Profesional de enseñanza primaria. Docente en contextos de encierro. Representante docente JCyD. Directora jubilada.

Antón Chéjov nació en Taganrog, Rusia en el año 1860. Además de ser escritor se recibió de médico en la Universidad de Moscú. Su literatura forma parte del bagaje cultural de las letras rusas. Su escritura se destaca dentro del plano del relato corto. Aunque su vida, intensa por cierto, queda expresada mayoritariamente por las cartas, obras teatrales y cuentos. Gracias a las primeras enumeró consejos vitales a los escritores en formación (“Consejos a un escritor”). También lo apasionaba, sobre todo en sus inicios, escribir relatos humorísticos, aspecto este no del todo conocido en el mundo de la literatura.

Fue un hombre integro que buscó con afán el bienestar del prójimo, quizás por ello lo entusiasmaron por igual las letras y la medicina. Durante una epidemia de cólera en Rusia, atendió en más de veinticinco poblados de forma gratuita. Tal vez por ello solía decir: “La medicina es mi esposa legal; la literatura, sólo mi amante”.

Su forma de escribir era realmente inquietante y vertiginosa. No recordaba haber dedicado más de un día a la producción de un cuento. Infinidad de ellos hacen aún la delicia de los lectores. Su trabajo sobre el material que construía, era un texto interno y otro externo. Lo desvelaba ser lo más preciso posible en su escritura. Quizás una anécdota pinta su paisaje como autor manejándose entre la realidad y la fantasía. Su hermano Mijaíl estudiaba Derecho Penal y Antón leyó por casualidad unos apuntes de él. Así fue como llegó a la conclusión que nadie conocía realmente la vida en las prisiones rusas. Entonces decidió visitar la cárcel de Sajalín, las autoridades le otorgaron un permiso especial y así nació “La isla de Sajalín”. Allí muestra cómo era la vida en las colonias penitenciarias, ya que toda la isla formaba parte de la cárcel que llevaba su nombre.

“Los presos y los exiliados, salvo raras excepciones, circulan libremente, sin cadenas ni escoltas, se los encuentra uno a cada paso, solos o en grupo. Están en todos los patios y todas las casas, porque trabajan como cocheros, guardianes, cocineros, cocineras y nodrizas”.

Se considera a esta obra como una de las primeras entrevistas a personas privadas de su libertad de la historia de la literatura y el periodismo. En esa isla había “cinco mil novecientos cinco detenidos de ambos sexos”.

Quizás “El jardín de los cerezos”, escrita en el año 1903, es una de las obras más conocidas de Chéjov, esa misma que nace siendo una comedia, en cuatro actos y finaliza con tono trágico. Ese jardín simbolizaría la muerte de la antigua Rusia, tal vez por ello se contempla el acto de talar los árboles y el nacimiento de grandes cambios que llevarán al camino de la revolución. En pocas palabras la aristocracia se verá cuestionada, ella estaba simbolizada en el huerto y no en la personalidad y acciones de sus integrantes. Ese jardín era la pequeña, gran patria.

Su estilo marcado por la sencillez de recursos y la efectiva brevedad a la hora de crear y caracterizar las historias y personajes lo convirtió en un autor cargado de una sucinta pero intensa significación.

“La brevedad es la hermana del talento” (Antón Chéjov Rusia, 1860; Alemania, 1904).

Un grande de la literatura rusa para leer sin temor al fracaso.

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