el padre de la física cuántica fue Max Planck (Alemania 1858-1947), Asimov, el recreador del futuro, imaginó contextos sociales desde el campo de la matemática para componer objetos del mundo del hombre. Él no solo trazaba teorías técnicas, sino que se adelantaba a los avances del mundo un poco por intuición, otro poco por imaginación y otro tanto por medio de métodos investigativos.
Sus novelas “Fundación”, “Fundación e Imperio” y “Segunda Fundación” las cuales son reconocidas como Trilogía de la Fundación (publicadas entre los años 1951 y 1953) unieron el concepto de escritor de ficción y el de divulgador de la ciencia a través de la historia. Quizás no solo especulaba sobre este campo, sino que recreaba futuros. La saga galáctica apuntaba a la paz, el progreso y el poder; aunque también llegaba la anarquía y la crisis.
“La lotería de Babilonia” (publicada en 1940) de Jorge Luis Borges (Buenos Aires, Argentina 1899- Ginebra, Suiza 1986) imaginó un mundo anárquico donde el azar jugaba un papel divino. Una vida en muchas vidas, algunas liberadas, otras ancladas a un destino común, pero incierto. Primero los poderosos formaban parte de los afortunados jugadores, hasta que los pobres comenzaron a exigir su participación en la lotería. Todo estaba atado al azar, hasta la crisis. Así Borges acerca los relatos fantásticos a las hipótesis filosóficas- matemáticas.
Continúan los sorteros infinitos, esos que pretenden organizar los sucesos que afectan la vida de las personas y sin embargo crece la incertidumbre. Una ciencia no tan exacta. El mundo cuántico, la causalidad y la individualidad.
Así la literatura y la física cuántica establecen por medio de novelas, cuentos, ensayos o relatos relaciones de carácter inesperado, pero sostenible.
El destino y la imaginación juegan un papel caprichoso dentro de las páginas de un libro muchas veces cercano al discurso científico y otras tantas al discurso literario.
Nuestra mente comprende la realidad y supone mundos venideros.
“En presencia de la oscuridad total, la mente cree que es absolutamente necesario crear luz “. (Isaac Asimov).