Profesional de enseñanza primaria. Docente en contextos de encierro. Representante docente JCyD. Directora jubilada.

Buscar y encontrar un tesoro escondido habiéndose convertido en un exitoso pirata debe ser la mayor fantasía de cualquier niño, niña (o adulto).

Así las historias de abordajes, robos y saqueos los llevaron a la cima de los clásicos. Creemos entonces que ser un pirata es igual que un bucanero o un corsario. En realidad el término pirata tiene su origen en la palabra griega peirates que significa aventurero del mar. Así con el paso del tiempo y las innumerables historias que se narraron su significado mutó a toda aquella persona que se manejaba de manera independiente en el mar, no servía a ningún país, su ley era la codicia y este rol era desempeñado por los desertores o delincuentes. Sin embargo los corsarios trabajaban con un patrocinador, estos servían a un país, pero los barcos pertenecían a un privado, aunque atracar navíos de países rivales también era su trabajo. Los bucaneros eran una mezcla entre los dos anteriores y se movían dentro del mar Caribe, allá por los siglos XVII y XVIII.

La aparición de los piratas se remota a la época de los fenicios, ya en la Edad Media, el norte de África era el refugio predilecto de ellos.

Hasta aquí podríamos pensar que solo eran hombres los que salían a saquear barcos. Las leyes del mar dictaban que era de mal augurio llevar mujeres en los viajes. Aunque ello en verdad ocultaba el temor de las disputas por favores sexuales. Muchas mujeres se embarcaban modificando su aspecto, pero otras (como en los buques de guerra británicos) desempeñaban el rol de sirvientas. Claro que Asia llevaba la delantera en relación a los roles porque fueron los primeros en tener “capitanas de barcos”, según lo afirman las bitácoras de viaje.

Teuta (Siglo III a C.) fue la esposa de Agrón, cuando su esposo murió continuó con la política agresiva de él atracando cuanto barco pasaba por el mar Adriático, ni los mismísimos romanos se salvaron de su furia, hasta que pasó lo esperable y todo terminó con una exitosa negociación. Aunque para la literatura los hombres llevaban la voz cantante y quizás el mejor de los libros de piratas que conocemos sea “La isla del tesoro” de Robert Louis Stevenson. Esta historia puede parecer pensada solo para el público que ama la aventura, sin embargo es un clásico que también convoca el misterio y el suspenso. Hasta la posada inglesa Admiral Benbon llega el capitán Billy Bones cargando un cofre. Jim Hawkins narra las historias que lo atan a ese misterioso hombre. Cuando el capitán muere el cofre develará el mapa del tesoro. Ahora necesita un barco y acompañantes (que no serán lo que parecen) para poder llegar a la isla del tesoro.

“El Corsario Negro” de Emilio Salgari relata con pasión romántica una historia que nos transporta hasta la selva sudamericana. Emilio de Roccanera, es el Corsario Negro quien ha jurado llevar a cabo la peor de las venganzas por la muerte de sus hermanos (el Corsario Rojo y el Corsario Verde). El culpable de sus muertes es el Gobernador de Maracaibo, Van Guld. Aunque los ojos grises de una mujer harán que se desvíe tan solo por un momento de su objetivo.

Infinitos clásicos y no tanto nos hacen disfrutar de la piratería, los abordajes, el mar, los romances, las batallas, los tesoros, las islas desiertas y los tifones. En verdad la piratería es tan antigua como lo es el comercio marítimo. Aquel pueblo que lo practicaba también ha sufrido las consecuencias de los riesgos del mar. Quizás hoy continúa siendo un mito la presencia de las mujeres en la piratería, pero es sabido que Anne Bonny o Mary Read fueron piratas terribles y sanguinarias. Claro que comercialmente era más próspera la existencia de ricos comerciantes poniendo al servicio de esta práctica sus barcos, así se mezclaba realidad y ficción, los que dan como resultado personajes románticos, misteriosos, marginados.

Y si de lenguaje no verbal hablamos, la bandera de los piratas con el típico fondo negro y la calavera blanca cruzada por dos tibias es popularmente conocida como Jolly Roger, nació allá por el siglo XVIII en el 1700. Allí un buque francés comandado por Emanuel Wynne la izó por primera vez. Su capitán es considerado un héroe para los franceses, pero era un pirata a los ojos de los saqueados británicos dentro de los límites del mar Caribe. Ladrón que roba a otro ladrón…..

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