Periodista de Tierra del Fuego.

Los 15 de febrero suelen ser un día de gran actividad política en la ciudad de Ushuaia. El inicio de las sesiones ordinarias del Concejo Deliberante trae consigo el discurso del intendente y, de sus declaraciones, siempre queda mucho para analizar y debatir en términos de lo que ha sido la gestión y cuáles son sus planes a futuro. Este año, no obstante que los anuncios son variados y vastos, me parece que un tema ha sido preponderante, quizá sin la respetar la intención original del discurso: las fake news.

En el inicio de sesiones ordinarias el intendente se extendió a lo largo de poco menos de dos horas haciendo un repaso de lo que fue la gestión a lo largo de 2020 y cuáles son los planes para 2021. Con una fuerte externalidad que marcó casi todas las decisiones del municipio, y del mundo, en la pandemia del COVID-19 Vuoto habló de las obras, los planes de conectividad y del apoyo a los adultos mayores. Cerca del final, con un visible enfado, hizo párrafo aparte para hablar de la propagación de noticias falsas, en especial, las que los dieron por muerto en dos ocasiones: una en un accidente de tránsito cuando se encontraba de licencia y otra, en las fiestas, que hablaba de una sobredosis. Aunque parecía tener más que claro el origen de las noticias, evitó dar nombres, más allá de un pequeño “lujo” en un juego de palabras con el slogan de campaña “Vamos a vivir mejor” de la fórmula Melella-Urquiza, hoy a cargo de la gobernación. Vuoto pidió que “primero sean creativos, esto ya lo intentaron durante cuatro años y ganamos por casi el 60% de los votos, gracias a los vecinos y vecinas de la ciudad. Segundo, usen los recursos públicos para solucionarle los problemas a la gente, hagan que la gente viva mejor, quizás eso esté mejor que seguir haciendo fake news. Hagan que los trabajadores recuperen el poder adquisitivo, que la policía vuelva a equipararse a la federal, cumplan las promesas”. Si bien mencionó que hay una presentación judicial, hay más de un método para generar información a través de un perfil falso en redes sociales, por lo que un esclarecimiento de los casos parece algo sumamente improbable.

Escuchando las palabras del intendente, por fuera de lo que es la gestión en sí, surgen varios puntos interesantes para el análisis. La observación de un fenómeno tan extendido como son las noticias falsas hoy siempre resulta interesante de intentar desmenuzar, al menos desde un aspecto sociológico. ¿Por qué aceptamos algo por verdad? ¿Es por quién lo dice? ¿Es por qué se adapta a lo que ya pensamos?.

Aunque para muchos el concepto sea moderno, las fake news son casi tan antiguas como la información misma. Ahora, simplemente tuvo un revival potenciando por la masividad e instantaneadad de las redes sociales, así como el anonimato que hasta hace tan poco proveía internet. Estas hicieron una aparición estelar durante todo el mandato de Donald Trump, a quién las fake news le deben volver a estar en boca de todos. En Argentina la misma idea pero con diferente nombre lleva fagocitando el discurso político por unas cuantas décadas. Acá, en vez de fake news, siempre hicimos referencia al “carpetazo” o al “pescado podrido”. Más de una vez, como receptores de información, hemos caído presa de indignación o enojo por una noticia que vimos o leímos en algún medio, algunas veces de dudosa procedencia y, en otras, de las grandes cadenas que uno supondría que inspiran confianza.

