A veces son las ausencias las que dicen más que las presencias, más cuando hablamos de política. La inauguración de la nueva sede de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego, con el presidente Alberto Fernández como invitado especial, no fue del todo feliz: el intendente del Municipio de Tolhuin dio el ausente. Ofuscado por la falta de atención de la universidad pública al Corazón de la Isla, Daniel Harrington fue duro al cruce con el rector Daniel Fernández, declarando que “es una falta de respeto para mi comunidad que la Universidad no esté en Tolhuin”.
La historia de la UNTDF y el municipio mediterráneo es una larga, de promesas inconclusas y un solo resultado: las y los chicos de Tolhuin que busquen una educación universitaria deberán hacerlo en otro lugar. Pasaron por este problema Milín Fernández, Claudio Queno y hoy Daniel Harrington. 15 años de espera sin soluciones, a pesar de los otorgamientos de tierra en la época de Milin, las negociaciones de Queno y la adjudicación de un terreno céntrico con servicios por parte de la actual gestión. Según infiere Harrington, el problema no sería otro que ideológico. “Yo creo que es su posicionamiento político e ideológico (del rector). Él ya manifestó que es la poca cantidad de habitantes, además de la deserción de las y los tolhuinenses a la hora de estudiar en las sedes de las otras ciudades de la provincia”.
La Universidad pública, como concepto a principios de siglo pasado y con la creación de las nuevas en este, tiene un pilar por sobre todo: la educación superior como herramienta de movilidad social. ¿Quién no escuchó alguna vez la historia de un profesional, hijo o hija de obreros? Que a través de una política estatal de fomento al desarrollo universitario, forjó a base de esfuerzo un mejor futuro.
Con ese mismo cáliz, aparecieron hace no tanto universidades en buena parte del Área Metropolitana de Buenos Aires: la idea era llevar las aulas a los pibes y pibas que querían un futuro mejor, pero no podían costeárselo. Con esa misma premisa también, irónicamente, en 2010 se fundó la Universidad Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, para que las y los jóvenes fueguinos no tuviesen que desplazarse al continente en esta búsqueda de un mejor futuro.
Hablar de cantidad de estudiantes resulta un tanto curioso y parece responder a una estructura mental más de un empresario de la educación que la figura a cargo de una institución fundada en la política pública de llegar a todos los rincones. Hablar de deserción, cuando las y los jóvenes llegan con gran esfuerzo a instalarse en Río Grande y Ushuaia, roza lo irrisorio y ridículo. ¿No es la principal causa del abandono la falta de una sede?. Esperemos que Fernández administre y no de las clases, por el bien del alumnado.
Como padre, como tantos otros vecinos y vecinas de la isla, lo viví en carne propia: había poca o nula oferta, por lo que Buenos Aires, Córdoba u otro lugar lejano era la única opción. Eso, conlleva esfuerzo económico que no es posible para todos, así como un desarraigo para los chicos y chicas.
Ahora es el rector Daniel Fernández que, quizás en la búsqueda de cumplir otros objetivos más personales, atenta contra el espíritu de esta universidad que en 2010 la gestión de Cristina Fernández de Kirchner fundó a través de la ley N° 26.559.
Harrington, un poco abrumado y frustado por la situación, decidió llevar esta situación al ámbito público, buscando así algún tipo de cambio o respuesta. Si bien quizás no sea el método más político, habla más de la imperiosa necesidad que la situación genera. El intendente explicó que “esto fue la principal causa por la que no fui a la inauguración. Participé el día anterior de una cena junto al presidente Alberto Fernández, autoridades provinciales y los otros intendentes, donde le manifesté al ministro de Educación y el secretario de Políticas Universitarias, Oscar Alpa, lo que nos estaba pasando. Desde Tolhuin sentimos que la Universidad nos cerró las puertas”.
A lo largo de una entrevista radial, Daniel Harrington subrayó que “no esperamos nada descabellado, sino oportunidades para nuestros pibes y pibas, con carreras estratégicas para nuestro sector productivo. Hoy no estamos perdiendo de formar a 70 pibes y pibas cada año, más las y los que podría retomar su educación”.
No obstante de su enojo, el intendente de Tolhuin aún mantiene cierta esperanza de un cambio: “a pesar de todo, desde mi parte y de mi gabinete tenemos toda la predisposición para sentarnos con las autoridades y encontrarle una solución a este tema, pensando una política universitaria como se merecen nuestras y nuestros vecinos”.
La realidad es, que el futuro no parece muy esperanzador con el contexto presentado. Parece que si Fernández no cambiase de opinión, seguirá siendo rutina del día a día de las y los estudiantes universitarios de Tolhuin el desplazarse a otros centros urbanos.