En esta recta final del esprint que conocemos como campaña electoral, desde El Copérnico nos propusimos analizar algunos de los casos electorales que se presentan en nuestra querida Tierra del Fuego. Hicimos un pequeño pantallazo de las propuestas de algunas y algunos candidatos a concejales por la ciudad de Ushuaia, aprovechando el sistema de preferencias, para luego analizar una más que picante contienda en la Legislatura Provincial. Ahora, llega el turno de hablar del Corazón de la Isla: Tolhuin. Esa ciudad por la que cada fueguino y fueguina tiene un cariño especial, aún sin haberla habitado.
Podríamos decir que hoy Tolhuin se encuentra en una encrucijada de cara al domingo 14 de mayo. Aunque más bien, es una calle de doble mano: por un lado se encuentra seguir la ruta ya tomada, hoy representada en el intendente Daniel Harrington, o hacer el famoso “giro en U” volviendo hacia la figura de Claudio Queno.
Este dilema no es simplemente político; podríamos bien decir que es ideológico. Por un lado aparece una gestión más moderna, donde la lógica municipalizadora que vemos en otros distritos del país se hace presente. Así, más servicios y derechos son prestados y salvaguardados por los ejecutivos locales. Del otro extremo, aparece una lógica más comunal, donde el intendente históricamente oficia el rol de capataz: el principio y el fin del estado es la tierra. Las misiones y funciones del ejecutivos quedan limitadas al otorgamiento de parcelas y el acceso a servicios básicos como el agua, la luz o el gas son injerencia provincial o a suerte y verdad.
Honestamente, poco podemos decir de la campaña. Mientras Harrington aplicó como herramientas las caminatas y el contacto con la militancia, sumado a mostrar lo gestionado durante estos 4 años y acompañado de figuras del Ejecutivo Provincial como en el Hospital Modular, a Queno se lo vio poco y nada. Las malas lenguas del “pueblo” dicen que su candidatura responde más a poner el nombre, en la búsqueda de sostener algunos espacios en el Concejo Deliberante de algunos y algunas que no pudieron negociar ser cabeza de otra lista.
Entonces, para hablar de las plataformas de gobierno que proponen ambos candidatos, no nos queda más que caer en aquel parafraseo del General Juan Domingo Perón a Aristóteles: “la única verdad es la realidad”. La realidad en este caso es que Tolhuin cambió y mucho en estos cuatro años. Podrá ser para mejor en algunas cosas o para peor, siempre dependiendo del que observa, pero lo tangible está. Se ve en las calles asfaltadas, en los barrios que se abren con servicios, existiendo el caso casi inédito del barrio que contará con el tendido eléctrico soterrado, también están las plazas y playones deportivos y en general, mayor presencia del municipio en la vida comunitaria de la ciudad.
Faltaron cosas: quedaron pendientes proyectos como la resolución de las Termas, trabado aún en la Justicia. Así también pasó con “Dulces Sueños” aquel famoso espacio generado luego del programa de Julián Weich o la sede la de UNTDF. No obstante, el “caminante se hace al andar” y el intendente Harrington ha madurado políticamente, lo que le ha permitido fortalecer una buena relación tanto con el gobierno provincial como nacional facilitando el acceso de programas y obras a la ciudad; pensemos en la Bajada del Lago y el Hospital Modular como los dos ejemplos más importantes.
En la esquina opuesta Queno puede resaltar los errores o desaciertos actuales para enaltecer su bandera política, pero hay poco para ofrecer en lo que refiere a bastiones de sus 8 años al frente del Corazón de la Isla. El cambio fundamental que ha tenido el paisaje de la ciudad no solo remarca las victorias de la actual gestión, sino que desnuda las falencias de la previa. Las obras de servicios eran dependencia provincial, el asfalto y las veredas estaban limitadas a un sector muy pequeño del centro y en general, Tolhuin parecía estancada en el tiempo. La visita a la ciudad era la vuelta a la panadería y no mucho más. Hoy, y a pesar de la violenta crisis económica que sufre el país, el panorama comercial se ve más diverso y tímidamente Tolhuin empieza a pensarse más en clave de ciudad que de pueblo.
El domingo 14 será un punto de quiebre independientemente del resultado. En caso de continuar la gestión actual quedará relegada al olvido esa vieja política donde la transparencia no era un aspecto a destacar y todo parecía ser manejado por casi “clanes”. En caso de darse la sorpresa y volver, quedará en evidencia que Harrington y compañía no pudo comprender las necesidades reales de los vecinos y vecinas, algo que no estaría vinculado principalmente a la obra pública.
Tolhuin es preeminentemente peronista, algo que ha quedado claro en su historia electoral, por lo que a pesar de existir propuestas como las de Republicanos o Juntos por el Cambio la lógica dictaría que es una carrera de dos caballos. El concejo, por otra parte, podría dar lugar a mayor diversidad con irrupciones como las de Nuevo País o FORJA que aprovechará la imagen positiva del gobernador Gustavo Melella, algo que podría llevar a más de uno a sacar la calculadora para determinar las bancas.