Periodista de Tierra del Fuego.

La visita del ministro de Educación, NicolásTrotta, a la provincia generó mucho debate en las redes sociales. Los principales involucrados en el mismo, son los docentes. Desde la fuerza laboral del sector educativo surgen más que algunas dudas con respeto a los comentarios del funcionario nacional en su conferencia de prensa con su par provincial, Analía Cubino.

Trotta, con un discurso bastante neutro y de protocolo, planteó: “hemos definido a nuestro maestro y maestras como grupo prioritario para poder intensificar la presencialidad. Primeramente, se está trabajando en darle inmunidad a todos los trabajadores de la salud y luego vaaoms a avanzar con los otros tres grupos de riesgo, y ahí se suma como cuarto grupo prioritario, a nuestros docentes. A partir de allí creemos que vamos a poder, con el compromiso de todos y todas, recuperar en 2021 la normalidad que nos arrebató la pandemia el año pasado”.

En sí, el discurso parece correcto y una postura lógica que se puede respaldar. El problema comienza cuando empezamos a analizar los pasos previos que pondrían en marcha dicho plan planteado por el ministro. Por un lado, contamos con la demora importante que ha informado el laboratorio ruso que provee a nuestro país de la única vacuna disponible: la Sputnik V. Considerando este punto, las 5.000.000 de dosis estipuladas no van a llegar en enero, como se había acordado, y eso demoraría el proceso de vacunación, retrasando aún más el turno de los docentes en recibirla. Si hacemos un poco de proyección, parece físicamente imposible, salvo algún cambio drástico en la información presentada, que se inmunice a todos los docentes previo el inicio del ciclo lectivo.

Ahora, analizando las palabras de Analía Cubino, me gustaría detenerme en un comentario que la ministro realizó. En su parte de la coferencia de prensa hizo referencia a “la necesidad de tener escuelas que no existen y que no hay necesidad de contar con infraestructura especial”, según su posición, lo que se necesitaa es modificar hábitos y conciencia social. Si vamos al protocolo establecido por la provincia, donde el distanciamiento es de 1,5 metros y el regreso a clases sería escalonado, ya no nos cierran los números. Que la infraestructura edilicia es un problema, no es algo que haya comenzado con el COVID-19 ni mucho menos, la deuda del Estado con los estudiantes y los docentes es histórica. Si a duras penas cada año logran abrir las escuelas con calefacción y agua corriente, uno pensaría que esto de los hábitos, es más para justificar la falta de obraas que porque responda a una lógica que se haya implementado en otros países.

Lo más lógico y, lo que probablemente pase, es una transición a un sistema semi-presencial, limitando el número de alumnos considerablemente, para, sin ningún tipo de obra de fondo, poder cumplir con un compromiso ya asumido. Otro punto interesane será ver como este “cambio de hábitos” se adapta a los niveles iniciales, donde el contacto físico es cotidiano y si habrá entrega de protección para los docentes, o será otro de los gastos que recaen en el golpeado bolsillo de nuestros maestros y maestras.

El SUTEF, en algo que ya parece costumbre, no dijo ni una palabra aún. Probablemente esperen a las reuniones paritarias para discutir de forma oficial los protocolos y formatos de vuelta a clases. No obstante, por lo menos desde mi lado, me genera un poco de nostalgia ese gremio docente que solía reclamar y proponer debate con cuanto ejecutivo aparecieses, no el que se reúne y servilmente acepta las condiciones casi sin leerlas. Por lo pronto los que se muestran preocupados y dubitativos ante los planes gubernamentales son las bases del sindicato: los maestros y maestras que tendrán que ponerle el cuerpo al salón de clases y convivir con el virus.

Parece que el debate de si las clases presenciales deben volver es algo finiquitado: el oficialismo que parecía más reacio a iniciar el ciclo lectivo ha ido cediendo ante la presión pública y de la oposición. Pero como siempre, tenemos anuncios de por sí o por no, pero no tenemos protocolos claros e información fidedigna para que los ciudadanos puedan opinar y participar en el proceso de toma de decisiones. Si bien “la orden ya está dada” nos queda saber cómo, si es con protocolos, con obras de adaptación a los espacios educativos o con protecciones para los docentes y no docentes, los chicas y chicos de la provincia volverán a las aulas.

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