Periodista de Tierra del Fuego.

Dicen los que saben que gestionar, más que sobre hacer, se trata sobre el balance de lo que se hace. Si los recursos son finitos y las necesidades infinitas, esta “manta” que nos cubre siempre se queda corta: nunca alcanza lo que se hace. Ese fino equilibro entre costo y beneficio a la hora de tomar decisiones en muchos casos se queda en la teoría y, como terminamos viendo en el día a día, parece que las cosas no se planifican o quiénes deciden carecen de información, o mucho peor, sentido común.

Hoy, hablamos de la historia del Arava 102, el avión de la Provincia. El Arava ha sido un polifuncional desde su llegada a la provincia. Lo último que supimos de la aeronave es que había sido adaptado para cumplir la función de derivaciones sanitarias, gacetilla mediante, dada la situación que atraviesa el Hospital Regional de Ushuaia luego del incendio. Ahora bien, el problema es que el Arava, que hace unos días nos decían que estaba en condiciones de aeroevacuar a quién lo necesitase, está en reparaciones en el hangar de la Prefectura Naval Argentina en el Aeropuerto de San Fernando, no obstante de estar en condiciones de operar.

Si bien el avión tiene sus años, se lo compró en 1979, por el tipo de uso y el mantenimiento, la vida útil suele ser extensa. El tema es que, hoy la ciudad de Ushuaia, con más de 75.000 habitantes, cuenta con un hospital en reparaciones, uno improvisado en el predio del Cochocho Vargas que construyó la Municipalidad pensando en el COVID y ningún avión por si hay que trasladar a alguien para cuidados complejos. Más curioso resulta hacer dichas reparaciones en medio del invierno: si hay que derivar a alguien a la ciudad continental más cercana, Río Gallegos, habría que hacer un cuanto menos peligroso recorrido por la Ruta 3 con nieve, sin hablar del cruce de fronteras y balsa. Entonces la pregunta es: ¿es falta de gestión mandar a reparar el avión cuando más se lo puede necesitar? ¿O simplemente “adaptaron” un avión para la foto?.

La postura del Gobierno Provincial es entendible, que ante el incendio del Hospital Regional de Ushuaia, aprovechó para impulsar un “reordenamiento” del sistema sanitario, pensando en una larga demanda que tiene la política no sólo con el sector de salud, que merece trabajar en condiciones, sino con los vecinos y vecinas. Si el hospital de Ushuaia necesita readecuaciones y arreglos, perfecto. El problema es cómo nos aseguramos como ciudad contar con la disponibilidad de atención necesaria, o en este caso de derivaciones para los procedimientos que aquí no se pudiesen hacer. Más de uno me estará leyendo y pensando “bueno, está la Clínica San Jorge” y es cierto: la clínica hace mucho años viene cubriendo las deficiencias del sistema público, y muchas veces con sendas deudas estatales de por medio, pero también tiene sus limitaciones y no puede cargar con las eventualidades de atención de, según la proyección de INDEC poblacional de 2021, casi 80.000 personas.

Es ahí donde surge la inquietud: ¿es falta de planeamiento o de acceso a la información?. Por un lado, podemos hipotetizar que desde San Martín 450, viendo la situación del hospital, avanzasen con una reforma del Hospital, adaptando el avión y no sabiendo que el mismo tenía tareas de mantenimiento pendientes. Por otro, podríamos inferir que quizás, a riesgo de recibir la crítica de los ciudadanos, improvisaron sobre esta nueva oportunidad de contar con tiempo para arreglar el nosocomio local y nunca pensaron en si el Arava podía o no cubrir las nuevas necesidades generadas.

Indiferentemente de cuál haya sido la lógica aplicada por el Ejecutivo o si factores externos influyeron, la realidad es una: hoy la capital provincial no tiene un hospital funcional al 100%, ni un avión para aeroevacuación y el destino de derivación más cercano está a 1.000 kilómetros, una balsa y 4 fronteras de distancia. Lindo momento para tener una emergencia.

No queda claro qué reparaciones son las que están haciendo en el avión, pero lo cierto es que, según me comenta Pirincho, el Arava estaba para volar sin problemas. Sin avión, sin hospital y con más dudas que preguntas cierro esta nota con una interrogante: ¿es el sentido común el más común de los sentidos?.

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