Periodista de Tierra del Fuego.

Lejos en el tiempo parece estar aquel 1° de junio de 1991, donde se juraba la Constitución Provincial y se conformaba definitivamente Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur. Aunque posea una corta historia en comparación de algunas de sus hermanas nuestra provincia es conocida, para bien y para mal, por una intensa actividad política y algunos hechos históricos: en una consecución de mandatos tuvo al primer gobernador destituido, Mario Jorge Colazo, y la primer gobernadora mujer: Fabiana Ríos. En esta corta pero vertiginosa vida política, qué mejor que aprovechar su cumpleaños para hablar un poco de historia, y hasta quién dice, de su futuro.

Con 31 años de vida como provincia ya constituida, Tierra del Fuego es una especie de escenario micro de lo que es la Argentina. Las crisis, sean políticas, institucionales y económicas, son parte integral de su historia y la controversia siempre ha estado presente, en mayor o menor medida, a lo largo de los años en el mítico edificio de San Martín 450.

Lo que una vez fue un territorio aislado del país donde argentinos, argentinas e inmigrantes venían a hacerse la “América”, terminó volviéndose el hogar de miles y miles que por una razón u otra eligieron el Fin del Mundo como su tierra por elección. Ahora, instalado no sólo como destino turístico en su capital Ushuaia o un centro de producción como Río Grande, la isla dejó de ser esa fantasía lejana para convertirse en una realidad para el resto de nuestros compatriotas: Tierra del Fuego nunca dejará de ser una isla, pero el aislacionismo que se recibió durante muchos años desde el centro del país ha virado hacia una integración con el resto del continente, viendo también reflejado este acercamiento en cómo se piensa la política en el propio territorio.

Si hacemos historia, la controversia nos cayó al poco tiempo de convertirnos en provincia; ya para el segundo mandato del primer gobernador José Arturo Estabillo tuvimos el primero de los juicios políticos. Aunque fue frustrado el mismo, esto marcaría un camino de conflicto político y de gobernadores no electos, con Miguel Ángel Castro ocupando el sillón durante más de un mes.

1999 fue el año de la llegada de Carlos Manfredotti y la primer aparición del PJ en el máximo cargo de la provincia. Con 2001 de por medio y el estallido social consiguiente, la provincia que contaba con una década de existencia atravesaba su primer crisis.

2004 nos trajo un mandato relámpago, Mario Jorge Colazo, hoy legislador, fue suspendido a menos de un año de asumir el cargo. El gobernador que previamente había sido intendente de Río Grande transitó un período de inestabilidad institucional donde los cambios de ministros eran moneda corriente. Quizás el “monstruo” será más recordado por su exótico viaje a China, un viaje de búsqueda de inversiones que terminó como un anecdotario de la poca preparación que nuestros servidores públicos tenían para salir al mundo a hacer negocios.

Con la destitución de Colazo fue Cóccaro quién tomó las riendas de la gobernación hasta 2007. Aún con graves conflictos con gremios que heredaba de Colazo, Cómo olvidar la denuncia de asesinato que se le adjudicó a Cóccaro cuando la relación con el entonces mandatario provincial estaba más que quebrada. En Tierra del Fuego noticias no faltan y se aburre el que quiere.

Con la llegada de Fabiana Ríos la provincia abandonó los turbulentos años de su adolescencia y maduró, en cierta medida, en lo que refiere a política. La primer gobernadora de la Argentina contó con la suerte de disfrutar de buena parte de los años estables del país, ubicando su mandato como contemporáneo de las presidencias de Cristina Fernández. Si bien perdió en el camino a su primer vice, Carlos Basanetti, Ríos tuvo tensiones a lo largo de los años con los gremios, pero los escándalos, en envergadura y volumen, quedan reducidos a comparación de predecesores.

Aquí quizá la historia más recordada por todos será la de los chinos, una empresa un tanto peculiar que vino prometiendo obras y trabajo a la isla, dejando solamente en su paso una causa judicial y rompiendo con la fantasía de una “bala de plata” que desarrollase la industria provincial.

