Profesional de enseñanza primaria. Docente en contextos de encierro. Representante docente JCyD. Directora jubilada.

Las islas, esa porción insular de tierra rodeada de agua que despierta las historias mas reales o mas fantásticas aptas para todo público.

Ellas, terreno selvático, agreste, pobladas o desiertas, con climas fríos o cálidos, nos llevan a recorrer relatos que nos trasladan desde la Grecia antigua a la literatura contemporánea.

Gran parte de “La Odisea” se desarrolla mar adentro, pero Odiseo (o Ulises) no solo deberá luchar con Poseidón, el rey del mar. Él ama y sufre, enfrenta la partida de su hogar, es hechizado por Circe, Calipso lo seduce, las Sirenas lo arrastran a la tentación, el mar lo cautiva y las islas lo acogen con esperanza.

Robert Louis Stevenson escribió “La isla del tesoro” a finales del siglo XIX. Allí Billy Bones, un marinero que vive en un viejo hospedaje pasa sus días y sus noches aterrorizado. En ese escenario es donde divisa cómo y cuáles son los barcos que llegan hasta la posada de los padres de Jim.

Billy tendrá un ataque cardíaco producto del excesivo consumo de ron de mala calidad, ello desactivará (aparentemente) los planes de la búsqueda del tesoro.

La isla no solo es un decorado, es un imán para cambiar de vida aunque los motines, los naufragios y los piratas conspirarán para que la fortuna no llegue a buenas manos.

“Los viajes de Gulliver” también tienen una isla que actúa como una fuente de atracción, según el rey ella tiene la capacidad de elevarse o descender para aislar del resto del mundo a sus habitantes. Así nunca lograrán escapar o se les ocurrirá la infeliz idea de realizarle una revuelta. Una tierra colmada de promesas incumplidas y retos.

Peter Pan, el niño eterno también es el feliz poseedor de su propia isla. En ella los chicos perdidos, el Capitán Garfio y los indios más temibles corren riesgos e hilvanan aventuras. El tiempo es estático, pero la diversión y la infancia eterna están garantizadas.

Julio Verne y “La isla misteriosa” muestran al ingeniero Cyrus Smith como la confluencia de todo lo que es posible gracias al conocimiento, la técnica y la habilidad científica. Ese territorio salvaje lo ayuda a concretar sus ideales de exploración, construcción y colonización.

La ciencia parece someter a los sucesos misteriosos. Así Robinson Crusoe queda desplazado ante el trabajo en equipo de cinco náufragos con Cyrus ejerciendo su liderazgo.

La isla, como tal, está cargada de la más audaz femineidad, es fértil y frondosa, exuberante, atrapa en cuevas a sus héroes, invalida sus poderes, recluye a los náufragos durante tiempos eternos y esos barcos de salvamento nunca llegan.

Aparece una huella y otra, junto al terror y la angustia. Todo esto a la vez explica el espacio profundo del momento de descubrimiento, de heroicidad y de conquista.

Todo ello define el escenario de una isla.

Aunque Malachy Tallack (1980 Escocia, Reino Unido) dice en su libro “Islas Des-conocidas”: “… desde que la gente empezó a crear historias, ha estado inventando islas”.

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