Profesional de enseñanza primaria. Docente en contextos de encierro. Representante docente JCyD. Directora jubilada.

José de la Cuadra Vargas nació en 1903 en Guayaquil (Ecuador), posteriormente sería uno de los integrantes del grupo Guayaquil (este nació en los años 30 marcado por la originalidad y con un estilo propio). Utilizaban el habla popular, sin omitir las “malas palabras”, las situaciones tenían como escenario el ámbito rural y describían con exactitud ritos, creencia, costumbres y pensamientos de los más humildes. Como la mayoría de los muchachos de clase acomodada de esa época estudiaría Derecho, pero su pasión se ramificaría entre el camino de la literatura y la política. Sus cuentos fueron publicados en revistas literarias de Ecuador (Juventud Estudiosa y Semana Gráfica) y de Argentina (Revista Americana). Pero tal vez su obra más conocida y polémica haya sido “Los Sangurimas” (1934) con esta novela logró anticiparse al realismo mágico de Gabriel García Márquez y al realismo maravilloso de Alejo Carpentier.

La literatura se encontraba desilusionada del papel de la Europa “civilizada” y productora de obras de jerarquía conceptual. América veía una extraña y terrible confluencia entre la Primera Guerra Mundial, la Depresión del 29 y la Segunda Guerra Mundial.

El camino de regreso al valor de lo autóctono parecía ser lo mejor y eso hizo la literatura, se volvió americanista y costumbrista. Ya no era el continente de la barbarie, ahora era América “india” donde las tradiciones y la cultura se aglutinaban.

“Los Sangurimas” está creada como una novela corta o un relato largo, según la óptica con que se lo mire. Muestra la vida de la gente de la costa, esos campesinos “10 % blancos y el resto de indio y negro”, según la propia descripción del autor.

El viejo Nicasio Sangurima es el padre, el patriarca, el “tronco añoso”, ese árbol se expande y nacen sus retoños pintorescos (procrea veinticuatro hijos, de los cuales hace gala Don Nicasio ya que “solo tres son mujeres”), machistas (igual que su progenitor), altaneros.

Ventura Sangurima tiene una apariencia terrorífica, es “el acuchillado” y su rostro da firme testimonio de ello. Cumplir los designios de su padre es su mayor anhelo.

Terencio Sangurima es el cura alcohólico el cual habita por períodos la finca familiar “La Hondura” con una mujer y su hijo (es un secreto a voces que el niño es hijo de Terencio).

Francisco Sangurima es el profesional del clan, el abogado, su valoración familiar es realmente inexistente, creen que es un tonto (con extrañas costumbres, según la mirada de sus hermanos, ya que no tiene varias mujeres e hijos regados por el suelo rural) y desconoce las costumbres y actividades campesinas.

Eufrasio Sangurima es el hijo más tradicional a los ojos del grupo, fue Coronel, es valiente, apuesto, mataba sin arrepentimiento, además de robar y abusar de las mujeres. Don Nicasio se jactaba del parecido, no solamente físico de su retoño, sino de lo análogo de su proceder. Ambos eran verdaderos hombres de temer.

Facundo, Pedro y Manuel eran los “tres Rúgeles”, eran hijos de Eufrasio, un trío de formidables vándalos.

“Las tres Marías” (María Victoria, María Mercedes y María Julia) eran hijas de Ventura, las cuales eran pretendidas por los hijos del Coronel. Solo María Victoria llega a concretar un escape junto a quienes serían sus asesinos y violadores. Para ellos y la totalidad del clan, la mujer era solo un símbolo de división. (Excepto la madre de los hijos legítimos de Don Nicasio, ella era la representación misma de la fuerza y la valentía dentro de la familia). Por lo general su mirada era desdeñosa hacia las mujeres y sus acciones:” Así son las mujeres, se hacen las remolonas pa´ interesar al hombre” (Los Sangurimas de José de la Cuadra Vargas, página 240).

La aventura del conocimiento que nos propone esta novela describe las prácticas extremas de la ruralidad de esos tiempos. La vida valía poco y la muerte era una anécdota con personajes de historieta. Las extravagancias y los delitos eran parte de la semblanza de la familia Sangurima. Una historia para conocer la raíz que sostiene el árbol del matapalo (“Recio, formidable, se hunde profundamente en el agro con sus raíces semejantes a garras”) en el paisaje costeño de Ecuador.

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