A Ríos la sucedió Rosana Bertone, quién gobernó durante 2015 y 2019 y enfrentó una de las crisis políticas más importantes de la provincia sacando de por medio la muerte de Victor Choque. A poco de asumir fue la gestión de Bertone quién tomó riendas en modificar aspectos del régimen jubilatorio con apoyo de la Legislatura de aquel momento, derivando en prácticamente una toma de la Casa de Gobierno por parte de los gremios estatales que duró varios meses. Si los primeros meses fueron complejos, el resto del mandato no terminó de resultar en la visión que probablemente la mandataria tuviese de su futuro a cargo de la provincia. Con un contexto nacional distinto ante la presidencia de Mauricio Macri, la falta de trabajo y el descontento de la administración pública la llevó a repetir la historia de Carlos Manfredotti; el PJ pareciese “maldito” ante las reelecciones.

Un capítulo aparte podría escribirse de la corta pero polémica semana con Juan Carlos Arcando como gobernador interino. Con Bertone asumiendo en la Cámara de Diputados, fue su vice quién quedó a cargo de la famosa transición de gobierno. Arcando conformó gabinete y hasta se dio el “gusto” de mandarse a hacer un bastón de mando.

Ya adentrándonos en el presente aparece la gestión de Gustavo Melella, quién gobernará la provincia hasta 2023 y es pasible de ser reelecto. Melella, aunque parte de FORJA y acercado al presidente Alberto Fernández, comparte más características con el mandato de Fabiana Ríos que de otros. Con una gestión de relativo bajo perfil, transitó dos años de poca actividad política, abocado principalmente a la pandemia del COVID. Ahora, con un enfoque a la búsqueda de inversiones y algunas reformas de índole estructural, no sería descabellado pensar que la actual Constitución Provincial, de obtener la reelección el ex-intendente de Río Grande, podría no llegar a conservarse por mucho tiempo más.

Si algo podemos apreciar de este breve repaso de nuestra historia es que en Tierra del Fuego los cambios son rápidos, bruscos y la política se vive de forma intensa. Hoy, con una aparente calma y cierto acuerdo con los gremios, parece lejano hablar de tomas de la Casa de Gobierno, algo bastante frecuente y evento casi cotidiano en los últimos 25 o 30 años.

La provincia ha cambiado mucho, pasó de ser un lugar alejado y de fantasía a integrarse plenamente de los procesos políticos que atraviesa la Argentina continental. Así también, han cambiado sus ciudades. Río Grande se convirtió en un polo industrial, Ushuaia hoy es conocida a nivel mundial y dejó ese título de destino excéntrico, y Tolhuin en estos 31 años pasó de ser el “pueblo de la Panadería” a convertirse en una ciudad hecha y derecha.

Hoy el fin del mundo, aunque enfrenta los mismos desafíos del resto del país, sigue siendo un poco esa “isla de la fantasía” de la que hablan aquellos que emigraron durante los 80s y 90s a Tierra del Fuego. Con indicadores de calidad de vida más cercanos a la Ciudad de Buenos Aires que a las provincias de la Patagonia, la isla a pesar de sus carencias y dificultades, tiene un grado de desarrollo por encima de la media nacional. Ahora, en un período donde tanto las intendencias como la gobernación mantienen cordial contacto con los ministerio y la Presidencia, hasta podríamos hablar de cierto trato preferencial donde las obras y programas nacionales llegan en mayor volumen o antes que a otros territorios del país.

Si bien el futuro es incierto y queda un largo camino por recorrer en este desarrollo económico o solidez institucional de la que tanto escuchamos hablar, pensar lo que era Tierra del Fuego hace 30 años a lo que es hoy nos deja un tinte más esperanzador que de connotación negativa. La isla creció en habitantes, pero también creció en servicios, en oportunidades educativas con la UNTDF, en posibilidades de trabajo con el turismo y el nuevo resurgir de las fábricas y hasta en conectividad: el suplicio de salir hoy hacia el continente poco tiene que ver con la verdadera travesía que se hacía años atrás.

Aunque permanece ese gen impetuoso y desenfrenado de la política, las instituciones se han afianzado. El caos de declaraciones, acusaciones y anuncios que rozaban la ciencia ficción y supimos vivir durante tantos años parece ser más un recuerdo de la infancia política de la isla y hoy, en un período de madurez, son más infrecuentes. En estos 31 años hemos visto de todo: funcionarios y funcionarias con desempeños para el olvido, anuncios que no eran más que espejismos en el desierto, juicios políticos y hasta una destitución. Tierra del Fuego tiene la capacidad de sorprender con sus paisajes de ensueño, así como de sorprendernos, y hasta asustarnos, con algunas de sus noticias.

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