Cuando hablamos de fake news, en realidad, estamos hablando de la posverdad y esta, por sobre todas, es su era. No importa si se dice algo que es cierto o no, lo importante es que encaje al relato que construye quién emite el mensaje. Para quién recibe, lo importante es que se amolde con su preconcepción del tema, entrando en un ciclo vicioso donde el consumo de este tipo de noticias es potenciado por la misma información incorrecta. Si tomamos de referencia a Jean Paul Sartre, uno busca consejo en base al tipo de respuesta que recibirá. Si extrapolamos el concepto, podríamos decir que uno busca informarse donde dicen lo que uno quiere escuchar. La cantidad de información que aparece día a día, de innumerables eventos alrededor de todo el mundo, hace casi imposible el consumo total de la misma. Por eso, siempre terminamos seleccionando. No es tanto que los medios “bajen” una línea editorial, más bien que producen lo que sus oyentes, lectores o audiencia quiere escuchar. Si paso del canal número 3 en la grilla al número 4, voy a encontrarme con dos formas de analizar y entender un evento que son diametralmente opuestas. En la mayoría de los casos, optaremos por consumir una sola, dado que el tiempo es finito, y casi seguro será la que más se adapte a nuestros valores, morales o forma de ver el mundo. De allí deriva que el consumo de medios siempre tenga un sesgo; no tanto por el medio, sino por el consumidor.

La sociedad fueguina no escapa a esta lógica: quiénes se informan a través de determinado portal, programa de radio, televisión o diario buscan, de una forma u otra, que el que está del otro lado valide su opinión. Si soy opositor a X o Y gobierno, lo más probable es que consuma medios opositores. Al contrario, si soy oficialista, buscaré noticias que hablen bien de la gestión, para ratificar mi decisión de voto. Pasa en todo el país y en todo el mundo. Hasta ahí todo bien, aunque no es lo ideal, responde a una lógica de buscar tener la razón, algo bastante común. El problema, es cuando la información que se emite desde determinado medio no es una con un sesgo a la hora de traducirla en palabras, escritas o habladas, sino simplemente un hecho falso. Las fake news tienen la misma estructura narrativa que una noticia, por lo que identificarlas puede ser complejo. No obstante, el obrar malintencionado de algún periodista, no debería ser impedimento para que nosotros, el ciudadano, pueda hacerse con la verdad. Para ello, deberemos dejar de recibir información de forma pasiva y tomarnos el trabajo de analizar y cuestionarnos todo lo que leemos y vemos. Debemos ser entonces, más inconformistas y rebeldes.

Por eso, al menos en mi opinión, el acceso de la información debe ser libre, pero su consumo crítico. Es imposible eliminar o restringir las fuentes de información incorrecta, sean generadas de forma intencional o accidental. El poder de las mismas radica en el que le dan su audiencia. Sino realizamos el trabajo activo de cuestionarnos, analizar y contraponer datos o informaciones, en algún punto caemos presos del mensaje que nos llega y no conseguimos entender el panorama completo de una situación. Si nuestros prejuicios nublan todo lo nuevo que aprendemos, nuestra visión del mundo siempre quedará reducida a este círculo vicioso que fomentan las fake news. Cada suceso que llega a nosotros reportado en forma de noticia, cuenta con una variedad de causas y otra tanta de consecuencias; mientras más logremos identificar, más amplia será el campo de visión con el que contaremos.

En la lucha que los distintos espacios políticos presentan por el poder, en muchos casos terminamos cayendo en esta variedad de ataques personales que llamamos fake news. Aunque principalmente nos encontramos con situaciones como las mencionadas por el intendente en campaña, no son tan extrañas durante los períodos de gestión. Lo hemos visto antes, hasta llegar al punto de “alterar” lo que creíamos como resultado de una votación, y lo seguiremos viendo en el futuro. Si bien las organizaciones y empresas que conforman internet y las redes sociales han comenzado un proceso para depurar el anonimato que existía, hay más de una forma de “enmascarar” la emisión de un tweet, un posteo en Facebook o el dominio de una página web. La justicia podrá hacer sus investigaciones y tratar de llegar a una conclusión, pero en la política seguirá usando el recurso siempre y cuando sea rentable y, como hay poder y dinero de por medio, seguirá habiendo personas que las produzcan, ya sea en la forma de periodistas o pseudo-comunicadores. Al final del día, seremos nosotros los ciudadanos que, a través de pensamiento crítico y el discernimiento sobre el tipo de medios que consumimos, podremos hacer a las fake news un poco menos comunes, o al menos, que no sean un punto pivotal en la carrera por un cargo público.

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