Profesional de enseñanza primaria. Docente en contextos de encierro. Representante docente JCyD. Directora jubilada.

Ya hemos hablado de algunas obras de Alejo Carpentier (su biografía siempre es objeto de contradicciones y algunos saltos en el tiempo, pero según el propio autor nació en La Habana, Cuba en el año 1904 y murió en París, Francia en 1980) y su narrativa insular del Siglo XX.

Hoy portará la exclusiva “El reino de este mundo”, publicado en 1949. En su obra narra el momento histórico que acompaña la rebelión de los esclavos negros ante el poder del Imperio francés en la isla de Haití. Claro que el prólogo de su libro no solo explica el concepto de “lo real – maravilloso” y el rigor histórico. Estos dos aspectos se entremezclan logrando un clima de acciones precisas que oponen lo asombroso a lo verdadero. Aquí aparecen: la racionalidad del conquistador blanco y la organización de los negros esclavos, la cultura europea y la identidad en construcción de “lo americano”. Quizás el mayor enfrentamiento nace en el poder y el creer. Así se gestaba la república de Haití.

El relato acarrea acontecimientos que nacen algunos años antes de la revolución francesa y finaliza luego de 1820. Tal vez el tema principal sea la esclavitud dentro de las colonias españolas y francesas en América, pero este tópico carece de exclusividad. De mas está decir que la guerra y la influencia religiosa acompañan el proceso.

Es verdad que esta colonia francesa inició el camino hacia la independencia de otros territorios ocupados por potencias europeas. La emancipación de Haití tuvo su concreción definitiva en el año 1804. Hasta hoy paga caro aquella osadía.

La división de clases queda expuesta y descripta en detalle por Carpentier. El territorio colonizado poseía una clase alta compuesta exclusivamente por blancos o los llamados “grands blancs”, estos habían logrado ser propietarios de la tierra y por lo tanto las plantaciones de azúcar eran su medio de ingreso. Los “petits blancs” o blancos pobres se habían quedado fuera de la repartija de los campos y se dedicaban a vivir del comercio y la producción en trabajos manuales (especialmente artesanías con materiales autóctonos de la isla).  Muy por debajo aparecían los mulatos, negros esclavos, los cuales eran la fuerza de trabajo en las plantaciones. No poseían ningún tipo de participación en las decisiones políticas, sociales o económicas de la sociedad de la colonia, pero conformaban el ochenta por ciento de la población de esta isla. Un número nada despreciable, sólo restaba organizarse.

Con la fuerza de la rebelión nacía la resistencia cultural, religiosa y social de este pueblo isleño.

Así Alejo Carpentier plantea una mirada cíclica sobre la historia del mundo, donde un círculo de opresión se cierra, pero el camino por la liberación inicia, se abre “sacando la mirada colonialista europea” y colocando el acento en la transculturación insular única.

Se creaba así una nueva identidad sostenida por la descolonización.

La sucesión de catástrofes climáticas, malas decisiones de carácter político y económico, la falta de apoyo mundial, un reciente brote de cólera, la escasez de alimentos y suministros básicos, han hecho de este paraíso un lugar con carencias de todo tipo que va saltando y haciendo malabares entre una crisis y otra.

Hoy sabemos que hay otros tipos de esclavitud, así como entendió Ti Noel (uno de los protagonistas de “El reino de este mundo”) que la rebelión ameritaba nacer, pareció extinguida y finalmente resurgió veinte años más tarde.

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