Profesional de enseñanza primaria. Docente en contextos de encierro. Representante docente JCyD. Directora jubilada.

“El mal menor” de Carlos Eduardo Feiling fue publicado en el año 1996. Nació en 1961 en la ciudad de Rosario y falleció en el año 1997. En su corta vida elaboró tres novelas (“El mal menor”, “El agua electrizada” (1992), “Un poeta nacional” (1993), varios artículos, ensayos y un libro de poesías.

El argumento del primero está basado en el terror sin dejar de lado lo cotidiano, su escenario principal son las callecitas taciturnas y somnolientas de San Telmo. Aquí nos paseaba también por La Habana, Londres y New York.

Esta historia de terror urbano tiene dos personajes principales. Por un lado aparece Inés Gaós, dueña del restaurante “Picante” la cual se muda a un departamento que pareciera ser un portal o pasaje hacia el universo del mal, aunque los demonios ya parecen anidar dentro de ella; cuando habla lo hace bajo los efectos del alcohol y las drogas. En un viaje a Cuba, su novio (Leopoldo Vidal Casares, abogado de dudosa reputación) se quitará la vida. Así ella se procurará una sesión con Nelson Floreal, un uruguayo dedicado a las artes adivinatorias. Ese será su socio a la hora de combatir a las fuerzas oscuras, esos seres que atacan sin piedad y le crean visiones sobrenaturales.

Todo se relaciona con el acto de la ensoñación, el estado de vigilia y la entrada a las posesiones de Morfeo. Vigilia será el nombre del mundo real donde habitan los soñadores, los visitantes serán la amenaza de estos, el muro contendrá la invasión (se llamará Cerco), la madre de Nelson es una “Arconte” (poseen la información y la sabiduría para derrotar la invasión de los entes malignos) una humana con poderes especiales, la cual atraviesa una circunstancia particular y desea dejar sus enseñanzas a su hijo con el fin que continúe su tarea. Por lo cual ella le explica:” Los sueños son reales. Mientras dormimos, nuestro cerebro, desprovisto de estímulos externos, necesita contarse historias porque de lo contrario su inactividad resulta dañina. Estas ficciones de la mente, con todos sus personajes, objetos y espacios, subsisten durante un tiempo – lo que dura el sueño- en una zona de dimensión paralela a la de la vigilia…”

Claro que Inés no sabe que en ella habitan poderes latentes de un arconte que podrá salvar la especie humana.

La historia de Feiling no necesita de ningún escenario terrorífico, las propias calles y edificios de la ciudad de Buenos Aires ejercen la fuerza poderosa de una “historia de terror”. Aunque no se a ciencia cierta si la novela provoca espanto, lo cierto es que varias escenas logradas descriptivamente en detalle acusan una sensación de repulsión. El miedo llega más por lo que vemos que por lo que se deja mostrar. Los personajes son tan naturales y comunes que no aparentan ser los salvadores de la humanidad. Tanto en Inés como en Nelson hay personalidades frágiles e indefensas.

A fin de cuentas Feiling pone la escritura al servicio del horror y lo sobrenatural sin dejar de lado lo que pareciera ser auténticamente frecuente y usual, esas callecitas de Buenos Aires siempre a media luz.

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