Periodista de Tierra del Fuego.

Hace algunos días, cuando el Gobierno Provincial anunció la construcción de una nueva cárcel en Ushuaia me quedé pensando en el anuncio en sí, más precisamente el lugar donde se emplazaría. La obra, que se hará con fondos nacionales, vendrá a ser un verdadero respiro para un sistema penitenciario colapsado. La pregunta es: ¿será el lugar de su construcción un espacio seguro para los presos y los trabajadores penitenciarios?.

El anuncio de esta nueva cárcel en Ushuaia llega en buen momento: los detenidos están hacinados en dependencias que no fueron preparadas y ahora contarán en este nuevo espacio con talleres, un centro educativo y otras herramientas de reinserción sin la necesidad de grandes desplazamientos. Si bien es menos glamouroso construir e inaugurar una cárcel que una escuela u hospital, la obra responde a una necesidad que no impactará de forma directa el erario provincial, por lo que la ministro de Obras y Servicios Públicos, Gabriela Castillo, anunció el proyecto con entusiasmo. Ahora bien, el problema comienza no en la obra sino en el lugar: una parcela en inmediaciones del relleno sanitario. Ahí surge la pregunta ¿es relleno sanitario o un basural a cielo abierto lo que hay en Ushuaia?.

La Ministra aclara en cada una de las entrevistas, que la nueva obra se realizará cerca del relleno sanitario, con la seguridad para quiénes llevan el proyecto adelante, que es posible la instalación de un edificio del servicio penitenciario, con escuela, centro de atención de salud y talleres de oficio. Porque si bien es el lugar elegido por la ciudad hace 20 años para la disposición final de los residuos, dada las características del tratamiento en un relleno sanitario, esto no impediría que ciudadanos vivan cerca, trabajen, estudien, atiendan la salud o bien visiten a quienes están en el lugar.

Y efectivamente, durante muchos años, hasta 2016 aproximadamente, el tratamiento era de un relleno sanitario, lo cual no es solo un titulo, sino que implica los siguientes trabajos; Construcción de Celdas o Módulos, de 120 mts de largo, 40 de ancho y aprox 7 de profundidad; En la base y los taludes se colocan geomembranas de 800 micrones, soldadas para lograr una perfecta impermeabilización; caños de recolección de lixiviados ( efluentes líquidos contaminados que se filtran a través de los residuos), cámara de inspección, almacenamiento y recolección de lixiviados; venteo de gases; disposición de residuos, compactado y coberturas intermedias; drenajes perimetrales separando agua de lluvia de lixiviados; cobertura final (techo) con geomembrana de 500 micrones soldada a los taludes . Se debe parquizar la parte superior y colocar placas de asentamiento para monitorear las cotas. En definitiva queda un paquete cerrado, sin contacto con el exterior, con control de gases y líquidos.

Si nos acercamos más en el tiempo, en 2017 el por entonces secretario de Medio Ambiente de la Provincia, Mauro Pérez Toscani, luego de auditorias técnicas realizadas, enviaba una nota a su par municipal donde daba cuenta de las “irregularidades detectadas que constituyen un incumplimiento a las condiciones de aprobación del funcionamiento del relleno sanitario y representan un alejamiento significativo de las buenas prácticas ambientales aplicables a este tipo de gestión de residuos”, continuaba “atento a que la gestión de los rellenos sanitarios busca ser una mejora en la gestión de residuos sólidos urbanos, que se destaquen de otras prácticas no aceptables del pasado que generaban impactos ambientales negativos de alto nivel, está Secretaría plantea las siguientes exigencias de cumplimiento obligatorio, detener de manera definitiva el incremento de la cota de los módulos de disposición de residuos”. En criollo, dejar de acumular la basura en forma de montaña. Pérez Toscani continuaba en su nota indicando que se “de inicio a la utilizacion de la parcela 223 de 2,46 hectáreas, realizar una propuesta técnica de clausura definitiva del módulo de residuos peligrosos, reparar el cerco perimetral, incrementar la altura, implementar barreras efectivas de contención de voladuras”. Hoy Mauro Pérez Toscani es, casual o irónicamente, el secretario de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Municipalidad. Los pedidos de modificaciones que él realizó no se han hecho en estos años, incluidos los de su mandato. Ergo, lo que debería ser un relleno sanitario funciona de facto como un basural.

¿Cuál es la realidad del “relleno sanitario” al dia de hoy?

Se continua con la disposición de residuos en altura, sobre celdas cerradas. Los residuos que allí se depositan desde hace 4 años no tienen ninguna contención con geomebranas, no están impermeabilizadas, el agua de lluvia escurre entre la basura, los lixiviados y gases no tienen contención, y esa montaña impide desde hace años el control y normal funcionamiento de las celdas que quedaron enterradas por miles de toneladas de basura.
La celda 223, que en el año 2016 fue cedida a empresas privadas, se recuperó parcialmente y aún no terminaron los trabajos para comenzar a utilizar una celda. hay acumulación de chatarra y residuos varios, entre los que se encuentran residuos industriales. la forma de disposición de estos residuos se convierte en un foco de contaminación importante
Los cercos perimetrales no fueron modificados, por lo cual no cumplen ninguna función de contención de voladuras, ya que estan 30 metros por debajo de la montaña de basura.

Así la situación, desde 2017, se aparta de lo previsto por lo que debería ser un relleno sanitario. Los parámetros establecidos por la Secretaría de Ambiente y sus equipos técnicos no se está cumpliendo, dejando como resultado un daño al medioambiente que no sólo no podemos calcular, sino que no es reconocido a nivel institucional.

Sigamos un poco más; si este nuevo predio que tendrá la cárcel se ubica al lado del terreno ¿Cuál es la diferencia si es basural o relleno sanitario?. En el caso de un relleno sanitario, el impacto de contaminación y liberación de lixiviados y gases es reducido, mientras que un basural emana contaminación del aire, tierra y agua, afectando la calidad de vida de quienes residan cerca. Si la idea es reinsertar en la sociedad a quiénes han cumplido su condena, hacerlos residir a la vera de un basural no parece encajar con el slogan “vamos a vivir mejor” que el gobernador propone.

No hay dudas que es necesaria la nueva infraestructura para el sistema penitenciario. El problema pasa por la poca planificación o análisis a la hora de seleccionar las obras y en dónde se emplazarán. Los estudios técnicos previos a la construcción tienen una razón de ser y obviarlos tiene sus consecuencias. Pensemos en la ruta de la costa o la obra del Hospital Regional de Ushuaia: en ningún caso se le prestó mucha atención a los análisis técnicos ambientales o de suelo, lo que derivó en obras paralizadas, gastos extra y demoras. Parece que ha cambiado la gestión provincial, pero los errores son los mismos.

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