Profesional de enseñanza primaria. Docente en contextos de encierro. Representante docente JCyD. Directora jubilada.

Si hablamos de María Elena Walsh nos vienen a la memoria infinidad de canciones, poemas, juegos de palabras y más. Así aparece el Reino del revés, Dailan Kifki, Chaucha y Palito, Osías el osito, Tutú Marambá, La Reina Batata, el Perro Salchicha, el Mono Liso, la Vaca estudiosa, Doña Disparate y su popular tortuga Manuelita.

Muchas otras canciones y poemas nos llenaron de esperanza en los peores y más oscuros momentos “Como la cigarra” que canta al sol, a pesar de todo y de todos. Otros recordaran la belleza que trae paz junto a la naturaleza, por ello “…al este y al oeste llueve y lloverá una flor y otra flor celeste del jacarandá…” La felicidad de las cosas simples hecha canción…una lluvia de flores.

Esa mujer que fue multipremiada (sólo por mencionar algunos galardones entre ellos se encuentran: Premio Argentores, Gran Premio de Honor del Fondo Nacional de las Artes, Highly Commended del Premio Hans Christian Andersen de Dinamarca) nació en Ramos mejía, estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes, pero su inclinación al ingenio de las letras superó al resto de las disciplinas.

Fue una estudiosa de los temas literarios, los diferentes géneros folclóricos y el lenguaje. En el año 1952 se fue exiliada a París y cuatro años después regresó al país con sus valijas cargadas de poemas insólitos y cuentos para niños que poblaban el Reino del revés. Allí donde “…nada el pájaro y vuela el pez…”, brotaban semillas de lo que posteriormente se consideraría como la nueva literatura infantil.

María Elena incorporó con creciente gracia, soltura e imaginación los juegos de palabras, las rimas y los ritmos que parecían pertenecer solo al mundo de los adultos.

Esa nueva literatura infantil ya no se cimentaba en la moraleja del final, ella no creía en el carácter aleccionador de los cuentos y decía: “…Nunca pensé que hiciera falta agregar moraleja al final de una canción ni decirles a los nenes que se porten bien. Nunca me interesó ponerme en el papel de madre…”

Claro que además de ese mundo donde todo estaba patas para arriba y se cuestionaba lo impuesto y preestablecido, Manuelita salía de Pehuajó hacia París con toda la tenacidad y la velocidad que podía (visto que era una tortuga) movida por el amor. Era una tortuga ya mayor, pero felizmente enamorada y con proyectos más allá del océano.

María Elena Walsh no era una mujer convencional, por ello su literatura para grandes y para chicos fue disruptiva, sus letras eran frescas y su música cambió el repertorio infantil de varias generaciones. Tuvo una visión amplia de la identidad latinoamericana, la interculturalidad fue su signo y señal.

Es difícil pensar en términos de popularidad en relación a María Elena, ella es un símbolo de nuestra cultura en varios países de habla hispana. Sus alusiones culturales, sus disconformidades con los diferentes sistemas políticos proponen pensar la literatura para chicos (y adultos) con un sesgo de sencillez, claridad, belleza, pero por sobre todas las cosas fantasía e ingenio.

“…Vamos a ver como es
el Reino del revés
vamos a ver como es el reino del revés

Me dijeron que en el Reino del revés
nadie baila con los pies,
que un ladrón es vigilante y otro es juez
y que dos y dos son tres…”

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