Periodista de Tierra del Fuego.

Tierra del Fuego atraviesa quizás, un momento bisagra para su política y, en especial, para el Partido Justicialista. Hoy los peronistas de la provincia se encuentran en un escenario ideal: además de una abundante presencia en los poderes legislativos, cuentan con «compañeros» en las tres intendencias y un gobernador, que si bien no cataloga como peronista de pura cepa, es aliado al gobierno nacional que sí lo es. Entonces: ¿Por qué hay tantas disputas entre peronistas en la provincia? Y si es que hay uno ¿cuál es el verdadero peronismo?.

Cuando el general Perón dijo “Para un peronista no puede haber nada mejor que otro peronista” no creo que haya imaginado un escenario como este. Hace algunos días el ex-vicegobernador Juan Carlos Arcando reclamó públicamente la participación del peronismo en el Frente de Todos. Arcando aseguró que el PJ “no tiene cabida” en el espacio liderado por el intendente Walter Vuoto, más allá de la formalidad jurídica.

Las palabras del ex-vicegobernador relatan una realidad y choque que existe dentro del halo de partidos que se identifican como peronistas. Los hay en todos los tamaños y colores; pero si tuviésemos que dividirlos en dos grandes grupos podemos hablar de PJ clásico con Myriam Martínez como vicepresidente del partido y La Cámpora con el presidente a nivel provincial, Walter Vuoto. Ambos son los grupos dominantes y la consecuente lista de unidad y cantidad de apoyos multitudinarios que obtuvieron en las elecciones del espacio lo confirman.

Si hacemos un poco de memoria, Arcando fue parte del peronismo mayoritario durante su paso por el Gobierno Provincial junto a la hoy diputada Rosana Bertone. Sin embargo a mitad de su gestión, el ex-vicegobernador formó un nuevo partido en Nuevo País, separando las aguas. Hoy dicho espacio político tiene representación, nominal al menos, en la intendencia de Tolhuin con Daniel Harrington y la Legislatura Provincial con Federico Bilota y Ricardo Furlan. En el caso de los últimos dos, abandonaron el bloque del PJ, creando uno nuevo: el Partido Justicialista Provincial.

Si observamos el Concejo Deliberante de Ushuaia tenemos una variedad de sectores. Juan Carlos Pino, aunque cercano a Furlan mantiene una relación estrecha con el intendente. Laura Avila es una de las referentes de La Cámpora, mientras que Gabriel De la Vega es del sector gremial (CECU) aunque responde a Vuoto y Javier Branca, quién llegó a través del Partido Verde y era aliado, hoy es acérrimo enemigo del oficialismo capitalino.

Río Grande tiene un esquema similar al de Ushuaia: Martín Pérez es de La Cámpora, pero el Frente de Todos tiene dos concejales en Abregú y Martínez. Lo de Tolhuin es aún más extraño: 5 concejales se identifican como peronistas, pero están distribuidos en 4 bloques distintos.

¿A qué queremos llegar con esto? Aunque parezca una simple recopilación de nombres y afiliaciones políticas, la subdivisión dentro del arco peronista en la provincia nos deja un par de conclusiones interesantes. Por un lado, deja a las claras que el peronismo como tal es un emblema político mucho más amplio que un partido, dado que reúne diversas ideologías que siguen un lineamiento base, pero con distintas interpretaciones. Tenemos peronistas más ortodoxos y otros que entienden la doctrina del general de forma más moderna.

Esa misma forma de interpretación nos abre la puerta a otra vicisitud que el PJ atraviesa: el recambio generacional.

Muchos de estos enfrentamientos o disputas que vemos dentro del mismo espacio derivan de un punto de conflicto generacional. Hay un ala más joven y dominante que hoy enarbola la bandera del peronismo, con una lógica más progresista, mientras que el peronismo histórico, o al menos una parte de él, ve su posición relegada junto con parte de su forma de entender al peronismo. Si bien el verticalismo siempre está presente en los espacios de poder, las disidencias a la mayoría existen. Quizás estas fueron más claras cuando el Frente de Todos obtuvo un resultado menos que favorable en las PASO, pero ahora, aún con el PJ provincial en su máximo esplendor y cenit de poder acumulado quedan espacios, como dirían los peronistas, “con vocación de poder”.

La figura del general Juan Domingo Perón es un fenómeno más que complejo de analizar no sólo por su rol fundamental en la historia del Siglo XX de la Argentina, sino por cómo su doctrina se ha extendido y reinterpretado a lo largo del tiempo, llegando hasta nuestros días y posiblemente perdurando mucho tiempo más. Al momento de preguntar ¿Qué es ser peronista? Escucharemos distintas respuestas, casi tan variadas como las personas.

Si tuviésemos que responder ¿cuál es el verdadero peronismo? Creo que la respuesta más acertada sería “el que gobierna”. Los cambios que ha atravesado el espacio en su historia han sido impulsados por los que en ese momento ostentaban el poder, pudiendo luego se repudiados (caso Menem) como ideologías que no se ajustan a la doctrina peronista. El PJ muta y se transforma con el paso del tiempo, sosteniendo algunos pilares como la industria nacional, la defensa de los trabajadores y una posición neutral o alternativa ante las predominantes en el escenario mundial. Puede haber períodos donde se sigan más o menos estos lineamientos, pero nunca son opuestos totalmente.

En este juego de sillas musicales que es la política, más pensando en la lógica de un frente tan amplio como el que hoy es oficialismo en la provincia, no es raro encontrar figuras que desaparecen y vuelven, u ofendidos que abandonan el cobijo del peronismo para luego regresar como el hijo pródigo. Si “la organización vence al tiempo” ¿Serán los períodos electorales los que reúnan a los hermanos y hermanas hoy enfrentados?.

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