Periodista de Tierra del Fuego.

Hace algo de 10 días la ciudad norteña de nuestra provincia, como el resto de los distritos de la isla, atravesaron sus respectivas elecciones de cara al período 2023-2027. Los resultados en la carrera por la intendencia riograndense, posicionaron a Martín Pérez años luz de su competencia, rompiendo más de un récord en lo que refiere a escrutinios, pero también elevando la pregunta: ¿Por qué es récord la elección?.

Primeramente, para entender como Pérez alcanzó los 30.301 votos o el 56,38% de los mismos, deberemos remontarnos al pasado. Hace cuatro años, el entonces diputado que buscaba hacerse con los destinos de la ciudad, logró una nada despreciable 42,1% o 22.398 votos. El crecimiento en casi 8.000 sufragios, un 35% más con el paso de una elección, tiene una explicación lógica: la gestión.

Pérez no solo superó su marca inicial, sino que destronó el porcentaje histórico en una elección municipal para la ciudad, previamente ostentado por el hoy gobernador Gustavo Melella que en 2015 logró el 53,28% de los votos.

Analizando barrio por barrio, Pérez no bajó del 52% en ninguno de ellos, alcanzando el 61,9% en Chacra 2, con resultados similares en la Margen Sur o Malvinas Argentinas (Chacra XIII). Fue tan buena la elección de Pérez que hasta se dio el lujo de sacar un 55% en el barrio Mutual, que históricamente ha sido un distrito débil para el peronismo local.

El joven intendente revolucionó la lógica del municipio implementando a lo largo de 4 años un plan de obras ambicioso que con el pasar de cada calendario se superó a sí mismo, llegando en 2023 a 10.000 millones de pesos de los cuáles el 40% son provistos por el ejecutivo municipal. La inversión se transfiere en más de 220 obras que se distribuye en asfalto, embellecimiento e intervención de plazas, la Doble Vía Santa Fe, la puesta en valor del paseo ARA General Belgrano y los trabajos sobre la Costanera. Con obras visibles y otras tantas que no lo son tanto como los sumideros, pluviales y llegada de servicios a los nuevos loteos y barrios, el vecino y la vecina detectaron un cambio de paradigma en cómo pensar la ciudad y depositaron su voto de confianza en la gestión.

Con esta estructura de abocar los recursos y esfuerzos del ejecutivo a la transformación de la ciudad, Pérez logró resultados homogéneos en los diversos distritos de Río Grande, volviéndose el nombre principal al hablar de política en la ciudad.

Con un equipo de trabajo sólido y un rumbo cristalino y manifiesto en el obrar diario, el mandatario logró un resultado sumamente disruptivo el domingo 14, validando su labor y agrupando bajo su figura al distrito más poblado de Tierra del Fuego. Si pensamos en el proceder verticalista que es tan característico del Partido Justicialista, no sería ninguna presunción decir que Martín Pérez es el PJ de Río Grande y es una emergente figura tanto en la provincia como en la región patagónica.

Con números apabullantes, la gestión municipal derribó algunos pruritos sobre cómo podían a llegarse a dar los comicios en la ciudad: más de un analista pronosticaba que el voto evangélico podría ser mucho más prominente dada la alianza de las y los pastores con el espacio de Republicanos Unidos, pero sumando los sufragios de Juntos por el Cambio, Compromiso Federal, PRO y el FIT, más los antes ya mencionados liberales, no alcanzarían al voto en blanco y rozarían el tercio de los votos obtenidos por Pérez.

Ante la imposibilidad de contar con la herramienta del partido justicialista, Perez salió a instalar el Partido Provincia Grande que no había participado nunca antes en contiendas electorales. Con el mismo logró competir mano a mano con el armado de FORJA en el estamento a concejales.

Los resultados electorales pueden ser buenos o malos. En sus casos extremos, pueden martirizar dejando al o la referente en un purgatorio político del que es casi imposible salir, cayendo en el olvido del inconsciente colectivo de la comunidad. En oposición, como fue el caso de Martín Pérez, pueden ser consagratorias: el vecino y la vecina validan el trabajo realizado y tanto la gestión como el nombre que la acompaña pasan a estar en boca de todos y todas. Los que antes no se querían sentar en la mesa ahora son los primeros en llamar, y el que antes era un integrante del armado puede pasar a ser su cabeza.

La ciudad de Río Grande, con todas sus particularidades y diferencias entre los barrios y personas que la habitan, parece haber encontrado un punto de coincidencia ampliamente mayoritario: Martín Pérez está haciendo un buen trabajo con el municipio y debe seguir andando esa senda. Puede que haya sido el enfoque serio y abocado a la gestión, puede que la obra pública haya sido uno de los puntos determinantes para elegirlo por cuatro años más, la labor durante la pandemia, el armado peronista inclusivo que busca defender la soberanía tanto territorial como económica provista por la Ley 19.640 o una conjunción de todos estos factores.

Hace 4 años Pérez “recuperaba” Río Grande para el PJ, que había visto a su último representante en Esteban “Chiquito” Martínez allá por el año 91. 24 años después volvía un compañero a Elcano 203, centro neurálgico de la política local. Hoy, mirando los números antes provistos, pareciese que siempre ha sido un distrito del PJ. No es casualidad ni magia, es una forma de gestión.

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