Aunque en la pandemia se volvió más común escuchar términos como minado, crypto, Bitcoin o Ethereum, las primeras apariciones de las criptomonedas datan de de 2008-2009 cuando Bitcoin empezó este sinuoso camino. Antes, las regalaban las webs por participar de sorteos o eran el premio menos de algún torneo, hoy 1 BTC equivale a unos 31.000 USD, pero llegó a tocar los 68.000 USD en su momento de auge. ¿Qué son las crypto? ¿Por qué todos en Tierra del Fuego están minando?.
Sin deternos demasiado en la definición de una criptomoneda, tema que los noticieros y especialistas han explicado hasta el hartazgo, diremos que son simplemente una moneda virtual descentralizada: es decir que no hay una institución o autoridad que se encargue de controlar sus movimientos o siquiera emitirla. Existen muchas y bajo diferentes redes: tenemos Bitcoin, Ethereum, Solana y Dogecoin como las más populares, pero en teoría, cualquiera puede crear una crypto.
Para hacernos con una de esas tan deseadas criptomonedas hay dos métodos: uno es comprarlas en sitios como Binance o Crypto.com u otros tantos que pululan auspicios en nuestra televisión e internet. El otro método, el más rentable y que traer consigo problemas alrededor de todo el mundo, es el minado.
En pocas líneas, el minado utiliza la potencia de un componente informático para procesar ciertas transacciones, hacer cálculos y así obtener un equivalente de la moneda minada como recompensa. Aunque hay monedas que minan utilizando el poder del procesador (el cerebro de nuestra computadora), los discos rígidos (el espacio para guardar cosas) o maquinaria especializada, pero la forma principal y más popular hoy en día es el minado con GPU o Unidad de Procesamiento Gráfico, la tan famosa (y cara) placa de video.
Ahora que tenemos lo básico postulado, expliquemos porque hablamos de una nueva “fiebre del oro”.
La pandemia, y la imposibilidad de muchas empresas de seguir operando, abrió la puerta a inversiones alternativas. Allá por 2020, el precio de las criptomonedas principales era un misil que parecía no tener techo y, si uno contaba con un cierto capital que rondase los 5.000 USD, podía instalarse en la comodidad de su casa un rig de minado. ¿Qué es un rig de minado? Básicamente, es una estructura que contiene un par de esas placas de video de las que hablamos anteriormente, instaladas y preparadas específicamente para el proceso de minado. Para funcionar estos rigs, que pueden ser caseros con dos o tres GPUs o llegar al tamaño de verdaderas fábricas, se requieren dos cosas: energía eléctrica y enfriamiento.
Tierra del Fuego cuenta con una ventaja clara: el clima es el más frío de la Argentina (exceptuando a la Antártida claro está) y tiene la infraestructura necesaria para alimentar de energía a estas granjas de crypto, sumado a las ventajas propias de la exención de impuestos nacionales propia de la Ley 19.640. Así, nos encontramos con empresas instaladas en Río Grande y Ushuaia, que hoy se dedican principalmente al minado de Ethereum. Es tan grande el circuito y la demanda para empezar este camino del “minado” que hay empresas en la ciudad de Río Grande que ofrecen en Ahora 18 rigs para el minado casero, que según las fuentes que nosotros consultamos, da algo de 3% de ganancia en dólares al mes.
Hasta acá, todo esto se ha cubierto extensivamente; nadie es ajeno a la existencia de la minería como complemento al salario de algún vecino o vecina, o de su nivel industrial en fábricas que no estaban siendo usadas. El problema viene con el cambio en la tarifa eléctrica.
Una nueva resolución nacional determinó que el consumo energético vinculado con las prácticas de minado de criptomonedas tendrá un valor distinto, pasando de $0,8 a $11 por Kwh, mientras que las hogares abocados a la actividad pasarán de $7 a $11. Para ponernos en contexto: una granja de tamaño grande consume algo de 25 Kwh por hora todos los días, a toda hora. En el caso de una casa, dependerá de las tarjetas gráficas usadas, pero cada una puede variar entre los 200/300 watts por hora.
Según datos presentados por Cammesa, la compañía que administra el mercado mayorista de energía, Tierra del Fuego abocó el 22% de su energía al minado de criptomonedas. Según el informe publicado por El Economista, entre agosto y octubre, la provincia consumió 40,2 Megavatios, siendo 9,7 de las empresas criptomineras. El clima, que permite recortar gastos en enfriamiento, les da una ventaja comparativa a las plantas provinciales con respecto a casi cualquier lugar del mundo, si a ello le sumamos que el precio de la energía en dólares es irrisorio, es el cóctel perfecto para que estos emprendimientos elijan la isla como su hogar.
Si hacemos cuentas, hoy en día los mineros están pagando por energía eléctrica en la provincia $11 por Kwh, lo que al dólar oficial equivaldría a unos 0.094 USD, y si lo tomamos al blue, teniendo en cuenta que la compra-venta de estas monedas suele manejarse en ese valor, serían unos 0.054 USD. Si comparamos con nuestros vecinos, Brasil paga por su Kwh unos 0,16 USD, mientras que Chile 0,17. ¿Quiénes son los países que pagan alrededor de 0,05 USD por Kwh? Los petro-estados: léase Irán, Etiopía, Arabia Saudita, Nigeria, Kuwait y Rusia, países a los que producir energía, considerando la cantidad de reservas de hidrocarburos que tienen, les es casi natural.
A pesar del abrupto aumento a los precios energéticos, minar criptomonedas es y seguirá siendo rentable, siempre y cuando los precios de dichas monedas virtuales no sigan a la baja. El gran problema de toda esta resolución y modificación es que de esa recaudación extra que se hará, nada quedará en la provincia: ni la Cooperativa de Río Grande ni la Dirección de Energía de Ushuaia verán un peso, dado que Cammesa S.A administra el mercado mayorista y la provincia está interconectada de forma virtual,
El minado de criptomonedas seguirá siendo tema de debate, ya sea por su falta de regulación, o por el impacto ambiental que genera su volumen de consumo energético. Lo que comenzó en la isla como una alternativa para generar ingresos durante la pandemia, más algunas empresas pioneras, hoy representa un quinto de toda la energía de la provincia pero no genera valor agregado o empleo genuino de forma equivalente.